Carlos Núñez: “Hacemos música celta para grandes estadios”

29  y 30 de diciembre

El gaitero dedica a la raíz milenaria de los villancicos su tradicional concierto en el Palau de la Música

Carlos Nuñez, con su gaita y su tió en el Cafè de l'Òpera de las Ramblas

Carlos Nuñez, con su gaita y su tió en el Cafè de l'Òpera de las Ramblas

Ana Jiménez

Cuando se entrevista a Carlos Núñez es de esperar que se presente con una gaita, o con una flauta como en esta ocasión, pero no que lo haga acompañado de un tió de peluche, el mismo de la fotografía que acompaña este artículo. Un pequeño tronquito de madera con barretina incluida que muestra con orgullo nada más sentarse en una mesa del Cafè de l’Òpera, en la Rambla de Barcelona. “Cuando lo vi me acordé de una cosa que me contaban de Escocia” relata mientras señala la mantita adosada al tronco, donde se esconden los regalos de Nochebuena. “Es tartán, la tela con que los últimos clanes de Escocia hacían sus kilt, sus faldas; he descubierto que la hacían aquí hacia el 1700, los tejían aquí y los llevaban hasta Escocia en barco”, relata feliz por un descubrimiento que de buenas a primeras lleva la conversación a las aguas atlánticas, el mar celta que tanto gusta a este gallego considerado el Jimi Hendrix de las gaitas.

Núñez es un libro abierto de sabiduría sobre el mundo celta, por eso no sorprende que pase del tió con kilt a explicar que la mayoría de cañas con que se fabrican las gaitas de Escocia, de Gales y también de España provienen de Palamós, “el gran spanish cane viene de Girona, es que es flipante”. La relación de Barcelona con el mundo de las gaitas, que se remonta a 1.000 años atrás mediante instrumentos como el sac de gemecs, cuenta desde hace 12 años con otra nueva tradición como es el concierto de Navidad de Carlos Núñez, cita obligada en el Palau de la Música que este año cuenta con doble fecha. “Tenemos un concepto de Barcelona como ciudad moderna, cosmopolita, pero también le gusta la tradición. El propio Palau de la Música es una representación de todas las tradiciones, está el sac de gemecs, instrumentos griegos y otros medievales al lado de Beethoven, música popular y música culta todo junto, arquitectónicamente es una declaración de principios”.

“Las islas británicas, la costa francesa y la cantábrica forman un mar celta que es mestizo, como el Mediterráneo”

Prueba viviente de esta tradición será la presencia de intérpretes de sacs de gemecs de toda Catalunya, así como gaiteros de las diferentes casas gallegas del país en los dos conciertos que celebrará, cada uno con su propia personalidad. El del lunes 30 forma parte de la gira mundial Travesía con la que presenta su último trabajo, Celtic sea, una sinfonía de 35 minutos que recorre todas las sonoridades de la música celta. “Antes pensábamos que el mundo celta era lo contrario del Mediterráneo, pero no es así”, comenta. “El Atlántico es esa casa común que ha unido las influencias que venían del Mediterráneo y del Mar del Norte, el mundo de los vikingos, y el imaginario y tradiciones que se han conservado en América. Las islas británicas, la costa francesa y la cantábrica forman un mar celta que es mestizo, como el Mediterráneo”.

Sin embargo el concierto del 29 será “una nueva experiencia”, un compromiso adquirido por Núñez durante la pasada Navidad de celebrar un concierto de villancicos, eso sí, viajando a los orígenes del género. El autor del ensayo “La hermandad de los celtas” ha escudriñado durante un año en la historia de estas canciones infantiles, que “nos dan pereza de tan conocidos que son, aunque atención porque los niños ya no los conocen”. Lo que ha descubierto de esta tradición es que se trata de “la reelaboración de la reelaboración de la reelaboración de las danzas circulares que se celebraban para el solsticio de invierno”. El Núñez músico vuelve a dar paso al investigador para explicar que estas danzas precristianas se llamaban caroles, de donde viene el término carolers que remite a los cantantes de villancicos del mundo anglosajón. “Las caroles son las danzas más antiguas que se conocen en la humanidad, me encantó trabajar desde esta perspectiva”.

