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La ventaja cultural barcelonesa aún por explotar

La última hora de la creatividad digital

La cultura digital se extiende por la ciudad con nuevas aportaciones y cada vez más foco internacional

‘Psychoflage’, de Mónica Rikić, se exhibe en la Sala Apolo. La estructura inflable es sensible (mediante IA) a la presencia de público. 

Eloy Jódar

La prensa de San Francisco se hacía eco hace unos días de la “apasionada ovación” que recibió el montaje de la obra Mere Mortals del ballet de la ópera local, que dirige la audaz española Tamara Rojo y que contaba con el diseño de producción y el montaje visual –con inteligencia artificial– de Hamill Industries.

Hamill Industries es un nombre con reminiscencias de pasado fabril manchesteriano tras el que se oculta, en realidad, el estudio creativo barcelonés de Pablo Barquín y Anna Diaz. El reconocimiento internacional a su trabajo es relevante, pero también lo es el hecho de que los Hamill no sean un fenómeno aislado.

Que en Barcelona hay una escena cultural emergente en el triángulo arte-ciencia-tecnología (con un claro componente de activismo tecnoético ) es algo que se ha venido constatando en los últimos años. La novedad es que recientes aportaciones pueden favorecer que este año cristalice este magma de iniciativas dispersas.

¿Con qué nombre habría que bautizar a ese sólido cristalino? O más bien: ¿debe tener nombre como sí lo tienen Ars Electronica de Linz y, en el plano analógico, la madrileña Arco, o hay que dejar que esta convergencia de talento multidisciplinar sea una red sin jerarquías ni etiquetas, solo al servicio del arte y el descubrimiento?

Recapitulemos. Barcelona, como tantas ciudades globales, dispone de una vibrante comunidad de artistas. Son creadores que a menudo trabajan en una red de ciudades creativas. Pero los artistas barceloneses (nativos o por elección) tienen como mínimo tres ventajas competitivas respecto a los de otros lugares. 

El liderazgo

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La primera sería la proximidad de instituciones y empresas de ciencia y tecnología de primer nivel lideradas por personas abiertas a dialogar con el arte. Por citar solo tres casos, no todas las ciudades tienen un BSC, un Icfo o una UPC.

La segunda ventaja es una feliz coincidencia: la circunstancia de que la ciudad sea sede de dos grandes ferias tecnológicas mundiales, el MWC y el ISE. Ninguna ciudad acoge a dos gitantes de esta magnitud.

De hecho, esta semana se ha constatado el papel de catalizador del arte tecnológico que empieza a jugar el ISE, que dirige Mike Blackman.

Veamos. El ISE colaboró con Casa Batlló –otro activo relevante– en el mapping de la artista Sofía Crespo, después de que en 2023 hiciera lo propio con el de Refik Anadol.  Y por sus estands han pasado artistas invitados como Jeroen van der Most, pero también los convocados por una Generalitat que, de la mano de la propia consellera de Cultura, Natàlia Garriga, y de la directora general Marisol López, trabaja con perseverancia para amplificar esta esfera creativa digital.

'IA TRANSMUTATIONS' de Hamill Industries y Kiani del Valle en el Sónar 2022 

Miquel Molina

En este marco se presentaron proyectos como los de Onionlab, Nomada Studio, Eyesberg o los propios Hamill Industries, que en el pasado han colaborado también con organizaciones como el Sónar+D y Cosmocaixa/CaixaForum.

La feria que dirige Blackman proyecta asimismo un foco poderoso sobre la industria catalana de realidad inmersiva –que vive un desarrollo exponencial– y sobre el también pujante sector audiovisual. Y, por último, el ISE patrocina también el festival Llum BCN, que impulsa el Icub y dirige Maria Güell. Este fin de semana, el internacionalizado Llum vuelve a combinar su condición de evento popular con propuestas artísticas críticas.

Para completar la lista de ventajas que tiene la comunidad barcelonesa de arte y ciencia hay que referirse al Sónar+D, creado hace una década como punto de encuentro de colectivos y personas decididas a explorar las nuevas fronteras de la tecnología en nombre del arte.

Puestos a comparar, hay otras ciudades en el mundo –no demasiadas– que acogen macrofestivales de las dimensiones del Sónar, pero ninguno de ellos ha destinado tanto esfuerzo y recursos a fomentar la cultura digital con un instrumento del tipo del Sónar+D. Gracias al gran festival hermano, este satélite cuenta con un numeroso público potencial.

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En su línea de programar para una gran audiencia y no solo para sesudos expertos, Sónar+D se ha consolidado como una cita obligada. Hasta el punto de que cabe preguntarse si no acabará siendo este festival el embrión de un gran acontecimiento anual que concite muchas de las iniciativas externas de este ámbito. Si no lo es ya.

