'Los Fabelman' (★★★★), el oxígeno de nuestras vidas y otros estrenos de la semana
Críticas de cine
Los críticos de cine de 'La Vanguardia' analizan 'Los Fabelman', 'Joyland', 'El piloto', 'Oro puro - Rheingold'' y 'La niña de la comunión'
Estos son los estrenos de cine que llegan a las pantallas a partir de este 10 de febrero
Los Fabelman (★★★★)
Dirección: Steven Spielberg
Intérpretes: Michelle Williams, Paul Dano, Gabriel LaBelle, Seth Rogen
Producción: EE.UU., 2022. Drama
Narrada con una plenitud expresiva inconmensurable, 'Los Fabelman' es una carta de amor al cine
Por Jordi Batlle Caminal
Su amigo y colega George Lucas evocó su juventud, siendo todavía joven, en American graffiti, la película que lo catapultó a la fama. Spielberg, en cambio, ha esperado cincuenta años para evocar la suya, si bien a lo largo de este medio siglo ya ha ido dejando huellas del niño que un día fue o le hubiera gustado ser, generalmente niños que miran al cielo fascinados: Encuentros en la tercera fase, E. T. o El imperio del sol. En Los Fabelman, el protagonista, álter ego del Spielberg niño y luego adolescente, mira no menos hechizado los mundos imaginarios (otra clase de cielo) que se proyectan en la inmensa sábana blanca de una sala de cine y que habrán de marcar indeleblemente su futuro en ese mismo cosmos taumatúrgico.
Es una idea brillante utilizar de modo literal la metáfora wellesiana del tren eléctrico para empezar el recorrido, enlazando la tragedia ferroviaria de El mayor espectáculo del mundo, vista en la gran pantalla, con el precioso juguete que el padre le regala al hijo y que le impulsará a recrear la escena de De Mille con una cámara casera, la primera piedra de la pasión incendiaria a la que dedicará su vida. A partir de ese momento seminal, Los Fabelman recrea a lo largo de más de diez años la vida familiar (en la que prevalece el cariño incluso cuando el matrimonio entra en crisis) y la incipiente vida creativa del futuro cineasta y funde magistralmente los dos universos en filmaciones domésticas cargadas de sentido, como el revelador momento (un momento muy Blow up) del montaje de una excursión familiar que delata un problema: los ojos del cine ven más que nuestros propios ojos.
Narrada con una plenitud expresiva inconmensurable (esa habilidad de ser maestro con modestia, sin que se note, como en la extraordinaria Los archivos del Pentágono), Los Fabelman es una carta de amor al cine, el oxígeno de nuestras vidas, y para realzarla Spielberg ha elegido, como emotivo broche de oro, una anécdota verídica de sus primeros contactos con la industria, que ya relató en la versión reactualizada del Directed by John Ford de Bogdanovich. Son cinco minutos que, más que mirar al cielo, lo tocan, nos hacen saltar las lágrimas y se clavan felizmente en nuestro corazón hasta el día del juicio final.
Joyland (★★★)
Dirección: Saim Sadiq
Intérpretes: Ali Junejo, Alina Khan, Rasti Farooq
Producción: Paquistán, 2022. 128 m. Dram
El deseo como condena
Por Salvador Llopart
Primer filme pakistaní que llega al festival de Cannes, donde este brillante debut de Saim Sadiq ha sido reconocido con la Queer Palm, galardón que denuncia la discriminación por razón de género y sexo. Al hablar de su origen geográfico, subrayamos la singularidad de la propuesta. Y al señalar su valor militante, destacamos el aspecto social. Ambas argumentos, con ser importantes, pueden desvirtuar el verdadero valor de Joyland. Hacernos olvidar, con su pintoresquismo, que es una historia bellamente contada, de valor universal. Y que su función de revulsivo social acabe por eclipsar su compleja humanidad. Donde la apabullante paleta visual, con imágenes vivas e inesperadas, combaten con las sombras; como combate, en sus protagonistas, el sentido moral con la claudicación emocional.
La hipocresía está en su punto de mira. Y la compasión es el instrumento privilegiado para acercarse a los deseos y los anhelos -a las frustraciones y las cobardías- de sus personajes. Crónica familiar que, como película, va de menos a más. Joyland va ganando en profundidad y en determinación. Empieza casi como una comedia, con la llegada de un nuevo miembro -una hija; otra más, con lo que eso tiene de conmoción- a una tradicional familia paquistaní. Pero pronto deja atrás la mera crítica de los convencionalismos -critica fácil- para adentrarse en algo más sutil y complejo: en la angustia que produce la complacencia y el sabor de derrota que deja tras de sí. A la hipocresía imperante solo le planta cara una mujer trans; de hecho, la más vulnerable de todos los implicados: el único personaje, de todos ellos, honesto e inocente. De ahí el reconocimiento "queer" que ha tenido Joyland. Un filme tan cargado de tristeza como de esperanza, en una combinación difícil de igualar.
