Todo viaje de mil millas empieza con un primer paso.
Joan Manuel tenía veintidós años aquella mañana de primavera de 1965. Jordi Romeva, uno de sus mejores amigos, lo convenció para que fueran a ver a Salvador Escamilla a Radio Barcelona (Cadena Ser), en aquella calle Caspe número 6 desde la que cada día volvía a nacer el gran show radiofónico matinal, Radioscope.
Serrat iba a dejar la música, y no lo hizo porque mi padre le contrató en la radio
Pero lo cierto es que Serrat no estaba tan seguro como su colega de aquello que iban a hacer. Pensaba, para sus adentros: “¿Qué estoy haciendo yo aquí?”. Sentía que, de alguna manera, su lugar estaba más bien en la facultad.
Joan Manuel, junto con Romeva, Anoro y Nogués habían creado lo que, por aquel entonces, se denominaba un conjunto. Versionaban temas célebres del momento, desde el Ma vie de Alain Barrière al Twist and shout de los Beatles. Aquello era un puro entretenimiento, una manera de descargar adrenalina adolescente a golpe de hits . Eran perfectamente conscientes de que su proyecto musical no duraría demasiado.
Al cabo de poco tiempo, todos ellos dejaron la música. Serrat también lo hubiera hecho, estaba a punto de hacerlo, de no ser por aquella mañana en Radio Barcelona.
Cuando Escamilla terminó su programa en directo, oficiado desde aquél mítico Estudi Toreski, salió a buscar a Serrat y Romeva, y juntos se metieron en su despachito.
Los nervios que Joan Manuel sentía por dentro seguían haciéndole pensar que todo aquello no serviría para nada. Un esfuerzo inútil.
Empezó a tocar suavemente su guitarra. Salvador escuchaba cada inflexión de su voz, con atención plena, concentrado en aquello que estaba presenciando. Serrat tocó para Escamilla lo que, hasta aquél día, constituía todo su repertorio completo . El mocador, Ella em deixa, La mort de l’avi y Una guitarra.
Salvador mostró su vehemente entusiasmo y le dijo que lo contrataba, que le pagaría cada semana para que cantara canciones en su programa de la Ser. Joan Manuel le repetía que todo su repertorio eran cuatro temas. Escamilla le argumentaba que, como tendría actuación semanal en la radio, cada quince días, cada mes, haría una nueva canción y que, por lo tanto, su repertorio iría creciendo.
Escamilla condujo a Serrat a firmar su primer contrato discográfico con Edigsa.
Joan Manuel y mi padre se llamaban tete el uno al otro. Los mejores hermanos siempre son aquellos que la vida te ha permitido elegir.
Jugaban a inventarse frases surrealistas (“em cago en el cor de l’aviram i la merda que ens empaita”… “la mandanga del mandangui”…), se reían a carcajada limpia y descubrían a mordiscos cada nuevo sueño cumplido.