Han tenido que pasar cien años, desde que falleció en Madrid en 1921, para que a Emilia Pardo Bazán le abrieran las puertas de la Real Academia Española. Considerada figura capital de la literatura española del siglo XIX, la autora de Los pazos de Ulloa, nacida en La Coruña en 1851, cultivó la novela, el ensayo y otros géneros literarios y se significó en la lucha por la igualdad de las mujeres, empezando por que recibieran una buena instrucción.
“¡Qué interesante sería escuchar los comentarios de Pardo Bazán sobre este acto, no tendrían ningún desperdicio!”, dijo la vicepresidenta Carmen Calvo en la presentación de la sesión de resarcimiento en la tarde del jueves. Calvo consideró los méritos sobrados de la escritora para sentarse en uno de los 46 sillones de la docta casa y, por ello, su actual director, Santiago Muñoz Machado, le otorgó “el simbólico sillón 47”, como reconocimiento de su valor literario.
Carmen Calvo
“¡Qué interesante sería escuchar los comentarios de Pardo Bazán sobre este acto, no tendrían ningún desperdicio!”
El director leyó una carta de doña Emilia en la que pedía su ingreso en la Academia, procedimiento inusual, pero no incompatible con el que señala que han de ser tres académicos de número los que presenten un nuevo candidato.
Igual que había sucedido anteriormente con la escritora cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda, también a la escritora gallega le fue negada la entrada en la RAE por ser mujer. Hubo que esperar a 1977 para que la escritora y maestra cartagenera Carmen Conde fuera la primera mujer que se sentara en la mesa oval de la RAE.
El acto de rectificación estuvo coordinado por la escritora y académica Carme Riera, que rememoró la relación de Pardo Bazán con Catalunya y los escritores naturalistas, como Narcís Oller. El exdirector de la RAE y experto en la escritora gallega, Darío Villanueva, también glosó su figura, así como los académicos Soledad Puértolas, Miguel Sáenz, Luis Mateo Díez, Manuel Gutiérrez Aragón, José María Merino y Juan Mayorga.
Como señaló Muñoz Machado, “no se puede enmendar la historia”, pero, en los 46 sillones de la Academia, hoy solo se sientan ocho mujeres, del total de once que, desde 1977, han cruzado su umbral.