Sònia Hernández, la escritora que amaba el número trece

'Ejercicios de inmovilidad'

La autora publica un libro de relatos cuyas protagonistas experimentan un amargo distanciamiento del mundo

La escritora Sònia Hernández en Barcelona para presentar su nuevo libro de relatos

La escritora Sònia Hernández en Barcelona para presentar su nuevo libro de relatos 

Mane Espinosa

La mayoría de personas evitan el número trece por miedo a que la mala suerte llame al timbre. Aerolíneas y hoteles lo saben y, para evitar problemas, se saltan esta cifra. A Sònia Hernández (Terrassa, 1976), en cambio, parece darle buena suerte, pues trece fueron los relatos que escribió en Maneras de irse (Acantilado, 2021) y, también, los que vuelve a tener su nuevo libro, Ejercicios de inmovilidad (Acantilado). “No es algo que haya hecho queriendo, pero reconozco que me da buenas vibraciones”, reconoce a La Vanguardia.

Ir a contracorriente es algo que está tanto en el ADN de la autora como de sus personajes, quienes, a diferencia de su entorno, experimentan un amargo distanciamiento del mundo. “Yo empecé a sentirlo de forma puntual al entrar en la madurez, aunque pronto comprendí que no necesariamente tenía que ser un problema”. En sus páginas, de hecho, lo aprovecha para ver la vida con otros ojos y llegar a conclusiones a las que es probable que no se pudiera acceder de otro modo. A Carolina también le ocurre. 

Trabajaba tanto que me obligué a frenar para observar a mi alrededor y apreciar la cotidianidad”

Más de un lector podría llegar a la conclusión de que se trata de su alter ego, no solo por aparecer en más de un texto, sino por tener varias cosas en común con ella como, por ejemplo, trabajar en una galería de arte de El Masnou. Un espacio que en el libro se menciona en más de una ocasión y en el que a menudo aparece un joven que, lejos de querer admirar las obras que allí se exponen, tiene como único objetivo cargar su teléfono móvil. También allí se desarrolla una trama digna de Hitchcock, pues una paloma desata el miedo en la protagonista, que se convence de que la sala terminará invadida de pájaros en cualquier momento.

“Hubo un momento de mi vida en el que trabajaba tanto y estaba tan entregada a la gestión de esa sala que me tuve que obligar a frenar para observar a mi alrededor. Eso me permitió apreciar en la cotidianidad de lo que allí sucedía que, por supuesto, me inspiró”.

La escritora Sònia Hernández en Barcelona para presentar su nuevo libro de relatos

Sònia Hernández publica un libro cuyas protagonistas experimentan un amargo distanciamiento del mundo 

Mane Espinosa

Las aves no son los únicos animales a los que recurre Hernández, que reconoce no haberse dado cuenta hasta que terminó de que sus páginas están impregnadas del mundo animal: arañas que se aparecen en sueños, gatos que se cuelan en casas ajenas... “Si algo caracteriza todo lo que escribo es que sitúo a mis personajes en espacios cerrados y agobiantes. Puede que en este libro en concreto un poco más y que tuviera algo que ver la pandemia, pero es algo que ya sucedía con anterioridad. Los animales son una forma de hablar de la naturaleza, de lo que hay fuera de esas cuatro paredes. Nunca he sido una persona de mascotas ya que los animales me dan mucho respeto, pero vivimos en un momento en el que todos deberíamos ser más consciente que nunca tanto de ellos como de la naturaleza que nos rodea y que tan en peligro está”.

El cuento te obliga a concretar ideas”

En el cuento, Hernández ha hallado una buena fórmula para que tanto el lector como ella misma pueda reflexionar sobre esta y tantas otras cuestiones. “Mis intereses y preocupaciones están volcados en mi escritura, que no es más que una forma de pensamiento. Y, en el caso del cuento, te obliga todavía más a concretar tus ideas, por eso me gustan tanto. Los que minusvaloran este género, no saben lo que se pierden”.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...