Manuel Vilas: “En este mundo que vivimos, el que no se deprime es un psicópata”

Libros

El autor de 'Ordesa' publica 'El mejor libro del mundo', una novela fuertemente autobiográfica sobre el mundo literario y el éxito, la vida y la muerte a los sesenta años

Horizontal

Manuel Vilas fotografiado en un bar de Madrid esta semana 

Dani Duch / Propias

Manuel Vilas (Barbastro, 1962), el autor de la exitosa novela Ordesa,  se hace un selfi sonriente desde lo alto de la torre de una iglesia evangélica en una desconocida ciudad rumana y envía la foto a su mujer, hijos, familia y amigos. Un turista afortunado. Acto seguido, salta al vacío. Una editora recuperará el libro que acababa de terminar y que tenía guardado en la nube. 

Un libro en el que cumplidos 61 años Vilas reflexionaba sobre el gremio literario y el éxito que tan tarde le llegó -y de todos los escritores que no le habían hablado hasta entonces y los que dejaron de hablarle después-, pero sobre todo reflexiona con humor sobre la vida y la muerte, sus padres, el alcoholismo, su precaria salud mental, el edadismo, el poder de la belleza, los trabajadores subalternos y hasta la dermatitis seborreica. Y habla con el fantasma de Lou Reed. Es El mejor libro del mundo (Destino), una novela con un punto woodyalleniano.

¿Esto es lo que se llama un libro a calzón quitado?

Este libro nace cuando yo cumplo 60 años y de repente me veo encima el número 6, que supone una certeza matemática. En los 50 años hay como una igualdad entre pasado y futuro, pero cuando vi el 6 dije: 'Ya tengo más pasado que futuro'. Lo cual me hizo entrar en una crisis y en una revisión de qué había sido mi oficio y qué era mi vida. 

De hecho, mira muchas veces la vida a través de su final, por ejemplo tiene muy presente a Jorge Manrique y las coplas a la muerte de su padre.

Hay un tópico medieval que a mí me parece universal y que sigue estando de actualidad absoluta y que es el poder igualatorio de la muerte. Tiene mucha gracia porque resulta que en las grandes fortunas de este mundo la gente se muere igual. Hablo en el libro sobre la muerte de Isabel II y su funeral...

Y de que no le invitaron. 

Es que me deberían haber invitado a ese entierro porque ahí hay una novela. Invitan al Rey y a la Reina, que no van a escribir una novela. Si a mí me invitan, traigo una novela o un ensayo, 100 páginas seguras, porque me encontraría allí con la combustión de la historia, del capitalismo, de lo que somos, la construcción de la realidad. En todo caso la cuestión es que en ese entierro  ves  que el más poderoso, el más rico, muere igual que el más pobre y el más desheredado y marginado. Y eso introduce una perplejidad, la imposición de lo biológico sobre cualquier construcción sociocultural que hayamos sido capaces de hacer. A lo biológico le importa un pimiento si el que va a morir es un rey o es un mendigo.

En el libro no se ahorra contar nada de la vida “zigzagueante” que ha tenido. Alcohol, depresión, drogas. ¿No siente pudor?

Para mí la literatura es un ejercicio de verdad, decir las cosas sin filtro. En la vida social sí que hay que poner filtros para muchísimas cosas, necesita una hipocresía razonable, pero las novelas, las películas, el arte, son ese espacio que la cultura occidental ha dejado para que los escritores y artistas se expresen sin filtros. Yo como lector de novelas no admito que un escritor me ponga filtros, para eso me pongo el telediario. 

Habla sin ambages de su salud mental. Dice que está harto de disimular estar bien y que ha tenido un sufrimiento psíquico demoledor. 

Lo he tenido. Y lo sigo teniendo. Aprendes a convivir con él, es fruto de tu sensibilidad, de tu singularidad. Tengo un psiquiatra habitual. Esta confesión relacionada con la salud mental se puede hacer ahora, desde hace un año. Gracias a ciertos políticos y a que la sociedad da un paso adelante, verbaliza un tema que a mucha gente le ha jodido la vida y encima no lo ha podido decir porque si lo dicen automáticamente pasas aún hoy a estar estigmatizado, pasas a ser un débil mental o una persona poco sólida, poco apta para los trabajos. Bruce Springsteen lo confesó hace tres o cuatro años. Si lo hace gente que importante la sociedad avanza. 

Por otra parte, creo que no existe la normalidad psíquica. Es un encorsetamiento social que nos hemos inventado y que es la normalidad. La mayoría de la gente tiene sensibilidades muy peculiares. En este mundo el que no se deprime es que es un psicópata. Deprimirse o pasar épocas de angustia y de depresión viviendo en el mundo en que vivimos es lo que se espera de un ser humano a no ser que seas un psicópata y no sientas nada. Hay divorcios, muertes de padres y de madres, despidos laborales, 50 cosas que generan dolor psíquico, que te pueden llevar a una depresión. 

