El Ministerio de Cultura es el primero que cumple con el inventario marcado por la Ley de Memoria Democrática. Y tras una intensa investigación han detectado nada menos que 5.126 piezas en los museos estatales que proceden de incautaciones durante la guerra civil y la dictadura franquista. Se trata de joyas, vajillas, cerámicas, textiles, cuadros, esculturas, mobiliario y hasta ornamentos litúrgicos que están depositados en museos como el Sorolla, el Arqueológico Nacional, el de Artes Decorativas o el Museo Nacional del Romanticismo, en Madrid, o el Nacional de Escultura en Valladolid. Un total de 5.126 piezas que ahora sus legítimos propietarios podrán reclamar y las solicitudes se estudiarán caso por caso.
Un estudio en el que, a falta del desarrollo del reglamento de la Ley de Memoria Democrática que estipule las normas para las devoluciones, se guiará por las indicaciones que ha dado la Abogacía del Estado: es diferente si la pieza ha permanecido en los almacenes de esos museos sin ser mostrada que si se ha exhibido durante estos años de manera “pública, pacífica y notoria” sin ser reclamada, con lo cual el Estado tendría el derecho de usucapión. Esto es, se da la reversión de la posesión y el Estado pasa a a tener esos bienes como titular y no sólo como depositario.
Que es como los tuvo originalmente durante la guerra civil, como ha recordado el ministro Ernest Urtasun en la presentación del inventario, que se puede consultar en la página web vwww.cultura.gob.es/cultura/mc/incautaciones-guerra-civil/portada.html junto a toda la información disponible de cada pieza. “Hoy sabemos la mayoría de piezas proceden de la Junta del Tesoro Artístico organizada por la República durante la guerra para salvar piezas de interés artístico que la dictadura nunca devolvió a sus dueños. Fue un trabajo pionero de la República del que las autoridades franquistas se apropiaron indebidamente”, ha señalado Urtasun. Aunque ha aclarado que en el inventario hay también piezas que fueron “embargadas directamente por la dictadura, como las piezas de la colección Weissberger que están en el Museo del Romanticismo”. A José Arnaldo Weissberger se le había acusado de colaborar con el gobierno de la República y formar parte de una asociación masónica.
La Junta del Tesoro Artístico fue puesta en marcha por la República cinco días después de la sublevación y en un momento de fuerte escasez de gasolina y transporte se centró en mover las obras de donde podían correr peligro a sitios seguros. Cuando las tropas franquistas iban conquistando los territorios se hacían cargo de ellas a través de su Servicio de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional que al final la guerra debía hacer las devoluciones a los propietarios. Se llegaron a organizar grandes exposiciones donde la gente podía reclamar las piezas y catálogos fotográficos, pero no siempre fueron reclamadas; había gente exiliada, fallecidos y miedo a la represión política, y miles de piezas se destinaron a distintas instituciones estatales.
Urtasun ha querido a citar a Almudena Grandes: “Es un error creer que la memoria tiene que ver con el pasado, tiene que ver con el presente, por que si no sabemos quiénes somos no sabemos quiénes queremos ser, y tiene que ver con el futuro, porque si no tenemos identidad, ¿cómo vamos a poder vivir?”. Y ha concluido que toda política cultural debe estar ligada al hilo de la memoria democrática, un hilo que frente a los quienes lo cortaron desde el olvido o lo manipularon desde las mentiras hoy debemos retejer".