El historiador Josep Calvet es uno de los especialistas más destacados en el estudio e investigación de las rutas de evasión que se formaron en el Pirineo durante los convulsos años de la ocupación nazi en Europa. Después de Les Muntanyes de la llibertat , su tesis doctoral sobre el paso de ciudadanos judíos, militares aliados o disidentes políticos, publicó Huyendo del Holocausto , historias reales a partir del testimonio de los evadidos, los responsables de las redes y los habitantes que aportaron la primera ayuda y alimento tras la agotadora marcha.
Ahora Calvet publica un libro a medio camino entre la crónica personal y el reto que todo investigador asume cuando el azar te ofrece una pista inesperada. “A mediados de 2017, un amigo me explica que ha localizado un viejo archivo con documentación de los años 40. Son los documentos de la fonda Martí Cases de Sort entre los cuales, una carta misteriosa me llama la atención. El sobre, con membrete de la fonda, indica que fue sellada en Sort en mayo de 1944. La remitente es una mujer que firma Fanny Gewürz y la destinataria, otra mujer, Rachel, con el mismo apellido y una dirección de Tel-Aviv”, explica. Por los diferentes sellos se deduce que la carta no pudo ser entregada a Rachel y por ello, se devuelve a su remitente y así fue como volvió al buzón de la fonda Martí Cases.
Un suceso crucial
El matrimonio Gewürz envió a sus hijos al extranjero tras ‘la noche de los cristales rotos’
Este es el punto de partida de Sort-Tel-Aviv (Pagès Editors), una narración de tono personal que se recrea en la investigación sobre el destino de los personajes ocultos tras una carta que sale a la luz siete décadas después de ser escrita. La búsqueda de Fanny y Rachel pronto empieza a dar sus frutos. Las dos hermanas eran gemelas, hijas de un matrimonio judío de Karlsruhe, Max y Dvora Gewürz, y en 1944, tenían 20 años y toda una odisea a sus espaldas.
En 1938, tras los terribles sucesos de la conocida como la noche de los cristales rotos , los padres de las gemelas, deciden enviarlas al extranjero junto a un hermano y otra hermana, pero con destinos diferentes. Las pequeñas recalan en Estrasburgo, acogidas por familiares, pero cuando los nazis invaden Francia, la organización judía que las protege, las separa. Rachel consigue salir de Francia y llegar a Palestina, mientras que Fanny se refugia en una granja.
En la primavera de 1944 la joven se apunta a un grupo que pretende cruzar los Pirineos y llegar a España. Según Josep Calvet, “me fue de mucha utilidad la narración que sobre la huida de Francia y la angustiosa travesía por las montañas, la propia Fanny escribió en un dietario que me fue facilitado por sus hijos”.
La carta está escrita en un momento en el que Fanny respira tranquila, en libertad y con el apoyo de asociaciones judías de atención al refugiado. Calvet reconstruye la estancia de Fanny en Sort, Lleida y Barcelona antes de embarcar hacia Haifa, entonces un puerto del Protectorado Británico de Palestina, donde desembarca el 5 de noviembre del mismo año. Fanny se reencuentra con Rachel, que ya se ha asentado en su nueva patria, pero la joven no ha estado sola ni en España ni en el barco. Tiene un compañero que como ella ha pasado por las montañas huyendo del exterminio. Se llama Nathan Neeman y muy pronto se casarán en el kibutz de Degania Bet, en Galilea.
Una figura recuperada
Floreal Barberà ayudó a muchos judíos a cruzar los Pirineos en su huida de los nazis
Calvet se hace eco el coraje de dos jóvenes que se enfrentan a los nazis practicando el derecho de todo perseguido a huir de su perseguidor, una historia con final feliz pero con un contrapunto trágico. Los hijos de los Gewürz se salvan pero el paradero de Max y Dvora, los padres, se pierde en un gueto de Cracovia. Los familiares por vía materna y paterna, abuelos, tíos y primos, corren la peor suerte en los campos de la muerte y los supervivientes son escasos.