Da su diagnóstico: depresión. Pero también dice que la depresión de alguna manera es uno mismo.

Hay psiquiatras que no sé qué me dirían, pero yo creo que hay un cierto tipo de personas depresivas para las que es su personalidad porque es su manera de sentir el mundo y su manera de empatizar. Es una empatía con el mundo, el mundo no te deja indiferente. Y al empatizar con el mundo tu sistema psíquico se resiente. Yo he llegado a la conclusión de que mi manera de estar en el mundo es esa. Lo cual en modo alguno significa que te impida llegar a ser feliz o estar alegre. Aprendes a convivir con eso que tú tienes y que eres tú. 

Con eso y con la fluoxetina. 

Y con la fluoxetina. Hay toda una teoría de las drogas en la novela. Yo soy adicto a drogas de farmacia, desde el ibuprofeno hasta los ansiolíticos. Pero claro, nadie te llamará adicto a drogas de farmacia. Utilizan la palabra medicamento, cuando en realidad lo que te prescribe el médico es una droga. Estigmatizar las drogas a mí me parece un error. Al final cuando uno tiene sesenta años tiene un montón de averías. Que si pólipos nasales, que si fisura anal, que si asma. Ahora llevo este inhalador. ¿Es un medicamento o una droga? Medicamento es un eufemismo.

Cuenta que ha tomado drogas desde la adolescencia.

Primero drogas blandas, hachís y tal, luego alcohol, que es una droga que está legalizada y es la peor. El alcohol es bastante funcional. Si lo sabes manejar, si eres un bebedor social, no pasa nada. Pero siempre que estás tomando una copa, estás en zona de peligro. Porque puede ser que al día siguiente te pase algo malo, alguna adversidad en tu vida, y ya empieces a beber de otra forma. 

Y usted empezó a beber de otra forma. 

Sí, pero hace diez años que no bebo. Ahora mis drogas son drogas de farmacia baratísimas. Una caja de fluoxetina vale un euro cincuenta. Un gin tonic vale diez euros. 

Añade otro factor a la depresión: la humillación que nos causa la falta de serenidad de nuestras ambiciones.

Yo heredé la idea de que mi padre se sintiese orgulloso de mí. Y es una trampa porque te lleva a tener ambiciones que no te van a hacer feliz, porque se van a incumplir. La idea de que tu padre esté orgulloso de ti y que tiene que ver también con la idea de que voy a escribir el mejor libro del mundo para que mi padre se sienta orgulloso de mí... mucha gente tiene ese arcano, quizá ahora las generaciones actuales no lo tengan, pero la mía sí, la idea de que tu padre y tu madre digan que estamos orgullosos de ti porque has conseguido algo.

Hace un retrato muy divertido de usted mismo como muerto de hambre por herencia y ADN, y se retrata comiendo todo lo que puede en los desayunos de los buffets libres de los hoteles a los que ahora va como escritor.

La expresión la decía mucho mi madre, ojo, no te conviertas en un muerto de hambre. Es un atavismo de la clase media-baja de la que yo vengo, de los años sesenta. Yo nací en el 62 en un pueblo, una familia humilde. Y la idea de no acabar siendo un muerto de hambre presidía la actividad y presidía las ilusiones y los objetivos finales. Me metí en la literatura y mi obsesión siempre ha sido no acabar pidiendo en una esquina. Y lo digo de verdad. Siempre he tenido mucho miedo. Había escasez en mi casa, había problemas económicos gordos y yo estudié con becas. 

Ahora sé que, joder, me dicen mis amigos o mi mujer '¡pero descansa ya!, que no vas a acabar en una esquina pidiendo', y racionalmente tengo dinero en el banco y es verdad que no voy a... pero no. Es que no puedo evitarlo. Y cuando veo a un mendigo me veo y digo, 'ostia, yo dentro de tres días estaré al lado de éste'. En mi casa es que no tiro nada. Ni un trozo de pan. Llego a los hoteles, a los buffets libres y veo toda esa cantidad de comida y seguro que la tiran y me pongo muy nervioso, pero mucho. 

En la obra habla mucho del gremio de los escritores y la profesión no sale especialmente bien parada. Dice que de hecho mucha gente solo escribe buscando el éxito. ¿Usted lo ha hecho?

No. Hay un éxito de literatura que es al que yo me he hecho adicto, que es el de la complicidad absoluta de los lectores. Cuando publiqué Ordesa, y lo cuento al principio de esta novela, había lectores que me venían y me decían que ese libro les había cambiado la vida. y automáticamente se establecía una complicidad fraternal. Éramos dos seres humanos que habíamos encontrado un momento de comunión. Y eso es adictivo, porque es entrar en el corazón de otra persona. Ordesa fue empleado para sanar relaciones, padres, madres e hijos se regalaban el libro. Ese es el éxito que yo entiendo en literatura, una complicidad con el lector, en donde el lector recibe que tú le estás hablando de verdad. 

