El mecanismo de Antikythera es la computadora analógica más antigua conocida que fue construido en el siglo II antes de Cristo y que fue recuperado de un naufragio cerca de la isla griega del mismo nombre en 1901. Los investigadores creen que son los restos de una compleja calculadora mecánica de la que todavía quedan muchos secretos por desvelar.
La hipótesis más aceptada –más allá de la fantasía de los viajes en el tiempo que plantea la última película de Indiana Jones- es que los diales exteriores conectados a los engranajes internos permitieron predecir eclipses y calcular las posiciones astronómicas de los planetas en cualquier fecha determinada con una precisión incomparable con cualquier otro dispositivo conocido de su época.
Tan grande como una caja de zapatos
El dispositivo, que tiene el tamaño de una caja de zapatos, se encontró roto en múltiples fragmentos y erosionado por los siglos que pasó en el mar. Aún así, desde el primer momento quedó claro que contenía una serie compleja de engranajes inusualmente elaborados.
Astrónomos de la Universidad de Glasgow han descubierto ahora -utilizando uno de los equipos científicos más avanzados del siglo XXI, desarrollado para analizar las ondas gravitacionales- que uno de los componentes del mecanismo de Antikythera probablemente se utilizó para rastrear el año lunar griego.
En 2020, nuevas imágenes de rayos X de uno de los anillos del artefacto, conocido como anillo del calendario, revelaron detalles de los agujeros espaciados regularmente que se encuentran debajo. Sin embargo, como la pieza estaba rota e incompleta, no estaba claro cuántos agujeros había originalmente.
El análisis inicial realizado por el investigador Chris Budiselic y su equipo sugirió que probablemente estaba entre 347 y 367. Gracias a las técnicas de modelado estadístico se ha podido establecer que lo más probable es que el anillo tuviera 354 agujeros, correspondientes al calendario lunar, que 365, siguiendo el calendario egipcio.
Según explican en un artículo publicado en la revista Horological Journal, los investigadores de Glasgow indican que la opción de 354 agujeros es cientos de veces más probable que un anillo de 360 agujeros, una cifra que estudios anteriores habían sugerido como posible recuento.
“Hacia finales de 2023, un colega me señaló los datos adquiridos por el YouTuber Chris Budiselic, que buscaba hacer una réplica del anillo del calendario e investigaba formas de determinar cuántos agujeros contenía”, explica el profesor Graham Woan, especialista de la Facultad de Física y Astronomía.
“Me pareció un problema interesante y pensé que podría resolverlo de una manera diferente durante las vacaciones de Navidad, así que comencé a utilizar algunas técnicas estadísticas para responder la pregunta”, añade.
Woan utilizó una técnica llamada análisis bayesiano, que utiliza la probabilidad para cuantificar la incertidumbre basándose en datos incompletos, para calcular el número probable de agujeros en el mecanismo utilizando las posiciones de los espacios supervivientes y la ubicación de los seis fragmentos que aún quedan del anillo. Sus resultados mostraron pruebas contundentes de que el anillo contenía 354 o 355 agujeros.
Dos perspectivas, una solución
Al mismo tiempo, el doctor Joseph Bayley, del Instituto de Investigación Gravitacional de la propia Universidad escocesa, oyó hablar del mismo problema y adaptó técnicas para analizar las señales captadas por los detectores de ondas gravitacionales, que miden las alteraciones causadas por eventos astronómicos masivos como la colisión de agujeros negros.
La Cadena de Markov Monte Carlo y los métodos de muestreo anidados que utilizaron Woan y Bayley proporcionaron un conjunto probabilístico completo de resultados, sugiriendo nuevamente que el anillo probablemente contenía 354 o 355 agujeros en un círculo de radio de 77,1 milímetros con una incertidumbre de aproximadamente 1/3 mm.
También revelaron que los orificios se colocaron con precisión y con extraordinaria precisión, con una variación radial promedio de solo 0,028 mm entre cada orificio. “Esto me ha dado una nueva apreciación del mecanismo de Antikythera y del trabajo y cuidado que los artesanos griegos pusieron al crearlo: la precisión de la colocación de los agujeros habría requerido técnicas de medición muy precisas y una mano increíblemente firme para perforarlos”, dice Bayley.
El profesor Woan añade que es “una clara simetría” que hayan adaptado las técnicas que se utilizan “para estudiar el universo hoy en día para comprender más acerca de un mecanismo que ayudó a la gente a realizar un seguimiento de los cielos hace casi dos milenios”.
“Esperamos que nuestros hallazgos sobre el mecanismo de Antikythera, aunque menos sobrenaturalmente espectaculares que los realizados por Indiana Jones, ayuden a profundizar nuestra comprensión de cómo los griegos fabricaron y utilizaron este notable dispositivo”, concluye.