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Elísabet Benavent: “La novela romántica está en boga y me gusta que pierda ese lastre de literatura menor”

Novedad editorial

La escritora valenciana publica ‘Todas esas cosas que te diré mañana’ y adelanta a ‘La Vanguardia’ sus nuevos proyectos

La escritora Elísabet Benavent

Juan de los Mares

Desde que empezó sus andanzas en el mundo literario, Elísabet Benavent (Valencia, 1984) ha ido enlazando un éxito tras otro. Su carrera empezó a despuntar con la saga Valeria en 2013 y desde entonces la valenciana lleva veinte novelas, dos libros de no ficción y la adaptación de dos de sus obras al audiovisual. Un recorrido que se traduce en más de 3.500.000 ejemplares vendidos. Ahora vuelve a las librerías con una novedad, Todas esas cosas que te diré mañana (Suma de Letras), con la que trata de “salir de mi zona de confort y explorar los márgenes de la novela romántica añadiendo algún que otro tinte de ciencia ficción”, tal y como adelanta a La Vanguardia.

Es la historia de la subdirectora de una revista de moda y de su ex pareja. De Miranda y Tristán. O de Miranda, en realidad, pues Benavent siempre ha hecho bandera de la mujer como la principal protagonista de sus historias. No descarta, no obstante, cambiar las tornas en un futuro aunque ya avanza que no será en su próximo libro: “Todavía es un embrión pero tengo claro que tendrá una protagonista femenina muy potente”. Eso sí, admite, “uno nunca debe decir nunca ya que sería ponerse grilletes”.

Una autora prolífica

Desde el 2013 la valenciana lleva veinte novelas, dos libros de no ficción y la adaptación de dos de sus obras al audiovisual

En su nuevo libro, la escritora se pregunta si se puede ser fiel a uno mismo cuando lo que está en juego es el amor y explica que en sus páginas también habla “del proceso de duelo, que es algo que en muchos casos no tenemos interiorizado. Vivimos en la tiranía de la inmediatez y queremos que incluso las pérdidas pasen rápido”.

En lo que a cuestión técnica se refiere, reconoce que “este libro ha supuesto todo un reto”. Benavent ha planteado una historia de saltos en el tiempo que reconstruye de forma hilarante y aleatoria los momentos estelares de una relación de pareja. “Un planteamiento sencillo en apariencia pero que de simple no tiene nada ya que requiere especial concentración y un control total en todo momento de la temporalidad interna de la novela”. Resultado de ello es que “la historia no da tregua a que la protagonista pase por los procesos naturales porque va saltando de un punto al otro”.

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Se trata de una novela autoconclusiva, por lo que la valenciana ya adelanta que “no tendrá segunda parte”. Lo que sí asegura es que “una vez finalizada, se me ha metido el gusanillo de seguir explorando un poco en cuanto a subgéneros dentro de la novela romántica”. En este sentido, aplaude la versatilidad del género y “lo mucho que se ha consolidado en España en estos últimos años […] La novela romántica está en boga. Y me gusta que poco a poco nos quitemos este lastre de literatura menor”.

En este sentido lamenta que haya “mucha mirada de condescendencia. Me da bastante rabia porque desde siempre se ha dicho ‘escrito por mujeres y para mujeres’ y parece que como es un producto minoritario tenga que ser malo”. Insiste en que “la literatura no tiene géneros. Es un mundo abierto sin prejuicios al que se puede acercar todo el mundo”.

“La literatura no tiene géneros. Es un mundo abierto sin prejuicios al que se puede acercar todo el mundo”, asegura la autora

Durante la entrevista con este medio, la autora se ha sincerado también sobre sus miedos. “Me angustia muchísimo quedarme sin ideas. Por eso cualquier cosa que se me ocurre, por tonta que parezca, la apunto porque quizás es el prototipo de algo. Aunque lo tengo fácil porque a mi alrededor tengo vidas que superan la ficción. Voy cogiendo de aquí y de allí. Soy una gran ladrona de vidas ajenas”.

Además, confiesa su “obsesión por consolidar una carrera y por no perder lo que he ido construyendo durante nueve años. Es un mundo muy volátil el de la literatura. Pero lo que más me horroriza es que alguien cierre mi libro y considere que ha perdido horas de su vida. Mis libros no tienen otra pretensión que la de entretener. Me parece que es algo muy necesario a día de hoy con las cosas que pasan. Así que si algún día dejan de hacerlo, tendría que replantearme mi profesión”.

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Se considera una fiel defensora de la ficción ya que “es una herramienta que permite entender el mundo y masticar muchas realidades” aunque admite que “nunca pensé que podría dedicarme a esto de forma completa. Hay menos de 150 personas en España dedicándose a la escritura exclusivamente. Me siento una privilegiada”. Empezó a planteárselo después de su primer libro ya que “me quedé un poco enamorada del proceso. Es maravilloso. Fue un descubrimiento y tuve claro que quería hacer esto el resto de mi vida”.

Aunque para que esto sea posible, a veces deja de ser Elísabet para ponerse en la piel de Betacoqueta, su pseudónimo. “Somos la misma persona, pero Beta es mi faceta más sociable. Una misma persona se puede sentir cómoda ejerciendo distintos roles. Beta es la que se siente como en casa en lo que a cuestiones sociales se refiere y Elísabet es la que cuando ve demasiada gente en una firma de libros o en una presentación se pone a gritar, pero ambas escribimos […] Siempre bromeo con la gente de la editorial cuando tengo que hacerme fotos y vídeos. Les digo que manda narices que me busque un trabajo que me encante, que tenga su punto de solitario y de estar en el ordenador y que al final tenga que exponerme de ese modo de puertas para afuera”.

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