Durante los meses que el Museo Picasso estuvo poco transitado, muchos barceloneses vimos la oportunidad de volver a visitarlo tras años de descartarlo, intimidados por las colas de guiris en la calle Montcada. Volví a contemplar los retratos de Carles Casagemas, el amigo suicida que azuleó la vida de Picasso. Del tiro en la cara que se pegó tenía un nítido recuerdo forjado por las palabras de Manolo Hugué que Pla transcribió en aquel “homenot” excepcional que es Vida de Manolo . (Confieso haberlo leído a través de otra voz intermediaria, la traducción que Jordi Amat publicó en Libros del Asteroide). Hugué, recién llegado a París, comparte una animada cena con Casagemas cuando este dispara contra Germaine Gargallo, quien esquiva el tiro, y luego se dispara al pómulo derecho. Esta tragedia es decisiva en la vida y obra del joven Picasso. Los cuadros que le dedica inauguran la época azul. Salí del museo con ganas de saber más y el hilo me llevó a un libro que lo investiga, analiza e interpreta del derecho y del revés: Germaine Gargallo. Cos, pintura i error de Cristina Masanés (Llibres del Segle. Girona, 2015), con un epílogo vibrante de Eva Vàzquez. El libro de Masanés es magnífico. Satisface la curiosidad, en ocasiones malsana, que suscitan los episodios de suicido porque da todos los datos. El Quèquicom , por decirlo con el nombre de un recordado programa de divulgación científica de la tele pública de este país.
“Los románticos inventan una dama para no salir de ellos mismos y la llenan de atributos para no verla”
Pero a Masanés eso no le basta. Se adentra en el dónde y el porqué, los porqués, y amplía el alcance de la investigación al París finisecular que atraía a artistas como Picasso, Casagemas o Pichot. Montmartre, Pigalle, el cubismo y un sinfín de nombres ilustres. Pero también, y sobre todo, la figura de Germaine Gargallo, la mujer que esquivó el primer disparo de Casagemas en aquella cena, y la mujer ella por la que los hombres se giraban en la calle, la mujer que pintaron Casagemas, Picasso y Pichot, con quien se casó. “Los románticos inventan una dama para no salir de ellos mismos y la llenan de atributos para no verla”, escribe Masanés. Su libro es un ensayo narrativo (o viceversa) con voluntad de estilo digno de ser leído al lado de las novelas de no ficción de Emmanuel Carrère (como Limónov ) y también recuerda el reciente La plaga blanca de Ada Klein Fortuny (L’Altra), centrado en la vivencia que un puñado de poetas tienen de la tuberculosis. Picasso y Germaine pasan el luto juntos. De todas las amantes picassianas es la única con quien volverá a verse. Masanés es capaz de cartografiar la brecha entre el artista y la modelo en ocho frases breves. Lo traduzco del catalán: “Proporciones invertidas. Simetrías rasuradas. A ella, nadie le entenderá. A él, le aplaudirán. Un hombre se vacía. Una mujer se llena. Crecen, uno y otra, en su gesto contrapuesto. Un hombre y una mujer en un piso del bulevar de Clichy”.