Lakecia Benjamin, fuego frente al mar en L'Estartit

Sea Jazz Estartit

La saxo alto neoyorquina, nominada a tres Grammy, repite gira europea con 'Phoenix revisited'

Lakecia Benjamin, este jueves en el Sea Jazz Estartit

Lakecia Benjamin, este jueves en el Sea Jazz Estartit

Pere Duran / Nord Media

Lakecia Benjamin refulgía en la oscuridad cuando subió al escenario de El Molinet ataviada con un llamativo traje plateado, a juego con el saxo alto que colgaba de su pechera. Puño en alto y con dos perfiles de África colgando de sus orejas, la neoyorquina saludó al público en su primera visita al Sea Jazz Estartit, exhalando fuerza por todos los poros de su cuerpo. “Vamos a celebrar la vida!”, gritó con una sonrisa, “esta noche celebramos a las mujeres del jazz”.

Inquieta como su propia música, Benjamin llegaba a la Costa Brava apenas semanas después de publicar Phoenix reimagined, su primer disco en directo grabado recientemente en Brooklyn ante un puñado de afortunados espectadores. Era su respuesta al éxito logrado por su cuarto disco de estudio, Phoenix, su forma de no aposentarse después de obtener tres nominaciones a los premios Grammy, además del respeto de público y crítica, que ven a la saxofonista y compositora -y vocalista cuando la situación lo requiere- como un valor en alza.

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El resultado es un directo plagado de fuerza en el que Kecia ahonda en su fusión de jazz, soul y hip hop sin olvidar las esencias que aprendió de su admirado John Coltrane, el otro gran protagonista de la noche; una reinterpretación de los temas de Phoenix que recientemente presentó en el prestigioso Tiny Desk de la NPR, la radio pública estadounidense, acompañados con un mensaje de esperanza, fe en Dios y en la capacidad del ser humano para avanzar. “Tenemos una vida, y una oportunidad para ser felices. Sueño con un mundo donde la paz es posible” dijo Benjamin anoche en L’Estartit, a donde llegó con el espíritu ígneo que desprenden las nuevas versiones de sus temas.

Benjamin habló mucho de fe y esperanza, y puede hacerlo porque sabe de lo que habla, de la fe que la hizo perseguir a Prince hasta conseguir tocar con él, de la fe que le regaló una actuación en la Casa Blanca junto a Stevie Wonder, o de la fe que la acompañó cuando, en el 2021, se fracturó la mandíbula (su principal herramienta de trabajo) en un accidente de coche que por poco le cuesta la vida.

Todos estos recuerdos quedaron borrados por el mar frente a las islas Medes ocultas por la oscuridad. Un escenario que Benjamin no dejó de recordar al público (“celebramos el mar”, espetó) con el que buscó y encontró conexión durante la velada, que arrancó puntual a las 22 horas después de la actuación del trompetista gerundense Joan Mar Sauqué, que presentó su nuevo trabajo, “Náufragos”.

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Armada con su saxo alto, y después de presentar a la banda formada por Oscar Pérez al piano y teclados (o ambos a la vez, como en New mornings), Elias Bailey al contrabajo y EJ Strickland a la batería, Benjamin abrió la actuación a toda velocidad con Trane, y el saxo echaba fuego en el homenaje al maestro a quien ya dedicó un álbum entero en el 2020 (Pursuance: The Coltranes), y que reapareció posteriormente con My favorite things, uno de los éxitos del legendario saxofonista neoyorquino por el que Benjamin se elevó una y otra vez hasta los agudos más extremos aupada por el ritmo de la batería.

Sin la electrónica y las voces invitadas que aparecen en su último diso, Benjamin amplificó la fuerza de su saxo para lanzarse a continuación a rapear las ideas de Angela Davis como entrada a Amerikkan skin, que sonó a un tempo más acelerado que la versión del disco para concluir con otro fraseo rap. La neoyorkina de 42 años gritaba, alzaba los puños y saltaba por el escenario pidiendo más aplausos. Pronto se quitó la chaqueta mientras Oscar Pérez se desgañitaba al piano, al igual que en el arranque de Jubilation, donde el pianista de ascendencia cubana pudo esplayarse con notas cargadas de alegría. No faltó a la cita la funky Moods con el órgano sustituyendo al piano y una fuerte síncopa de batería. Como hechizada, la saxo alto tomó el papel de reverendo en una misa gospel para mandar al público cantar y aplaudir a voluntad. Fue en un largo viaje que incluyó solos de piano y batería para cerrar entre aplausos el concierto antes de regresar a los bises con la definitiva Pursuance.

Antes que la neoyorquina levantara a un público entre el que se contaban muchos turistas y no pocos jubilados, Joan Mar Sauqué demostró su buen hacer en formato de quinteto. Valiéndose de la dulce voz de Marta Garret y la maestría a la guitarra de Josep Traver, suelto y relajado mientras atravesaba la frontera entre la samba y el swing, el trompetista llevó al público más tempranero por un viaje en clave de samba por la figura de Fernando Pessoa, aunque también se colaron Aurora Bertrana, inspiración de Nàufrags y Josep Maria de Sagarra, que hizo lo propio con All i salobre, endulzando la espera. Mientras, detrás del escenario se veía a los llauts regresar a casa a través de un mar en calma, adelantados por las barcas de más potencia pilotadas por domingueros de alto copete que regresaban de las Medes, todo un recordatorio de que lo de “Sea Jazz” no es ninguna broma en L’Estartit. 

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