Riccardo Chailly: “La música tiene el don de inspirar nuestro lado irracional”

Entrevista

El director celebra una mini gira española con la Filarmónica del teatro milanés: Alicante, Madrid y Barcelona

Riccardo Chailly

Gira españolaEl maestro italiano trae a Alicante, Madrid y Barcelona un programa que combina la 1ª Sinfonía de Beethoven y la 1ª de Mahler: ambas revolucionarias

Ronald Knapp

Jornada delicada la de ayer para entrevistar a uno de los grandes directores de orquesta italianos en activo. Riccardo Chailly (Milán, 1953) se negaba ya de entrada a comentar con La Vanguardia los efectos que la llegada de la extrema derecha al poder podrían tener en la cultura en su país tras los resultados de las elecciones del domingo. “Hablemos de música. Quiero hablar de Beethoven y Mahler”, atajó.

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El director musical de la Scala de Milán –desde el 2015– está a punto de emprender una pequeña gira por España con la Filarmónica del teatro. Inauguran las temporadas del auditorio de Alicante (1 de octubre), el Nacional de Madrid (día 2), y el Palau de la Música Catalana (día 3).

A su juicio, las necesidades de la Scala están bien cubiertas desde el punto de vista gubernamental. “Tenemos apoyo y Dominique Meyer, el intendente, trabaja en este sentido, de manera que podemos garantizar una temporada intensa y rica”.

¿Puede peligrar ese equilibrio con la llegada de la ultraderecha?

No creo que afecte, las cosas hace tiempo que van como deben en la Scala.

En el teatro de Milán contamos con apoyo, podemos garantizar una temporada rica”

Hablemos del programa que trae a España: la 1.ª Sinfonía de Beethoven y la 1.ª de Mahler.

Esta combinación es un signo de ruptura del sistema imperante. Beethoven compuso la suya en 1899 y 1900 y Mahler lo hizo entre 1884-1888, ambos cerca de un cambio de siglo. Cada una tiene su particular carácter dominante de rotura. Beethoven arrancaba con un acorde de séptima de dominante y un pizzicato que solía ser una forma de concluir una armonía, jamás de iniciarla. Y la 1.ª de Mahler comienza de manera totalmente distinta, con un largo Do que dura 61 barras de compás. Algo inconcebible. La idea de ambos genios dio inicio a un recorrido que en aquel tiempo no se revelaba a ojos de nadie: en el caso de Beethoven llega hasta la 9.ª y en el de Mahler hasta la 10.ª, que yo considero acabada y un gran trabajo sinfónico. ¡Cómo puedes llegar a imaginar que de aquella séptima dominante de la 1.ª de Beethoven llegaríamos al Finale de la 9.ª! Y lo mismo pasa con Mahler, desde ese increíble Do sostenido agudo... hasta los tonos de la armonía del Adagio de la 10.ª, que de hecho no son nueve tonos sino una superposición de nueve picos. En ambos casos estamos ante una revolución.

La combinación de la 1ª Sinfonía de Beethoven y la 1ª de Mahler es un signo de ruptura del sistema imperante"

Se programa Mahler invariablemente para inaugurar esta temporada... ¿Por qué diría que hay tanta necesidad de Mahler?

Es el logro tras un largo camino que comenzó en tiempos de Mahler, cuando era constantemente malentendido y menospreciado. Un camino muy doloroso hasta la 8.ª: cuando la dirige en 1910 en Munich es su primer éxito. En los años sesenta, Mahler fue apareciendo más y más en los programas sinfónicos. Y se lo debemos a unos pocos directores que son cruciales: Willem Mengelberg en Ámsterdam, al que sigue Bernard Haitink; en Italia Claudio Abbado y en América Bernstein, pero antes de él, Dimitri Mitropoulos. Y universalmente Bruno Walter. Estas fueron figuras que introdujeron Mahler en nuestro siglo. Y gracias a ellos disfrutamos de él como el compositor más célebre ahora mismo en el repertorio sinfónico, al que ponemos junto a Beethoven porque no hay razón para no hacerlo. Y eso es importante, porque ha costado medio siglo de progresión en Europa.

Riccardo Chailly

Riccardo Chailly

Decca

Usted aseguró que su generación ha tenido ventaja con Mahler respecto a las anteriores porque han desarrollado una técnica. ¿Qué técnica es esa?

Siendo yo asistente de Claudio Abbado en la Scala, en mi juventud, y cuando él trajo la integral de Mahler a Milán, tuve el privilegio de estar allí asistiendo, y me mostró su tecnica bravura, de habilidad, que requiere la complejidad de esa música.

Usted es el segundo que ha realizado la integral en la Scala.

A lo largo de cinco temporadas, sí. Esta tocaremos la 8.ª y la próxima, las dos últimas. Requiere cada vez un grandísimo trabajo, y eso que ahora Gustav Mahler está en el repertorio de la Scala, pero aún así...

Aprendió mucho también de la forma en que Karajan ensayaba Mahler...

Pude hablar con él en privado y obviamente la conversación derivó en Mahler, porque yo en aquel tiempo iniciaba mi periodo al frente de la Sinfónica de la Radio de Berlín y comenzamos con la 10.ª. A Karajan le asistí en la 6.ª y la 9.ª, y me impresionó no solo el nivel de interpretación sino la profundidad de su visión, y eso a pesar de haber llegado a Mahler muy tarde, comparado con su experiencia con Bruckner, Beethoven o Brahms. Karajan siempre estaba dispuesto a hablar de aquello que no había dirigido: en este caso, la 10.ª.