Y por eso escribo intentando alcanzar el corazón de los lectores, que es difícil. Luego hay mucha gente que vende muchísimos libros que son de entretenimiento, que gustan a la gente, pero que no le van a decir al escritor 'tu libro me ha ayudado a hablar con mi padre', 'he visto quien es mi padre y lo comprendí'. Respeto ese tipo de escritura pero no me dedico. Yo escribo con las tripas, con el corazón abierto. El libro es un libro a calzón quitado.

Cuenta cómo gente que le tenía como el último mono le pasa a otra categoría con el éxito de 'Ordesa' y empiezan a hablarle.

No es algo específico de la literatura, es como cuando a una empresa llega el becario, que se puede tirar de becario 20 años hasta que de repente hace algo bien y lo ascienden y pasa de la invisibilidad absoluta a ser visible. Antes de publicar Ordesa mucha gente ni me veía ni sabía quién era. Y claro, es gracioso, tiene un punto cómico, la novela todo el rato está buscando la comedia, un poco muy Woody Allen. Hostia, no me saludaba nadie y ahora me saluda todo el mundo. ¿Qué ha pasado aquí? Y eso te sirve para reírte de la condición humana. De la estupidez que era cuando no te la saludaban y de la estupidez que es cuando te saludan.

O de cuando amigos escritores le dejan de saludar por su éxito.

Sí, yo era muy amigo y de repente pues no sé qué pasó... Pero yo me he hecho a mí las culpas siempre. No le hecho las culpas a nadie. Siempre soy el que más se ríe de sí mismo. Y el que peor parado sale de esta comedia soy siempre yo.

En el libro hay una lucha entre la escritura y la vida, entre el mejor libro del mundo y la mejor vida del mundo, y para algunos de los escritores que retrata resultan incompatibles. 

Yo defiendo la primacía de la vida sobre la literatura. Para mí la vida es lo fundamental de este negocio. La literatura es una representación de la vida. Yo me hice escritor porque veía que a través de la literatura podía prestar un servicio a la vida, a la celebración de la vida con todo lo que tiene, lo bueno y lo malo. Pero que en cualquier caso era una actividad íntimamente relacionada con el acto de vivir. Por eso los ejemplos de escritores que pongo son siempre escritores donde la vida ha sido más importante que el ejercicio de la literatura. 

Algunos no salen bien parados, como Juan Benet.

Tampoco recibe tanto. Para el tipo de escritor que yo soy, que los lectores te den la espalda es una condena, horroroso, un dolor, porque no tiene sentido tu trabajo. Mi trabajo se cumple cuando un lector se emociona con algo que yo he escrito. Para mí es un acto muy egoísta y un tanto vacío, aunque respeto si a él eso le saciaba, le ponía cachondo, pero a mí escribir una página complicadísima, maravillosa, artísticamente excelsa, pero que luego vaya a defraudar a un lector que vaya a esa página con el ánimo de aprender algo no tiene sentido.

A Kafka le llama el Elvis Presley de la literatura.

Era guapo y alto. Medía 1,82, para la época muy alto. Todos los contemporáneos lo primero que dicen es era un hombre alto. Soy un gran lector de Kafka porque cuando le leía pensé que yo sí podía ser escritor. Había leído a otros escritores que me habían fascinado, pero que no me habían propuesto la entrada en la escritura activa. Y Kafka sí que lo hizo. por el milagro que hay en sus novelas, por las cosas tan extraordinarias que cuentan en sus novelas, por el sentido del humor, por el misterio, porque todo aquello que parece insignificante se convierte en algo extraordinario en sus novelas. 

En la novela reflexiona mucho sobre el poder que tienen los guapos y las guapas. 

Ese capítulo es muy divertido. Por ser un gran escritor nadie se va contigo. Se va contigo si eres guapa o guapo. 

¿Por qué ha elegido esa panoplia de músicos y escritores?

El segundo capítulo, está dedicado a artistas, escritores, músicos, filósofos que me han ayudado a vivir, aunque a veces los critique o censure un poco. Son gente que ayuda a ver. Yo creo que el arte, la literatura, los creadores del pasado, te ayudan a vivir, son como hermanos mayores. Y los músicos, hablo tanto de Bach como de Amy Winehouse.

Dice que los escritores son los que quizá con más intensidad ven que la muerte significa la desaparición del pasado. ¿Le da miedo la muerte?

Es un gremio especialmente sensible a la muerte, tanto en cuanto es la desaparición, como si algo no hubiera ocurrido. Sé que cuando me muera desaparecerán miles y miles de pensamientos, miles y miles de recuerdos. Y no lo entiendo. La muerte para mí es un misterio. No la concibo. Tengo una relación extraña con la muerte. Lo que me da miedo, lógicamente, es la decrepitud y la enfermedad. La muerte en sí misma en realidad es una superstición, porque no vas a conocerla, no vas a poder verla para poder analizarla. Pero me produce perplejidad la desaparición.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...