Hay una famosísima frase de Margaret Atwood que me viene a la cabeza cada vez que una feminista decide echarse unas risas y aparece un ofendido que insiste en arruinárselas: “Los hombres tienen miedo de que las mujeres se rían de ellos. Las mujeres tenemos miedo de que los hombres nos maten”. No creo que sea necesario argumentar lo segundo, la realidad se encarga de hacerlo de forma machacona y a diario con datos cada vez más espeluznantes. Dicho rápido: cada diez minutos hay un feminicidio en el mundo. En cuanto a lo primero, cualquiera que haya tenido que apaciguar el ego herido de un jefe, un compañero de trabajo o una pareja de cama sabe que lo que menos se espera de ti es que seas demasiado graciosa. El humor en manos de una mujer sin miedo a usarlo es pura dinamita.
En 2020, la artista Kirsha Kaechele creó en el Museo de Arte Antiguo y Nuevo (Mona) de Tasmania el Ladies Lounge , una instalación a la que solo pueden acceder las mujeres a través de unos pesados cortinajes de terciopelo verde, y en cuyo interior son mimadas por mayordomos que les sirven champán mientras tienen la oportunidad de contemplar, solo para sus ojos, algunas de las obras más relevantes de la colección del centro. La artista quería recrear, a la inversa, uno de esos vetustos boys clubs en los que históricamente se ha prohibido la entrada a las mujeres y que aún hoy se resisten a desaparecer. No tanto para que en el Ladies Lounge ellas pudieran disfrutar de un espacio tranquilo y seguro en una situación de privilegio, como para que ellos vivieran en sus carnes la experiencia del rechazo.

Kirsha Kaechele, con el mayordomo del 'Ladies Lounge'
El ‘Ladies Lounge’ prohíbe la entrada a los hombres; un juez le ha dado la razón
En eso consistía una obra de arte que no habría abandonado el museo subterráneo de no ser por un visitante que creyó que aquella negativa al acceso era una afrenta intolerable. Demandó al Mona por discriminación y cuando un tribunal le dio la razón, Kaechele prefirió cerrar la sala hasta nuevo aviso y trasladar las obras del Ladies Lounge a los lavabos femeninos, que hasta ese momento habían sido unisex. La noticia rebotó en todo el mundo cuando se supo que en los aseos había varios Picasso, entre ellos una de las variaciones de Le déjeuner sur l’herbe , que resultó ser una falsificación de la propia artista, también esposa del propietario multimillonario del Mona.
La polémica cambió entonces de lugar, abriendo una acalorada discusión sobre las “bromas” que socavan la credibilidad de los museos, hasta que hace unos días el Ladies Lounge anunció su reapertura después de que el tribunal supremo fallara a su favor. Lástima que esté en Australia, pero sobre todo que Kaechele no haya aprovechado para imaginar de verdad cómo podría ser un espacio para mujeres en lugar de clonar lo más rancio del de los hombres. El humor es contrario al establishment, es poderoso y perspicaz. Todo lo contrario a un chiste.