Orquesta Filarmónica de la Scala

La Orquesta Filarmónica de la Scala en el teatro milanés 

Giorgio Gori

En Italia han sido los propios teatros de ópera los que han procurado orquestas dedicadas al sinfonismo. ¿Tiene ventajas?

Bueno, la Filarmonica della Scala la creó Abbado en 1984 para que en Italia hubiera algo como la Filarmónica de Viena, que casi cada noche toca ópera en la Staastoper. Cambiaron el nombre de Orquesta del Teatro de la Scala a Filarmónica de la Scala y los músicos se autogobiernan. Yo desde entonces la dirigí como invitado en el repertorio sinfónico y cuando acabé mi periodo dirigiendo en Leipzig y Ámsterdam, cogí la batuta también en óperas, en el foso de la Scala. 

Como director, Mahler absorbía el gigantesco repertorio de óperas, de Mozart a Wagner. Y, quieras que no, se refleja en su música"

En el caso de Mahler esa situación funciona como un espejo, pues él era un increíble director de ópera, ya fuera en Hamburgo, Viena... en el Met de Nueva York. Él absorbía el gigantesco repertorio de óperas, de Mozart a Wagner. Y, quieras que no, se refleja en su música. Y en la flexibilidad, pues es un arte ligado al arte de cantar, que depende de la capacidad de respirar de manera veloz. De ahí que en Mahler tengas la cultura de la cesura: escribía muy claramente esas comas en sus partituras, que implican que el sonido se detiene y toda la orquesta ha de respirar al unísono en un segundo. Eso es un signo de cómo el director ha desarrollado su estudio. Mahler requiere esa cultura de las comas. Y en el ejercicio de interpretar todas sus sinfonías, los momentos en los que tienes que generar un silencio, un oxígeno para que los cantantes respiren, son muy importantes dramatúrgicamente en Mahler.

¿Necesitamos más perspectiva o la música contemporánea ya habla de los tiempos políticos que vivimos?

Cada era tiene sus eventos políticos y hay composiciones ligadas a ellos. El ejemplo paradigmático es la difícil posición de Shostakóvich viviendo en Rusia. Pero eso es algo que veremos en el futuro, cuando se vean los resultados de los cambios políticos.

No hay compositores italianos que estén anticipando nada hoy en día, entonces.

La importancia de la música siempre se basa principalmente en la calidad, no va ligada a los momentos políticos. Y eso lo prueban genios de la música italiana como Giacomo Puccini que vivía en un tiempo complicado, pero lo que queda para siempre es la calidad de su música.

La música te da la posibilidad de emerger tú mismo en el universo sonoro de una pieza”

Su padre, Luciano Chailly, compositor de óperas, fascinado por la literatura rusa o Pirandello, dirigió la programación de la RAI y también la Scala. ¿Se hablaba de política en casa siendo usted joven?

La música es un momento de abstracción, tiene el don de inspirar también el lado irracional de los seres humanos. Va más allá de lo racional, y eso es el uno de los grandes significados cuando vas a un concierto. Es la posibilidad de emerger tú mismo en el universo sonoro de una pieza. Y el programa que traemos a España con Beethoven y Mahler te da la oportunidad, en estilos totalmente opuestos, de llegar a eso.

Fue una situación triste la cancelación de Gergiev, y aún lo es, la guerra sigue durando"

La Scala fue la primera sala en cancelar al director del Mariinski, Valery Gergiev, cuando estalló la guerra de Ucrania. ¿Cree que debería haber sucedido de otra manera?

Era un momento muy difícil, y aún lo es. Una situación muy triste que no se ha aclarado, la guerra continúa. Solo podemos pedir que acabe y tener esperanza en que la paz llegue pronto. Está durando demasiado y solo crea divisiones. No es lo que necesitamos

¿Tomaría un avión para ver dirigir a alguien en particular de las nuevas generaciones de maestros?

Verá, me hago viejo y comencé a dirigir a los 14, lo que significa que tuve la fortuna de escuchar a todos los grandes directores de medio siglo. He estado muy malcriado en este sentido, he tenido suerte. Y le dejo a la joven generación la posibilidad de sorprendernos por la calidad. Lo deseo.

Me hago viejo y comencé a dirigir a los 14, lo que significa que tuve la fortuna de escuchar a todos los grandes directores de medio siglo"

Lo último que ha grabado con la Filarmónica de la Scala y el sello Decca es un cd Mendelssohn, Schubert, Mozart, y antes Cherubini y Respighi. ¿Cuál es el plan?

Pues hacer los viejos compositores de la tradición italiana y también grandes compositores que se inspiraron en Italia. Uno es Mendelssohn, y también Mozart, con sus tres espléndidas Oberturas de óperas que escribió para Milán. Y las Oberturas al estilo italiano de Schubert, que son una dedicación extraoficial a Rossini.

Llevaba una década sin venir al Palau de la Música...

Sí, la última vez creo que fue con la Gewandhaus. Recuerdo el público, porque también vine durante mi periodo previo en la Orquesta del Concertgebouw y he de decir que me encanta hacer música en esta sala, tan histórica y de acústica impresionante.

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