¿Qué quiere decir realmente una comunidad? ¿Un espacio seguro, un lugar donde sentirse en casa, hombres y mujeres que se preocupan por los demás? Y, ¿qué puede el amor cuando todo parece invadido de odio? Con muchas preguntas concluyó ayer por la tarde la activista Míriam Hatibi frente a dos centenares de personas en los jardines Pla i Armengol, en el Guinardó, su contribución al Manifiesto poético para el presente que cerró la cuarta Biennal de Pensament de Barcelona. Una alocución que Hatibi comenzó recordando Gaza y los 3.067 kilómetros que la separan de Barcelona. Y preguntándose qué significan las distancias, cómo entenderlas. Antes que ella había tomado el escenario otro treintañero, el escritor David Uclés, autor de La península de las casas vacías (Siruela), la guerra civil contada con realismo mágico, que había reivindicado la memoria y atacado a los que rechazan debatir de acontecimientos “de hace menos de un siglo” y los descalifican como “las guerras del abuelo”. Uclés habló de trauma y aseguró que “sin un pasado sanado no hay un presente estable y un futuro posible”.
Fueron algunas de las últimas reflexiones de una Biennal que abrió el martes el gran dramaturgo libanés-canadiense Wajdi Mouawad y por la que han pasado figuras como el filósofo Jacques Rancière, y que ayer concluyó con propuestas que fueron desde una conferencia que unió filosofía y música a una reflexión sobre las relaciones entre Catalunya y España tras años de convulsión.
“En España no hemos podido mirarnos a la cara y decir que estamos dispuestos a pactar el modelo de convivencia”
El catedrático de Derecho Constitucional Javier Pérez Royo y el profesor de Teoría Política Marc Sanjaume subieron al arrancar la tarde al escenario de la porticada plaza Masadas de Sant Andreu y dibujaron un panorama repleto de incógnitas y de omisiones bajo la pregunta más simple posible: “¿Y ahora qué?”. Un Pérez Royo que recordó que en pocos meses de 1978, los que van de enero a abril, pasamos de tener una propuesta de Constitución muy federal “sin patria común indivisible” a que todo eso desapareciera, lo que atribuyó “al Estado profundo”. Finalmente, apuntó, hubo un pacto que duró décadas hasta el choque por el nuevo Estatut de Catalunya. “El PP puso un recurso y el Tribunal Constitucional se lo compró y dio una suerte de golpe de Estado, desconociendo el pacto entre el Parlament y las Cortes y el resultado del referéndum aprobatorio. Ahora estamos sin norma jurídica, existe pero no tiene el consentimiento de la población de Catalunya. Hay que hacer otra vez el pacto constituyente que se rompió, pero no sabemos muy bien cómo”. Y apuntó que “en España no hemos sido capaces de mirarnos a la cara y decir que estamos dispuestos a pactar nuestro modelo de convivencia”.
Sanjaume recordó que “hemos visto muy pocas propuestas”, ni siquiera algunas que le parecen “de sentido común” como “una oferta de poder compartido a los catalanes, en la que se tenga un poder de veto en Madrid” o una cámara territorial “de verdad”. Y señaló que se tienen que escuchar las preferencias de la ciudadanía catalana “aunque sea votando en todo el Estado”.
Por suerte, la jornada había comenzado casi mística con la conferencia performativa Dancing philosophy en el patio del CCCB. Anthony Moore y Siegfried Zielinski mezclaron música, poesía y reflexión, de Lucrecio a Althusser. Y de Sócrates a Nietzsche y su idea de que no se puede dejar toda la verdad al logos, algo queda sin decir. Hace falta música: “Elevad vuestros corazones, hermanos. ¡Y no olvidéis vuestras piernas!”.