Fallece Silvia Pinal, la Viridiana que salvó a ‘Viridiana’

Obituario

La actriz mexicana no sólo protagonizó la Palma de Oro de Buñuel, sino que la salvó de ser destruida por la censura

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Lsa actriz Silvia Pinal en el Festival Internacional de Cine de México, en marzo de 2006  

Iván García  / AFP

Silvia Pinal siempre quiso trabajar con Luis Buñuel. Antes de conseguir, no sin provocar el mayor de los escándalos, la única Palma de Oro de la historia para un director español en el Festival de Cannes de 1961 con Viridiana, la diva mexicana, que ha fallecido a los 93 años, ya había intentado trabajar con el aragonés, que llevaba desde los años 40 exiliado en México.

Silvia Pinal, que había debutado con Bamba (Miguel Contreras Torres, 1949), se convirtió en una de las mayores estrellas de la Época de Oro del Cine Mexicano, gracias a películas como El Rey del Barrio (Gilberto Martínez Solares, 1949), Un rincón cerca del cielo (Rogelio A. González, 1952), Un extraño en la escalera (Tulio Demicheli, 1955) o La dulce enemiga (Tito Davison, 1957), entre otras. En 1952, la idea era que Silvia Pinal protagonizase la galdosiana Tristana, un proyecto que Buñuel no llevó a cabo hasta mucho después, en 1979, con Catherine Deneuve y Fernando Rey. Aunque aquel primer proyecto no prosperó, Pinal no desistió, y acabó logrando que su segundo marido, Gustavo Alatriste, un magnate de los muebles que no sabía nada de cine, produjera una película como Viridiana, libérrima adaptación de la novela Halma, de Benito Pérez Galdós, el autor predilecto de Buñuel.

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Película 'El ángel exterminador',dirigida por Luis Buñuel e interpretada por Silvia Pinal, Jacqueline Andere y Enrique Rambal en México, en 1962  

LVG

Buñuel ya había rodado con Paco Rabal Nazarín (1959), otro clásico de Galdós, del que Halma puede considerarse como una secuela espiritual. Fue de hecho su “sobrino”, tal y como llamaba afectuosamente al entonces joven actor, quien medió con el régimen franquista, para que el cineasta pudiera regresar a su país natal y rodar la película. Pinal, que ya había trabajado en algunas producciones españolas como Maribel y la extraña familia (José María Forqué, 1960) o Adiós, Mimí Pompom (Luis Marquina, 1961), aterrizó así en nuestro país para vestir los hábitos de una inocente novicia que quizás no resultaba del todo creíble con su melena rubia platino y su acento mexicano, que se le escapaba cada dos por tres. Pero sí era lo suficientemente deslumbrante como para enloquecer a los Fernando Rey y Paco Rabal, agentes corruptores de una mujer virtuosa empeñada en ayudar a los pobres.

Presentada con cierta malicia en la última jornada del festival de Cannes, Viridiana se acabó llevando la Palma de Oro, compartida ex aequo con la olvidada La larga ausencia, de Henri Colpi –la película que el Jurado ya había decidido que ganaría–. La ira del vaticano no se hizo esperar, clamando contra una película en la que, entre otras blasfemias, aparecía una orgía de auténticos mendigos desdentados (junto a actores profesionales como Lola Gaos o María Isbert) emulando la mismísima Santa Cena.

Una imagen de Silvia Pinal en 'Viridiana'

Una imagen de Silvia Pinal en 'Viridiana'

Archivo

El mundo entero se preguntó cómo una película como aquella había logrado burlar la censura franquista, y aunque Franco no vio en ella, como se sabría después, más que “una sucesión de chistes baturros” (sic), el director nacional de cinematografía, José A. Muñoz Fontán fue cesado fulminantemente a su regreso de Cannes. Buñuel, junto a Pere Portabella y Ricardo Muñoz Suay, productores asociados, habían obrado con picardía mostrando un copión del que habían sido obviadas las escenas más sensibles, que no eran pocas, ya que la película también incluye fetichismo, pasiones necrófagas, fantasías de violación y simbología religiosa alterada como una una navaja en forma de crucifijo, amén del plano de una tetilla de vaca que evoca inequívocamente la imagen de un flácido pene en posición de descanso.

Se había quitado tanto de aquel copión de muestra que la Asociación de Productores juzgó la película como insuficiente para presentarla en Cannes. La censura, antes de que la película viajara a Cannes, tan solo había pedido cambiar el final, optando por uno que, desde su punto de vista, tendría que haber sido mucho peor, ya que sugería la posibilidad de un ménage à trois entre los personajes de Pinal, Rabal y la sirvienta de la casa. No captaron esa posible lectura. Pero la orden, a raíz del escándalo, fue la de destruir todas las copias de las que se tuviera constancia.

Fernando Rey y Silvia Pinal, en una escena de 'Viridiana'

Fernando Rey y Silvia Pinal, en una escena de 'Viridiana'

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Viridiana habría sido borrada de la faz de la tierra, de no ser, como cuenta la leyenda, por Pinal y su marido, aquel magnate del mobiliario al que tenía perdidamente enamorado. Ellos salvaron una copia y se la llevaron consigo. La película no se estrenó en España hasta 1977, con un nuevo póster de Iván Zulueta. Felices con la magnitud de su travesura, Pinal y Buñuel acabaron convirtiendo su sintonía en trilogía. De nuevo en México, filmaron otras dos obras maestras. Primero llegó El ángel exterminador (1962), un retorno al surrealismo que contaba cómo un grupo de burgueses no conseguían, sin que se diera ninguna explicación, abandonar el salón al que habían sido invitados a cenar. Pinal, que brillaba en aquel claustrofóbico reparto con un personaje al que llamaban La Valquiria, contó que Buñuel les hizo untarse con miel y arena para transmitir el insalubre agobio de aquel inquietante encierro.

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Después vino la inacabada, pero no menos portentosa, Simón del desierto (1965), la favorita de la actriz, que encarna, con diversas caracterizaciones, desde la linda colegiala a la mujer barbuda, al mismísimo Diablo, obsesionado con que aquel asceta subido a una columna en medio del desierto desista de su empeño. Fue la última película de Buñuel en México. La fama de Pinal era ya tan grande, que Hollywood quiso hincarle el diente, contratándola para una película de acción dirigida por Samuel Fuller como Shark (1967), con Burt Reynolds. Pero su inglés era terrible, y simplemente decidió no seguir por ese camino. Poco a poco, se fue deslizando hacia la televisión, renovando su celebridad, en el ocaso de su carrera, con el programa antológico Mujer, casos de la vida real, que presentó y produjo a lo largo de 21 años.

Silvia Pinal hizo de todo: teatro, cine, televisión, incluso se aventuró en la política. Pero siempre será recordada como la Viridiana que salvó Viridiana

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