Sílvia Munt (Barcelona, 1957) trastocará el Teatre Nacional de Catalunya a partir del próximo jueves. Y trastocar significa dos cosas: por una parte, estrenar uno de los textos de culto de Josep Maria Benet i Jornet, Desig, en una propuesta de desencriptación y puesta al día “valiente”, como dice la directora y corrobora su equipo artístico; por la otra, en un sentido físico, moviendo el escenario de la Sala Gran hasta convertirlo en un teatro circular, una especie de pista de circo con los espectadores alrededor, “para ganar proximidad”, dice Munt.
Tiene dos obras en cartelera, Les irresponsables , de Javier Daulte, en La Villarroel de Barcelona, con Marta Marco, Cristina Genebat y Nora Navas; i Eva contra Eva , de Pau Miró, que se representaba en el teatro Reina Victoria de Madrid y ahora empieza gira, protagonizada por Ana Belén. Ahora añade una tercera, una obra de Benet i Jornet, autor que ni había interpretado ni había dirigido nunca, pero con quien confiesa sentirse cómoda.
Desig está considerado un texto oscuro. ¿Con su propuesta el espectador lo entenderá más?
He hecho todo el posible para que sea así. Mi primera preocupación es que el público entre lo antes posible a descifrar códigos. He agarrado la ambigüedad y he puesto unos ángulos, unas flechas, para que la gente entienda de quién está hablando, de qué esta hablando la protagonista. Benet lo planteaba de un modo más abierto y yo creo que es bonito presentar un mundo mágico, pero que se vayan estirando los cables para saber de qué habla cuando expresa sus emociones.
He puesto unas flechas para que se entienda de quién habla la protagonista”
¿Ha encontrado la coherencia del texto?
Cuando entras dentro de los códigos, desde el lugar de tu comprensibilidad, se hace entendedor. He hecho que las reacciones sean orgánicas, lógicas, no contrarias a lo que se espera. Por otra parte, me interesa mucho que el mundo mental y el mundo real sean muy sugeridos.
¿Estos dos mundos son marca Benet i Jornet?
Uno de los grandes hallazgos, que a mí me apabulla mucho, es cómo este hombre nos hace entrar en la dualidad entre la realidad y lo mental. ¿Qué es más poderoso? Muchas veces lo es el mundo mental. Lo que pensamos puede ser más poderoso que lo que hacemos en el día a día. La geografía, la escenografía, el sonido, todo ha de estar al servicio de esa idea.
Han pasado más de treinta años desde que fue escrita. ¿No pierde actualidad porque habla de los miedos?
Los miedos, por desgracia, no pasan nunca. Los que nos construimos y los que nos hacen construir desde pequeños, pero que pueden ir derivando. Cuando fue escrita, en cuanto a los miedos sexuales arrastrábamos mucha tradición cristiana, posfranquista, etcétera. Y eso hacía que la persona se sintiera culpable de muchas cosas. Pero entendiéndolo desde aquí y ahora, los miedos nos hacen ser y hacer cosas que quizá no queremos hacer. Quizá nos empujan a estar con alguien con quien no queremos estar, nos hacen desear lo que nos han dicho que es deseable, nos hacen creer que somos malos, nos hacen creer que lo que sentimos, por el hecho de ser diferente, es criticable o castigable. Salen todos los miedos. Es un viaje muy vigente al alter ego.
Los miedos no pasan nunca; los que nos construimos y los que nos hacen construir”
En la presentación, repitió la palabra valiente : un texto valiente, un trabajo valiente, una propuesta valiente.
Papitu hace un trabajo muy valiente, de pasar continuamente del mundo interno al mundo externo, sin solución de continuidad. Al final, ¿cuál de los dos es más verdad?
¿Qué encontrará el público que vaya a ver Desig ?
Se ha de dejar llevar por un lugar un poco hipnótico, entrar en un lenguaje de emociones y no tanto en qué historia me están explicando. Así, creo que entrarán en la obra, porque hay cuatro interpretaciones muy buenas, que hacen entender la psicología de cuatro enfermitos , como yo los llamo. Cuando digo enfermito quiero decir que todos somos enfermitos, que intentamos cuidarnos de los miedos, las manías, las hostias que arrastramos. Con estos cuatro enfermitos creo que se podrán identificar y verán cómo los códigos van saliendo y que es necesario poner en escena cosas que siguen pasando.
El público ha de entrar en un lenguaje de emociones y no tanto en qué historia se cuenta”
Como autora feminista, que ha escrito y dirigido obras con mujeres, ¿cree que Benet i Jornet es un buen dibujante de personajes femeninos?
Creo que sí. Las obras que conozco de él, y esta concretamente, sí. Como la protagonista de Desig , son mujeres de carácter, mujeres convulsas, mujeres que les pasan cosas, que desean lo que no han de desear, que no reflejan precisamente el objeto de deseo del autor. No soy una estudiosa de su obra, pero son mujeres con carácter. Curiosamente no pasa con otros autores coetáneos. La mujer está insatisfecha por naturaleza, desde Madame Bovary. Yo digo que Benet era muy femenino, pero lo digo por intuición, porque no lo conocí tanto. Un autor, un creador, ha de tener la parte de testosterona y de androginia, todo muy mezclado. Todos hemos de tenerlo. Y creo que él lo tenía.
¿Se siente a gusto en el TNC?
Me gusta mucho poder removerlo y romper los esquemas. Creo que a esta casa nuestra le va bien.
Me gusta poder remover y romper los esquemas del TNC; a esta casa nuestra le va bien”
En su vida profesional ha hecho muchos cambios: empezó de bailarina, después fue actriz y ahora escribe y dirige teatro y cine.
Es una evolución. Si de algo sirven los años y la experiencia es que te tienes que escuchar y saber que en cada momento necesitas cosas distintas para sentirte libre. A los 38-39 años empecé a escribir, dirigir teatro y rodar documentales. Quiero ser libre en lo que hago y cuando eres actriz no lo puedes ser tanto, no puedes mirar dentro de tu mundo. Soy un poco tozuda y me cuesta mucho ponerme a las órdenes de alguien que hace algo que no me interesa. Sufría cuando había de hacer alguna cosa que no me gustaba, cambiaba los guiones. Me dijeron que dirigiera y de golpe descubrí que tenía una personalidad que había de alimentar y, a partir de aquí, cuesta abajo y con patines, no puedes frenar. Me gusta, siento que evoluciono, que aporto mi mirada, como persona creadora, como mujer, como persona pensante. Y me resulta imposible volver atrás, volver a interpretar o hacer de bailarina. Es como si abandonara pieles que forman parte de mi modo de entender la vida.
¿Queda alguna piel debajo?
¿Quieres decir si acabaré haciendo de acupunturera? [ríe] Creo que no, que el mundo de la dirección, de la creación, de la escritura es infinito, te hace evolucionar, jugarte la vida... Ahora me toca dirigir mi próxima película y he de reescribir el guion para rodar en septiembre.
¿Puede darnos un avance?
Pasa en verano del 76 y la protagonista tiene la misma edad que yo tenía entonces, 17 años. Pasa en Errenteria, donde había un grupo de mujeres jóvenes que ayudaban a abortar, y esa chica forma parte de ese grupo. Aún no tengo el título.
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