Mick Hardin ha dejado el ejército tras pasar 20 años en el equipo de investigación criminal. Quiere irse una temporada a Europa, pero antes vuelve a su pequeño pueblo de Kentucky para visitar a su hermana, Linda, que desde hace poco es la sheriff del condado.
Armas
“Tengo un rifle de mi padre, una escopeta de mi abuelo y una motosierra”
Como suele ocurrir cuando un detective de novela se jubila o se va de vacaciones, su entorno se empieza a llenar de cadáveres y Mick se ve obligado a volver a investigar. La ley de los cerros (Sajalín Editores/traducción de Javier Lucini) es la tercera entrega de las aventuras de Hardin, el investigador creado por el novelista Chris Offutt, que ha pasado por la BCNegra.
Literatura
“Leo clásicos, novela policíaca, de espías y ciencia ficción y adoro a McIlvanney”
Offutt, que está encantado con este primer viaje a España, se detiene un momento para hablar con La Vanguardia de literatura, de asesinatos de ficción, de su añorado Kentucky y de la entretenida La ley de los cerros.
¿Cuándo empezó a escribir?
Escribí mi primera historia a los siete años. No era muy buena. O quizá sí, para un niño de esa edad. Tenía de todo: buenos, malos, una persecución de coches y un final feliz.
Ya habría leído algo para empezar a escribir tan joven...
Mucho. No me gustaba estar en casa, así que desde muy pequeño me iba al bosque a leer las historias del Rey Arturo, de los caballeros medievales, de Robin Hood. Luego descubrí a Sherlock Holmes y copiaba, escribía historias caseras. En la universidad me dio por la poesía. Era para conquistar a las chicas, pero no era muy bueno. Empecé a escribir en serio a los 30 años y publiqué mi primera novela a los 34.
Kentucky es una de las protagonistas de La ley de los cerros . ¿Cómo es la vida allí?
Las colinas de Kentucky, donde yo nací, son la región más aislada de Estados Unidos. Es un valle de difícil acceso al que solo se llega por un paso muy estrecho. No hay grades ciudades. Es un conglomerado de pequeños pueblos conectados por caminos de tierra. Un lugar donde la forma de vivir y la cultura se aferran a las formas más antiguas de pensar y sentir, donde se conservan el sentido de la lealtad y el honor.
¿Todavía vive usted allí?
No. Mi ciudad natal, que contaba con 400 habitantes, desapareció. Todo se esfumó, hasta el nombre y el código postal. Ahora vivo en Mississippi, en el sur profundo de los Estados Unidos. Está a unas 12 horas en coche de Kentucky, a dos días de coche, pero no es mucho teniendo en cuenta las distancias del país. Vivo en el campo.
La naturaleza también está muy presente en su literatura...
Es muy importante para mí. Particularmente de niño, porque pasaba todo el tiempo en el bosque con mis libros y era un lujo por la gran variedad de animales, pájaros, árboles y flores. Era increíble incluso cuando nevaba o llovía.
¿Tiene también interés por lo sobrenatural?
Usted lo dice porque hay un momento en la novela en que Linda acude a ver a una mujer que tiene un fantasma en casa. No sé si existen o no los fantasmas, pero no está mal creer en ellos, en los ovnis, en la reencarnación o en la astrología. Me parece que creo en todo eso.
En la mayoría de las novelas negras hay crímenes poco creíbles que se producen en plácidas ciudades. Pero la suya es muy verosímil, porque en el condado de Mick todo el mundo sin excepción tiene armas...
Las armas en las colinas son como herramientas. La gente las tiene pero no siempre las necesita. Usan sus rifles y pistolas para cazar o para la defensa personal. En Kentucky la población está muy armada, pero no hay muchos crímenes, porque todo el mundo se conoce.
Ese puede ser un buen motivo para matar a alguien...
Sí, podría ser una buena razón, pero también hay cercanía y todo el mundo sabe que si tiene un problema con el vecino, lo tiene con toda su familia. Nadie quiere eso, así que intentamos resolver las cosas por las buenas y llevarnos bien.
El debate sobre las armas está abierto en Estados Unidos. ¿Usted que opina?
Hay un movimiento para prohibir las armas automáticas y los rifles semiautomáticos AR-15 que usan en el ejército y creo que es buena idea. Estas armas no deberían estar disponibles para chicos de 18 años. Pero es difícil porque Estados Unidos produce dos cosas, armas y películas y hay intereses políticos para que eso siga así.
¿Usted tiene armas?
Tengo un rifle de mi padre, una escopeta de mi abuelo y una motosierra, que mantengo en buenas condiciones para talar los árboles.
Además de novelista, usted es guionista de series de televisión y autor de cómics. ¿Qué es lo que más le gusta?
Prefiero escribir novelas, porque son lienzos más grandes sobre los que pintar y me dan más libertad para dejar volar mi imaginación. Me encanta escribir y lo haré hasta que me aburra o me quede sin ideas.
¿Cuáles son sus referentes literarios?
Para mí, la literatura es como un gran río al que van a parar ríos más pequeños. Yo trato de crear mi propio afluente y para eso leo todo el rato, dos libros al día. Leo clásicos, novela policíaca, de espías y ciencia ficción y adoro a William McIlvanney, un autor escocés que escribió en los años 70. Aunque prefiero la literatura de espías, conozco el canon americano del género criminal y también leo todo lo que puedo de los escritores de policíaca europeos traducidos al inglés.