Salvo en Zaragoza –donde Carme Pinós levantó un expresivo edificio de nueva planta–, La Caixa ha optado por la reinvención de antiguas construcciones como sedes de sus CaixaForum. En Madrid, Herzog & De Meuron transformaron una vieja central eléctrica en un centro cultural que parece flotar. En Barcelona, se dio nueva vida a la fábrica modernista Casaramona, restaurando con mimo su volumen y añadiéndole un acceso de Arata Isozaki. Y en València, Ruiz Geli, al frente de Cloud 9, está enfrascado en la comprometida reorganización del interior del Ágora de Santiago Calatrava, cuya inauguración se prevé ahora para verano del 2022.
Antes de que se pusiera en marcha esta última obra, Guillermo Vázquez Consuegra terminó otro encargo endiablado: transformar 8.000 metros cuadrados de aparcamiento subterráneo en el CaixaForum de Sevilla.
Meter una galería de arte bajo tierra no es tarea sencilla, aunque, como en este caso, se disponga de dos o tres alturas: el equipamiento puede pasar casi inadvertido desde la calle y, además, resulta complicado llevar la luz natural a su interior. Vázquez Consuegra resolvió –al menos, en parte– ambos desafíos con una única pieza: una marquesina de formas entre rectilíneas y ondulantes, que da imagen al CaixaForum y, gracias a su cuerpo de espuma de aluminio –una especie de trama rígida–, actúa como lucernario monumental que lleva una lluvia de luz al subterráneo. No solo eso. La marquesina conecta dos mundos (el luminoso y el oscuro), funciona además como pórtico y protección del acceso al centro, dibuja su gesto con el propósito de respetar algunos árboles preexistentes, y se manifiesta con cierta discreción horizontal, que contrasta con la verticalidad de la vecina Torre Sevilla, de 38 plantas, firmada por César Pelli.
Dicha marquesina es la aportación más vistosa del proyecto. Los espacios interiores, sobre una planta con una retícula de pilares cada ocho metros, tienen menos carácter, si exceptuamos el auditorio, que se distingue por su revestimiento también de espuma de aluminio y su monocromía.
Vivimos una época en la que la apuesta por la reutilización de viejos edificios gana terreno. Incluso hay quien afirma que, con tal de dejar de perjudicar el medio ambiente, no debería construirse ya nada nuevo. La Caixa parece preferir esa senda a la hora de levantar nuevos CaixaForum. Y eso está bien. Aunque querer colocar en un aparcamiento una sala de exposiciones quizás revele un entusiasmo medioambientalista (o un espíritu ahorrativo) desmesurado.