Fanny y Rachel se implican con sus maridos en la construcción del estado de Israel y por matrimonio, cambian su apellido por los de Neeman y Firstenberg y tienen hijos, como Benjamin Neeman. “Beni ha sido uno de mis colaboradores más estrechos a la hora de resolver incógnitas, no en vano él mismo había investigado para conocer más a fondo la historia de su familia”, explica el historiador, que recoge también el testimonio de protagonistas cruciales en el desarrollo de los hechos. En este sentido destaca, entre otros muchos, la figura de Floreal Barberà, “un auténtico héroe de la lucha contra Franco y contra Hitler que ayudó a Fanny a atravesar la muralla del Pirineo”, detalla. “Fue Floreal el que me dijo que la expedición estaba condenada al fracaso y aún con todo, gracias a su conocimiento del terreno, pudo llevar al grupo de fugitivos hasta Montgarri, en el Pla de Beret, en la Vall d’Aran”, prosigue.
Nueva vida en Israel
Las dos hermanas participaron en la construcción del nuevo Estado con sus maridos
Fanny volvió a Sort y a Lleida a mediados de los ochenta, junto a su marido Nathan y sus hijos. Las dos hermanas también volvieron a Karlsruhe en 1988, para conmemorar los 50 años de la Kristallnacht, la noche de los cristales rotos . Desgraciadamente, Fanny murió el año 2008 y no se enteró del destino de su carta, que finalmente se entregó a Rachel el 17 de marzo de 2018, en su pueblo de Rishon leTsiyyon, a manos de una representación institucional de la Diputación de Lleida , que impulsó el proyecto y las rutas culturales Perseguits i salvats. Rachel Firstenberg falleció en la residencia donde estaba ingresada cinco meses después.
Este programa que recupera la memoria de las huidas del nazismo ha propiciado el intercambio cultural entre el Pirineo e Israel y que centenares de turistas hebreos hayan recorrido las siete rutas de evasión señalizadas, turistas que viajan a Sort, Les o La Seu d’Urgell para rememorar la odisea de sus padres o abuelos huyendo de la barbarie.
En Sort-Tel-Aviv , el autor va juntando las piezas de las historias con el rigor de los documentos y los testimonios personales. La reconstrucción de los hechos se basa en centenares de testimonios en Polonia, Alemania, Francia, España e Israel. Calvet cree que “es necesario seguir explicando el horror que supusieron para millones de personas la represión y el genocidio instado por Hitler y sus cómplices ante el auge de formaciones de extrema derecha”. La doctora Silvina Schammah, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, autora del prólogo del libro, destaca “el papel estratégico del Pirineo en la Segunda Guerra Mundial” y la importancia de unir “presente y pasado, España e Israel, la memoria de la Guerra Civil y el franquismo con la memoria del Holocausto”.
El pallarés que sobrevivió cosiendo la ropa de los SS
Josep Calvet incluye en su última investigación los resultados de otro caso que rescató buscando en el pasado de su propia familia y analizando el impacto que supuso para el Pallars Sobirà la dura represión franquista sobre la población civil y el compromiso de esta misma población con los evadidos de la persecución nazi. “Hay una correspondencia de sufrimiento y de resistencia frente al opresor y en las dos historias se desvelan los sentimientos más trágicos”. Destaca la historia de Josep Rey Pau, un pariente lejano de Calvet por vía paterna, que combatió con la República y que acabó internado en Mauthausen. Rey Pau salvó la vida gracias a sus habilidades como sastre cosiendo y remendando los uniformes de las SS. Calvet rinde homenaje a otros tres pallareses prisioneros de los nazis, de los cuales, uno murió en Buchenwald. También se refiere a la feroz represión que el ejército franquista a las órdenes del general Sagardia, desplegó en el territorio, con el fusilamiento de unas setenta personas inocentes. En el libro se recoge un dato sobre el general y sus servicios a Franco. Según Calvet, “Sagardia acompañó a Serrano Súñer a Berlín en septiembre de 1940, para una entrevista con Heinrich Himmler, en la que se acordó el internamiento de republicanos españoles en los campos de exterminio”. El historiador considera ignominioso que “el responsable de tantos asesinatos impunes, todavía tenga un mastodóntico monumento a su memoria en una carretera que une Burgos y Cantabria, mientras hay todavía víctimas suyas enterradas en fosas sin dignidad”.