Colson Whitehead: “La mayoría de estadounidenses son racistas y tontos y estoy atrapado con ellos, como el resto del mundo”

Entrevista

El escritor viaja por los corruptos y explosivos años setenta neoyorquinos en 'Manifiesto criminal', la segunda parte de su trilogía sobre Harlem

Calson whitehead presentacion del libro el ritmo de Harlem Foto Emilia Gutierrez 07/03/2023

El escritor neoyorquino Colson Whitehead fotografiado el año pasado en Madrid

Emilia Gutiérrez

"Estoy bastante sorprendido por la elección de Donald Trump. No pensé que la gente fuera tan estúpida, pero la mayoría de los estadounidenses son racistas y tontos. Estoy atrapado con ellos. Así como el resto del mundo. Muy desafortunado”, lanza sin paños calientes Colson Whitehead, el único autor vivo con dos Pulitzer en el despacho por sus novelas El ferrocarril subterráneo y Los chicos de la Nickel. Whitehead (1969) ha saltado por los géneros pero siempre explorando la violencia y la segregación que ha sufrido la comunidad negra estadounidense. Y ahora está embarcado en un proyecto entre Dickens y Balzac. Una trilogía de novela negra que relata la agitada vida en Harlem a lo largo de tres décadas mediante Ray Carney, vástago de un miembro de la mafia local y que intenta alejarse del hampa desde la tienda de muebles que regenta. Pero acaba en negocios peligrosos.

Tras arrancar la trilogía en los sesenta con El ritmo de Harlem , Whitehead (1969) se va ahora a los setenta con Manifiesto criminal (Random House), a un Nueva York en bancarrota y con corrupción a todos los niveles, policial, política e inmobiliaria, pero también con una explosión artística, del punk al disco y el hip hop y el cine de la blaxploitation . Más una guerra entre el revolucionario Ejército Negro de Liberación y la policía. Como culmen, el bicentenario de EE.UU. en 1976.

“Se celebraban 200 años de democracia, pero nos llevó 190 tener una Ley de Derechos Civiles que protegiera el derecho al voto de los negros”, apunta el autor. “No es democracia si muchos ciudadanos no pueden votar. La Ley de Derechos Civiles de 1964 lo hizo realidad. Así que sólo se celebraban 12 años de democracia. Los libros de historia tienen una interpretación y la gente pobre, las mujeres, los inmigrantes, la gente de color, los nativos americanos, tienen una idea diferente de la historia estadounidense”, observa.

“El mundo es trágico, hermoso y absurdo. No creo que puedas sobrevivir sin un buen sentido del humor”

Aún así, en la base de su actual trilogía está su interés por las historias de atracos. “En la génesis está que me gusten películas como Rififi , Ocean’s Eleven y las películas de crímenes de los setenta, y darme permiso para divertirme en ese mundo y descubrir qué significa para mí, usar el género para mis propios fines”, cuenta. Pero reflexiona que “no importa en qué género esté trabajando, siempre lo uso como una forma de hablar sobre personas, sociedad y política. Mi novela de zombis Zona Uno tiene muchos zombis, pero trata sobre el trauma y la superación del desastre. Ha habido un apocalipsis. ¿Qué puedes llevar del viejo mundo al nuevo mundo? ¿Cómo construyes un yo coherente mientras examinas los fragmentos de lo que solías ser? Ahora en estas novelas policiales hay políticos, hombres de negocios, banqueros, criminales de todo tipo, magnates inmobiliarios. Y puedo hablar de diferentes tipos de poder. De clases. Una vez que empiezas a hablar de crímenes y atracos, hay todo tipo de atracos en cada nivel”.

Unos años setenta en los que, recuerda, “había recesión en todo el país y el alcalde de Nueva York había cargado a la ciudad con una gran deuda. Venció y no había dinero para pagarla toda. Así que recortaron los servicios, el pago de la policía, los trabajadores de limpieza. La recesión contribuyó además a una alta tasa de criminalidad e hizo que fuera un lugar muy difícil para vivir”.

Y en ese contexto, para Whitehead, “toda la trilogía sobre Ray Carney trata sobre un hombre que se enfrenta a sus fortalezas, sus debilidades, y eso incluye debilidades morales, fallos personales, defectos psicológicos. No es alguien que siempre esté haciendo lo correcto. Es vanidoso, tiene grandes momentos de debilidad, pero trata de descubrir cómo reconciliar esas dos partes de sí mismo, la buena y la mala. La mayoría sabemos qué es lo correcto y depende de nosotros hacerlo o no. Entramos en un cierto contrato cuando nos convertimos en seres sociales y la pregunta es si podemos cumplirlo o nos conformamos con hacer solo la mitad del trabajo. Muchos personajes en estos libros se conforman con no poner el máximo esfuerzo”.

“Las películas de la 'blaxploitation' eran escapistas, tenían algo de violencia buena, mujeres en bikini y los personajes negros lograban matar a alguna gente blanca”

Y si en la calle de la época está el Ejercito de Liberación Negra frente al reformismo de las Panteras Negras –“como dilema político no significa mucho para mí. Todo lo que podemos hacer es votar. No vamos a derrocar al gobierno”, dice Whitehead– en la cultura es el momento del cine de la blaxploitation, con filmes como Shaft o Blacula , en los que la gente negra toma la pantalla. Él ha creado una heroína, la sensual agente secreta de Nefertiti T.N.T. , que se rueda en la tienda de Carney. “Cuando era niño, algunas de las primeras películas que vi eran de la blaxploitation. De crímenes. Eran divertidas para un niño. No muy profundas. No muy políticas. Narrativas escapistas. Pero hay en ellas algo de violencia buena, algunas mujeres en bikini y los personajes negros logran matar a alguna gente blanca. Por cuatro dólares en 1974 suena a buena noche de fiesta”. 

Humor no falta en el libro: “Si puedo contar algunos chistes o señalar lo absurdo del mundo, soy muy feliz. El mundo es trágico, hermoso y también absurdo. No creo que puedas sobrevivir a menos que tengas un buen sentido del humor”, concluye.

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