El Mercat de Música Viva de Vic tenía programados este viernes 27 conciertos correspondientes a diversos géneros musicales, muestra del sano espíritu ecléctico que caracteriza esta convocatoria. En las actuaciones de primera hora destinadas solo a profesionales, nos las hubimos con el art pop / electrónica experimental de la portuguesa Sús, y con el trabajo de la valenciana Sandra Monfort, pivotando entre lo tradicional, la electrónica y el pop.
La primera de ellas, que presentaba el reciente Entre, descorchó su concierto con el rostro cubierto por un velo. Tanto la música como la puesta en escena y visuales de su comparecencia –que pasó por temas como Além do tempo o Primavera deserta– nos la revelaron como una magnética sibila oscura y melancólica… que, no obstante, también supo mostrar y transmitir crestas de dulzura.
Sandra Monfort, acompañada de dos músicos más, presentaba canciones de muy reciente factura bajo el epígrafe La mona de nit, reivindicando sus ganas de “luz, celebración y goce” tras superar una complicada vicisitud personal. Con gran y bien trabada entrega escénica, nos regaló cosas tan festeras como Bandida. Recalando en su disco anterior de 2023, nos impactó también explorando la distancia corta con el doliente tema en castellano Brillo de luna, culminando su paso por el MMMV con la contagiosa Pasodoble Maria.
Retrocediendo al jueves por la noche, los espectadores de L’Atlàntida aullaron de puro placer con Terra Ignota. Confabulación instrumental elaborada al alimón por los barceloneses Blood Quartet (adscritos a un territorio muy particular que bebe desde del free jazz hasta de la no-wave entre más coordenadas), y los surcoreanos Dongyang Gozupa, banda de rock progresivo con un ancla en la música tradicional de su país. Creatividad rampante en una sesión donde cada grupo interpretó dos temas por su cuenta, a los que cabe sumar otros seis conjuntamente.
La alianza catalano-coreana caminó por pelajes de lo más contundentes aunque también hipnóticos"
Degustamos un viaje en el que, de entrada, nos fascinó el trote indómito del yanggeum tradicional. La cosa –que acabó por todo lo alto con Rare doom/Cycle– caminó por pelajes de lo más contundentes aunque también hipnóticos. Se suman en la memoria del espectador múltiples detalles, entre los que referiremos una muy buena conexión entre los percusionistas de ambos grupos, así como los distinguidos malabares a la trompeta por parte de nuestro Mark Cunningham. Solo nos queda esperar que esta alianza fructifique en un disco.
La misma noche, y en la carpa situada cerca del teatro, el ex-Berri Txarrak, Gorka Urbizu, presentó su primer disco a solas, Hasiera bat, junto a un cuarteto en el que distinguimos a Joan Pons (El Petit de Cal Eril) a la batería y Jordi Matas al bajo. Buena asistencia de público en una solvente convocatoria de rock de autor en lengua vasca, en la que además de temas de su álbum (Teoria bat…) versionó Etorkizuna Ginenean, la pieza que él mismo escribió en su día para los Leihotikan.
De vuelta a L’Atlàntida, culminamos la jornada con Sopa de Pedra, formación de Porto de folk a capella (con algo de percusión en ocasiones) integrada por diez voces femeninas. Sesión de raíz con el encanto de las armonías vocales por bandera, que pasó entre más cosas por Zeca Afonso (Adeus ó serra da Lapa), cantos de segar o una muy vistosa Senhora do Almortão.