En la primavera de 1495, la campaña italiana de Carlos VIII de Francia se vio interrumpida por un intenso brote de una enfermedad desconocida que provocó unas tasas de mortalidad altísimas y que rápidamente se extendió por toda Europa, dejando a sus sobrevivientes con discapacidades que cambiaron sus cuerpos, sus mentes y sus vidas.
Esta epidemia se interpreta como la primera referencia histórica de la sífilis. El origen de esta dolencia lleva décadas en el ojo del huracán. El brote de finales del siglo XV se produjo poco después del regreso de Cristóbal Colón y su tripulación de sus primeras expediciones a América, lo que llevó a algunos a creer que el contacto con nuevas tierras y personas podría haber tenido algo que ver con la aparición repentina de la enfermedad.
La “teoría colombina”
Aunque fueron muchas las afectaciones que los colonizadores llevaron al continente americano (viruela, tifus, tuberculosis, peste bubónica, cólera, paperas o sarampión, por ejemplo) provocando estragos sobre los grupos nativos, la sífilis es una de las pocas que posiblemente hizo el viaje inverso.
Esta “teoría colombina” para la sífilis ha ganado popularidad con el paso de los años, pero aún tiene sus críticos. Su sencilla historia comenzó a desmoronarse a principios de esta década cuando los expertos centran su atención en las lesiones observadas en los huesos de la Europa medieval.
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Esta parte superior de la cadera produjo un genoma antiguo similar a la sífilis
Tanto los pacientes crónicos como los nacidos con una infección pueden desarrollar cambios en sus huesos o dientes y ya se han encontrado varios esqueletos con este tipo de marcas en Europa que son anteriores 1492. De ahí que muchos investigadores crean que la historia de la sífilis en Europa comenzó mucho antes de Colón.
Ahora, un estudio del grupo de paleopatología molecular en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva publicado en la revista Nature amenaza con responder definitivamente a las preguntas fundamentales relacionadas con las teorías precolombinas o postcolombinas en torno a la sífilis.
El equipo dirigido por Kirsten Bos y Johannes Krause ha colaborado con científicos y arqueólogos de varios países americanos. Su trabajo se ha centrado en los huesos arqueológicos de estas regiones, donde las infecciones que dejaron patrones de lesiones similares a la sífilis son evidentes desde períodos de tiempo remotos.
“Sabemos desde hace tiempo que en América se produjeron infecciones similares a la sífilis durante milenios, pero sólo a partir de las lesiones es imposible caracterizar por completo la enfermedad”, comenta Casey Kirkpatrick, un paleopatólogo que también contribuyó al estudio actual.
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El investigador Darío Ramirez analizando una de las muestras
La patología ósea tampoco puede indicar si la enfermedad se originó en América o si llegó procedente de Asia en el pasado y simplemente acompañó a grupos humanos durante los primeros eventos de colonización de América hace unos 15.000 años.
Utilizando técnicas de última generación, el equipo pudo recuperar y analizar, sin embargo, cinco genomas antiguos de la familia de enfermedades de la sífilis de México, Chile, Perú y Argentina.
Antiguos rompecabezas moleculares
La microbióloga computacional Lesley Sitter fue quien emprendió la tarea de armar los antiguos rompecabezas moleculares. “Si bien la preservación planteó algunos desafíos analíticos, pudimos determinar con confianza las relaciones entre estas formas extintas y las cepas que impactan la salud global en la actualidad”, explica.
Lo que descubrieron los expertos del Instituto Max Planck es que la sífilis es parte de una pequeña familia de enfermedades que también incluye el pian y el bejel, ambas clasificadas como enfermedades tropicales que se encuentran en regiones ecuatoriales de todo el mundo.
Sífilis y pian en Ciudad de México
Rodrigo Barquera ha trabajado anteriormente con huesos del México colonial y ha confirmado la presencia tanto de la sífilis como del pian en la Ciudad de México en el siglo XVII. Basándose en los últimos datos genómicos antiguos, ahora está claro que las Américas fueron un centro de diversidad antigua dentro de este grupo de enfermedades antes de la llegada de Colón.
“Vemos linajes hermanos extintos para todas las formas conocidas de esta familia de enfermedades, lo que significa que la sífilis, el pian y el bejel son los legados modernos de patógenos que alguna vez circularon en las Américas”, afirma Barquera.
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Cristóbal Colón llegando a América
“Los datos apoyan claramente una raíz en las Américas para la sífilis y sus parientes conocidos, y su introducción en Europa a partir de finales del siglo XV es lo más consistente con los datos”, añade Bos.
Los expertos apuntan que todo parece indicar que se produjo una explosión de casos de sífilis y pian alrededor del año 1500 después de Cristo. Es probable que esto sea lo que explica la amplitud e intensidad del brote del siglo XVI en Europa, cuya propagación global se vio facilitada por las redes de tráfico de personas y las expansiones europeas por América y África en las décadas y siglos siguientes.
Propagación por todo el mundo
“Los grupos indígenas americanos albergaban formas tempranas de estas enfermedades, pero los europeos fueron fundamentales para propagarlas por todo el mundo”, afirma Bos.
Ahora solo hay que seguir avanzando para desentrañar el misterio de las lesiones óseas similares a la sífilis que muchos afirman haber identificado en la Europa antes de 1492. “La búsqueda continuará para definir estas formas anteriores, y el ADN antiguo seguramente será un recurso valioso”, comenta Krause. “Quién sabe qué enfermedades más antiguas relacionadas llegaron a todo el mundo en humanos u otros animales antes de que apareciera la familia de la sífilis”, concluye.