“El bagpipe rythm existe desde hace miles de años, estaba en las cantigas medievales y se han mantenido en los villancico”

Reformateados una y otra vez con el paso de los siglos, los villancicos todavía conservan elementos de su origen como el ritmo conocido como bagpipe rythm, “es un 6x8, común denominador, para las músicas celtas, pero puntillado”. Para explicarlo, el gaitero pone sus dedos sobre una botella vacía de agua con gas y comienza a moverlos rítmicamente, “este ritmo existe desde hace miles de años, estaba en las cantigas medievales y se han mantenido en los villancicos o en canciones tradicionales como El noi de la mare. Mi amigo Jordi Savall me dijo una vez: ‘Carlos, la música catalana también tiene sonoridades célticas”.

Compositor a fuego lento, Núñez compara su forma de trabajar con la del cine, con varios proyectos en marcha simultáneamente que cierra cuando considera maduros. El último de ellos le ha llevado a París para grabar las músicas celtas de Beethoven con Deutsche Gramophon. “Se la encargaban desde las islas Británicas, comenzó por dinero pero después se apasionó, se encontró con un sistema musical diferente, modal, modos dóricos, mixolidios, y compuso casi 200 obras”, un aprendizaje que aplicó en la séptima Sinfonía, conocida por esa razón como la sinfonía irlandesa.

Pero el interés del gaitero va mucho más allá de las partituras para zambullirse en la oralidad como puerta de acceso a la música céltica, lo que a su vez abre la puerta a la reinterpretación. “Es mucho más flexible”, añade, “Savall dijo que no existe música antigua sino partituras antiguas”. Incluso aquellas piezas para gaita que fueron transcritas mucho tiempo atrás como Aires de Pontevedra o An Dro se abren a reinterpretaciones. “Las modificamos para que funcionen en un campo de fútbol, hacemos música celta para estadios. Cuando tocas para 80.000 personas tienes que arquitectar la música, como me decía Brian Eno, que inventó el stadium rock” para adaptar las melodías del rock para dominar el reverb y hacer audibles las melodías.

Los 90: “No voy a decir que me hiciesen bullying pero casi, era difícil hacer frente a un imaginario que se reía de lo rural”

La senda de Carlos Núñez para llenar estadios comenzó tres décadas atrás, cuando los irlandeses Chieftains le descubrieron en Vigo y le añadieron a una troupe con la que giró por todo el mundo con su gaita mientras en España su música era ignorada. “No voy a decir que me hiciesen bullying pero casi, era muy difícil hacer frente a un imaginario de la modernidad que se reía de lo rural, de los pueblos, el folklore no molaba”. Por eso no olvida lo que le dijo un taxista en su primera visita a Nueva York, con 23 años: “si tu país no te apoya, hazte internacional”.

El joven gaitero triunfó en Estados Unidos, y sólo entonces logró el reconocimiento en su propia casa con una música folklórica que hoy triunfa más que nunca en las últimas décadas. “La gente joven se aproxima a la tradición con una naturalidad maravillosa, ya sin esos prejuicios de los primeros años de la democracia. Toda España es un hervidero de gente que desde la música tradicional quiere mezclarse con la música electrónica o con el pop, y al revés” y destaca cómo, al igual que sucedió con la gaita en los 90, la pandereta se ha puesto de moda gracias a artistas como Rodrigo Cuevas o las Tanxungueiras.

Irlanda: “Aunque escriban en inglés le ponen a todo su Shamrock stamp, impregnan la tradición en cualquier cosa”

¿Tiene la música celta el apoyo que se merece? “En España ha habido géneros más apoyados y más protegidos como el flamenco o la música clásica. pero ¿Por qué hay orquestas sinfónicas tocando música alemana y austríaca con dinero público, y en cambio los pobres sacs de gemecs tienen que pagárselo con la taquilla?”. Sin embargo, Núñez es reacio a medidas proteccionistas y prefiere tomar Irlanda como referente. El país que tiene a un poeta como presidente (Michael Higgins) ha optado por vender su cultura, hacerla internacional, “y te la explica en inglés, en español o en chino, porque tienen claro que el irlandés siempre va a ser una lengua minoritaria”. A los irlandeses no les importa utilizar la lengua del invasor “porque aunque escriban en inglés le ponen a todo su Shamrock stamp, impregnan el sentimiento y la tradición en cualquier cosa que hagan”. Una idea para culturas minoritarias como la catalana o la gallega, a las que no ve en esa onda, “estamos más bien recogiendo velas”.

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