Sónar+D, CCCB y el Museu del Disseny destacan como polos de cultura digital

Más allá de su programación propia, este 2024 el Sónar+D vuelve a aliarse con la UPF para acoger el RAIN festival, dedicado al uso de la IA en el cine. En su seno se celebrará también la AI Blockchain Creative Summit, de la mano de UPF Ventures. En este contexto, ya fuera del perímetro del festival, la conferencia global sobre videojuegos Gamelab podría celebrarse en fechas coincidentes con Sónar+D.

Sónar+D puede ser también escenario de presentación de las residencias del programa europeo S-T-ARTS in the City , del que forma parte el hub barcelonés HacTe. 

La composición de los programas de residencia de S-T-Arts ( Science , Technology , Arts ) es una foto muy reveladora del panorama español: en los ocho subprogramas de este año participan ocho partners catalanes (Barcelona Supercomputing Center; Fundació Èpica Fura dels Baus; RCR-LAB·A; HacTe; la UB; PAL Robotics; la UPF y la MWC) frente a solo uno del resto de España (el centro AIMEN, de Galicia).

La internacionalización de la escena digital local va a más. Otros frentes son: la relación fluida con Ars Electronica de Linz (la presencia catalana en este festival austríaco es siempre notable); la conexión con el programa Arts at CERN del acelerador de partículas (su directora, Mónica Bello, reside en la capital catalana) y la involucración en proyectos de la Nueva Bauhaus Europea de la mano de su consejera Francesca Bria.

Si el Sónar+D es a día de hoy el polo en torno al que orbitan múltiples iniciativas de creatividad tecnológica, el CCCB desarrolla una constante colaboración con las grandes instituciones científicas. La última es la exposición sobre la IA, en la que participa el BSC.

El arranque del Llum Barceona, elviernes en el DHUB 

Pau Venteo / Shooting

Por último, un tercer polo es el Museu del Disseny que dirige en el DHUB José Luis de Vicente. La programación de 2024 de este centro municipal es una declaración de intenciones de su deseo de ser referencia en el debate de la creatividad científica y tecnológica: arranca con una exposición, Patterns and recognitions , del reconocido estudio de Londres United Visual Artists, e incluirá una participación del colectivo local Domestic Data Streamers con –de nuevo– sorprendentes usos de la IA.

Más allá de esos tres polos, las iniciativas en torno al arte y la ciencia brotan en la ciudad sin descanso. El mundo del galerismo tradicional ya se abrió a participar en esta escena con la organización de Focus Digital en 2023. Galerías como Àngels Barcelona acogen experiencias con IA. Y la semana pasada se presentó otro proyecto en el marco de la colaboración entre la galería Senda, la sala Apolo y Screen Projects (Loop Barcelona) para exponer en el local obra de artistas como Ada Morales, Fito Conesa o Mónica Rikić.

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Esta última, por cierto, trabaja en un sugerente proyecto en S-T-ARTS in the City : va de robots cuidadores (o robotas cuidadoras) y cumple con los requisitos que caracterizan su obra, que son la confección artesanal y la reflexión ética.

En este contexto, la fundación barcelonesa Quo Artis (uno de los participantes más veteranos en la escena local de arte y ciencia; organizó desde la ciudad la Bienal de Arte de la Antártida) arranca el día 7 de marzo su proyecto internacional A sea change , basado en la innovación creativa en economía azul y con artistas como Daniel G. Andújar, Robertina Šebjanič o Filippo Minelli

Mientras tanto, en el frente editorial, UPC-Arts (un activo fundamental en todo este entramado) acaba de publicar el segundo volumen de sus UPCArtsDiàlegs. Se titula Creativitat digital y está editado por Antoni Hernández Fernández.

No son los únicos proyectos a destacar. En la esfera musical está el BCN Music Lab, que impulsa el Cruïlla. En la museística, la línea arte-ciencia de la Fundació la Caixa. Y son valiosas las aportaciones de festivales como el Brain Film Fest o el Mira Digital Arts Fest. También la del festival internacional OFFF Barcelona, que dirige Pep Salazar, que lideró asímismo la exposición Digital Impact comisariada por Héctor Ayuso. El OFFF ha exportado su marca a diversas ciudades.

El liderazgo barcelonés en arte y ciencia debería estimular la autoestima local

En definitiva, ya sea mediante la fórmula de Arco (un solo evento que atrae a su alrededor toda la creatividad en su ámbito) o en un formato multipolar sin jerarquías, Barcelona está en condiciones de posicionarse como una de las ciudades más avanzadas de Europa en creatividad digital.

Cuidado. Nadie está diciendo que esa ventaja deba usarse para atraer a turistas o captar a nómadas digitales. Se trataría más bien de ponerla al servicio de la idea general de Barcelona como ciudad creativa e innovadora. Y, de paso, de utilizarla para mejorar la autoestima local, tan devaluada desde que se hizo predominante el discurso irracional de que para vivir buenas experiencias culturales hay que subirse al AVE.

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