Apenas cumplidos los 16 -edad legal para hacerlo- Julián López El Juli tomaba la alternativa en Nîmes pero ya antes había llamado la atención de todos desde sus primeros pasos como novillero por su preclara inteligencia, variedad de suertes y conocimiento de la lidia, con México como lugar de operaciones pues allí llegó a torear hasta setenta y siete novilladas con hitos como el indulto de “Feligrés” en la mismísima y abarrotada Plaza México.
Ahora, 25 años después de su paso a matador de toros y una trayectoria en los ruedos (1852 corridas, 4000 toros…) que le han llevado al reconocimiento (casi) unánime de primerísima figura del toreo, dice adiós mientras queda abierto el interrogante de si tal decisión es definitiva o no, algo por otra parte tan habitual en la historia de la tauromaquia, hecha de idas y venidas, retiradas y regresos. Al fin y al cabo un torero siempre es torero, corte de coleta mediante o no.
La Maestranza llena hasta el reloj, se puso en pie para que 'El Juli' recibiera, antes y después del paseíllo, una gran ovación
Madrileño como es, eligió El Juli La Maestranza para la última, tras despedirse en triunfo de Las Ventas la tarde antes. Porque a El Juli le costó un mundo y muchos toros lidiados allí ganarse el corazón de la afición madrileña, hasta el punto de que la de su despedida solo fue la segunda puerta grande (la primera, en 2007), a las que sumar la de su despedida como novillero.
Sevilla y La Maestranza, en cambio, hicieron suyo a El Juli, un amor recíproco (siete Puertas del Príncipe lo validan en lo numérico) que explica la elección última. Y hoy, bajo un sol de verano en octubre, La Maestranza llena hasta el reloj, se puso en pie para que El Juli recibiera, antes y después del paseíllo (con él, Sebastián Castella y Daniel Luque) una ovación de clamor que era testimonio emocionado de gratitud y reconocimiento.
Poco bueno apuntó de salida el primero de la tarde, de Garcigrande (lo mismo que tercero y quinto) sin emplearse ni en los capotes ni tampoco a su paso por el caballo. Llegados al tuno de muleta, ratificó lo anterior, sin fijeza alguna y escasez de fuerzas y El Juli no tuvo otra que tomar la espada, que tampoco funcionó como debiera y menos el descabello.
Todas las esperanzas estaban ya puestas en “Saleroso” el último toro de El Juli.
Y el maestro que se fue a la puerta de chiqueros a recibirlo, entre la sorpresa y admiración de todos. La larga cambiada resultó perfecta y con El Juli ya de pie y en los medios, llegaron verónicas y una media templadísimas , el público en pie y la música sonando. Tercio de varas sin apenas castigo y quite por chicuelinas y preciosa media verónica de remate.
Al público de La Maestranza el brindis, estruendosa la ovación, emoción toda y suena “Suspiros de España” mientras alguna lágrima escapa por las mejillas.
No le sobraba la fuerza al toro, más bien lo contrario, y El Juli tiró de magisterio y recursos para construir una faena en la que alternó un pitón y otro (mejor el izquierdo), con alguna serie al natural de tono alto. Estocada de rápido efecto y el toro a sus pies. Como a sus pies el toreo, porque más allá de gustos -cá uno es cá un), se va un torero que durante un cuarto de siglo ha sido ejemplo de compromiso con la tauromaquia, Sólo cortó una oreja, el toro no dio para más, pero eso era lo de menos. Y en la vuelta al ruedo que no es tal de La Maestranza, Julián López El Juii, con una sonrisa que era mueca de emoción, recogió el reconocimiento de todos. Seguro que también, algunos allí, otros en la distancia geográfica, de la afición catalana que tantas veces lo disfrutó en La Monumental ahora cerrada al toreo: diecinueve puertas grandes lo atestiguan.
Al segundo (del hierro de Domingo Hernández, como cuarto y sexto) lo recibió Sebastián Castella , que la tarde anterior abrió la Puerta del Príncipe y entró en el cartel de hoy en sustitución del lesionado Morante de la Puebla, con templadas y muy jaleadas verónicas de rodillas en el tercio. Y el toro respondió al envite, aún mejor en el quite de Daniel Luque con tres verónicas de durse y una media primorosa. Brindó Castella a El Juli y aperturó faena pasándose las embestidas por la espalda. Toro noble y primeras tandas en redondo ligadas y reunidas, que fueron mejores cuando tomó la izquierda, pero solo aguantó una serie antes de rajarse y buscar el refugio de las tablas. Y allí, la estocada.
También a la puerta de chiqueros se fue Castella a recibir al quinto a la puerta de chiqueros, pero la gente aún no se había repuesto de tantas emociones vividas con El Juli, y apenas le prestó atención. Son las cosas de la vida, son las cosas del querer.
Sensación de bajón que siguió en la faena de muleta de Castella, de buen tono pero carente de emoción pues la condición del toro, soso hasta decir basta, no lo permitía.
Daniel Luque, que arrastra una complicada lesión que le obligó a perderse varios compromisos, no quiso faltar a la cita con Sevilla. Su primero no le permitió lucirse con el capote, salvó en un par de templadas verónicas por el pitón derecho. Por el izquierdo se le vencía siempre e Iván García se la jugó en banderillas. Brindó también Luque a El Juli . El inicio de faena, trincherilla, cambio de mano, trincherazo y pase de pecho soberbios hizo arrancarse a la Banda de Música. Colocado el torero de Gerena en la distancia y el terreno precisos , desgranó muletazos en redondo templados y largos, manejando a la perfección tiempos y alturas. Cambió de mano y resultó que lo que era un pitón izquierdo problemático se convirtió en naturales largos y mandones rematados con un pase de pecho catedralicio. Ya sin la espada de ayuda, llegaron las luquesinas con copyright, previas a un estoconazo de efecto fulminante. Las dos orejas premiaron la obra, prodigio de técnica, conocimiento, sabor y saber torero. Y la Puerta del Príncipe entreabierta.
Salió el sexto, tan justo de presencia como de casta y se amostazó el gesto de muchos, el de Luque el primero. El tercio de varas se eternizó y dio más argumento al mosqueo. Brindó Luque a Paco Ojeda, en un burladero del callejón y resultó que lo que parecía quimera empezó a ser realidad. Luque condujo las embestidas con series en redondo de mando en plaza, relajada la figura, perfecto el embroque, largo el trazo. Al natural el mismo trato pero peor respuesta del animal. Se llevó Luque al toro en los medios para la suerte suprema, la oreja estaba ahí, pena que la estocada se le fue abajo y el cerrojo de la Puerta del Príncipe no pudo abrirse. Pero lo hecho, hecho queda.
Hizo El Juli su último paseíllo a la inversa, salió de La Maestranza y del toreo entre ovaciones, pero con la discreción de los que son grandes de verdad.