Asegura el director de Temporada Alta, Salvador Sunyer, que el espectáculo Gaviota, de Guillermo Cacace, es uno de los que más ilusión le hacen. En su debut en el festival de Girona, el director argentino propone una revisitación del clásico de Chéjov, con cinco actrices alrededor de una mesa tomando vino, y con el público alrededor.
En Temporada Alta serán un centenar los privilegiados en cada función, en las tres que se ofrecen en El Canal, de Salt, viernes y sábado. Siempre es atractivo volver a los clásicos, por ello no es casual que este jueves se haya estrenado otra versión de La gaviota, esta vez en el Teatre Lliure, con dirección de Julio Manrique.
“La gaviota es una de esas obras en las que uno no termina de decirlo todo –manifiesta Cacace–. ¿Por qué la queremos hacer? ¿Qué es el teatro, sino hacerte preguntas sobre las representaciones de teatro contemporáneo? Hacerte preguntas como la que se hace Kostia, ¿para qué sirve todo lo que hacemos? No logramos contestar esa pregunta, pero da vigencia y sentido a lo que hacemos. No creo que merezca una respuesta, pero sí que merece la pena la pregunta”.
El director plantea la obra a partir del personaje secundario de Masha, “que lo ve todo”
“Este montaje tiene una marca muy particular, pues en la primera convocatoria de lectura estalló la pandemia. El Zoom no alcanzaba y al cabo de un año y medio, cuando ya nos encontramos, trabajamos seis meses en un espacio. Pero apareció otra manera de hacerla, mucho más intensa, que nos convencía mucho más: alrededor de una mesa, tomando un vino“.
”Tiramos por la borda esos seis meses de trabajo y seguimos por ahí. Durante un año, los lunes nos encontrábamos para hacer la obra para unos pocos amigos”, recuerda Cacace. “Les invitábamos a verla y que trajeran una botella de vino”, apostilla Paula Fernández Mbarak, una de las intérpretes, junto a Clarisa Korovsky, Marcela Guerty, Muriel Sago y Romina Padoan.
¿Para qué sirve todo lo que hacemos?, se pregunta Kostia, y ello da valor a nuestro trabajo
“Que lo interpreten mujeres, la gente lo asocia con una suerte de agenda progresista, y estoy de acuerdo con ello. Pero también es verdad que surgió por el hecho de que yo quería trabajar con estas cinco actrices, con las que ya he trabajado y con las que quiero seguir trabajando, y pensé: qué más da que sean mujeres”, manifiesta Cacace.
“El vínculo de Hamlet con Kostia es incuestionable –admite el director–. Chéjov tenía una admiración por Hamlet y creo que lo ha llevado a la otra orilla. Escucho a Kostia y también escucho a Hamlet, pero creo que Chéjov nos permite ver la existencia desde un lugar de vulnerabilidad e incertidumbre, y Shakespeare no”.
Sin embargo, su versión está planteada desde el personaje de Masha. “Chéjov le hace decir que es un personaje secundario y siempre me ha dado la sensación de que Masha era quien veía todo lo que les sucedía a los personajes. Yo tengo debilidad y empatía por Masha”, concluye Cacace.
'Paisatges compartits'
Siete horas de teatro en el bosque
Caroline Barneaud y Stefan Kaegi (Rimini Protokoll) invitan a una experiencia artística de siete horas en Celrà, combinando teatro, música y danza, con Paisatges compartits.
Con nombres como El Conde de Torrefiel, Chiara Bersani y Marco D’Agostin, Sofia Dias i Vítor Roriz, Begüm Erciyas y Daniel Kötter, Ari Benjamin Meyers, Stefan Kaegi y Gina Surià, y Emilie Rousset, el proyecto ofrece una inmersión artística en los campos y bosques del Empordanet, que ya ha pasado por el Festival de Aviñón.
Paisatges compartits reflexiona sobre la relación entre el arte y el paisaje natural, con intervenciones respetuosas con el entorno y una mínima huella ambiental. En Celrà, dentro del festival Temporada Alta, los días 5, 6, 12 y 13 de octubre.