La niña de la comunión (★★★)
Dirección: Víctor García
Intérpretes: Carla Campa, Aina Quiñones, Marc Soler, Carlos Oviedo
Producción: España, 2022. Terror
Buen punto de cocción
Por J. Batlle
La niña de la comunión es una película de maldiciones, pesadillas y fantasmas del pasado que visiblemente opera en el hemisferio de James Wan (las sagas de Expediente Warren o Annabelle), aunque también en el terror japonés (no falta el clímax en un pozo). Sin embargo, transitando tópicos, es una obra con voz propia. En primer lugar, porque no abusa de los efectos terroríficos, no se excede en los sustos de rigor; los hay sí, pero menos de lo que es habitual en este tipo de cine y en su punto justo de cocción.
De hecho, tras el prólogo de impacto de rigor, los primeros tres cuartos de hora desarrollan, en un marco rural, una historia de conflictos adolescentes que estaría, por su protagonismo femenino, en el terreno de películas recientes como La maternal o El agua y, cuando intervienen los secundarios masculinos, en el de Las leyes de la frontera, entre otras cosas porque también transcurre en los años ochenta, estupendamente evocados. No encontraremos en ninguna producción de Wan situaciones tan bien matizadas ni personajes tan bien descritos como los que aquí nos sirve Víctor García, sólidamente apoyado en un argumento en el que intervino Alberto Marini y en el guion que acabó firmando Guillem Clua.
El piloto (★★)
Dirección: Jean-François Richet
Intérpretes: Gerard Butler, Mike Colter
Producción: EE.UU, 2023. 107 m. Aventuras.
¡Marchando una de calamares!
Por S. Llopart
Nos comentaba una vez Santiago Segura al colega Fausto Fernández, de Fotogramas, y a un servidor, la diferencia entre su propio cine y, pongamos, un Bergman o un Hitchcock. "Es como comparar un bocata de calamares o un pincho de tortilla con un plato exquisito", decía hace unos años el creador de Torrente junto a una maravillosa playa de Cancún. Para afirmar a continuación: "A veces nos apetece un bocata frente a cualquier exquisitez, ¿no?, y eso no quiere decir que no sepamos distinguir entre lo uno y lo otro".
Bien, pues El piloto es un buen ejemplo de ese cine "pincho de tortilla" del que habla Segura. Un pincho de los buenos, cabe añadir. Cine de acción trepidante -siempre trepidante- aunque predecible, bien realizado y mejor interpretado. Un avión con problemas y un grupo de terroristas que quiere secuestrar a los pasajeros tras un aterrizaje forzoso (lo cuenta el trailer). Gerard Butler, su protagonista, el piloto del título, es, desde ya, uno de los héroes maduros del cine de acción. Por momentos se descuelga con el humor de Bruce Willis; en otros, por su contundencia, se acerca al gesto adusto de Liam Neeson. El piloto es "fast food" cinematográfico, vale. Comida rápida, pero bien hecha... Lo de Santiago Segura, y Cancún, es otra historia.
Oro puro - Rheingold (★★)
Dirección: Fatih Akin
Intérpretes: Emilio Sakraya, Kardo Razzazi, Karim Günes
Producción: Alemania, 2022. 138 m. Biográfico
El rap de la cárcel
Por S. Llopart
Tiene mucho de rap este filme basado -inspirado más bien- en la historia del rapero de origen kurdo llamado Giwar Hasjabi, en arte Xatar. Un triunfador de pasado dramático y orígenes criminales. Una de las estrellas actuales, según nos cuentan, del rap alemán. Quiero decir que, como el rap, incluido el alemán, este filme se decanta por un ritmo constante y sincopado y el resultado es una homilía de imágenes contundentes. Un cúmulo de momentos de impacto asegurado. La velocidad -y el efecto- lo son todo en el filme del turco alemán Fatith Akin.
Arranca con el nacimiento de la estrella, en el norte de Irán, de padres kurdos. Rodeado por los murciélagos de una cueva que huyen de las bombas de la guerra. Pasa por una larga marcha a través de Europa y una infancia callejera; sus trapicheos en las calles de Bonn, y luego su vida criminal en Amsterdam. Todo, como en un buen rap, ya digo, servido en picado. Escupido más que narrado. Donde el personaje, más que crecer y experimentar, avanza como una apisonadora por su propia existencia. ¿Les gusta el rap? Pues eso.