Así era el líder “guanche” de Canarias momificado hace casi 1.000 años
Arqueología
El escultor Juan Villa ha realizado una reconstrucción forense de la cara de la momia del Barranco de Herques, la mejor conservada del mundo
El secreto se escondía dentro de sus cuevas. Cuando los castellanos llegaron por primera vez a las Islas Canarias, a finales del siglo XV, en Tenerife llevaban cientos de años momificando a sus muertos. La práctica acabó tras la conquista, pero los cuerpos embalsamados permanecieron ocultos, protegidos de las miradas de los extraños.
La momia del Barranco de Herques, por ejemplo, no fue descubierta hasta mediados del siglo XVIII. Mil años después de su muerte aún conserva sus uñas y sus dientes. “A mi lo que más me impresiona son esas manos alargadas, estilizadas, unas manos absolutamente maravillosas”, dice uno de los investigadores que ha participado en el documental Las momias guanches realizado por Story Producciones y estrenado este miércoles en La 2.
De 2015 a 2020
Los investigadores se han pasado cinco años analizando los restos de hasta 21 momias guanches
“Cuando hablas de momificación, todo el mundo piensa en Egipto y se quedan muy sorprendidos cuando se enteran que esto lo hacían los aborígenes en Canarias”, apunta Teresa Gómez Espinosa, jefa del departamento de conservación del Museo Arqueológico Nacional.
La producción se centra en los trabajos realizados entre 2015 y 2020 en los que se estudiaron 21 momias en total. Se les hicieron TACs, análisis de radiocarbono, estudios de ADN, radiológicos o con luz ultravioleta… El objetivo no era solo desentrañar los misterios de esa técnica ancestral, sino también descubrir el origen de los desconocidos guanches.
La razón por la que los isleños momificaban a sus difuntos continúa siendo un misterio. Su método es “muy bueno”, según señalan los especialistas. Y los xaxo, a diferencia de las momias egipcias, mantienen las vísceras (hígado, riñones, pulmones, corazón) en su interior y una gran preservación de la musculatura.
Los embalsamadores, considerados “apestados” por el resto de la sociedad guanche, limpiaban los cuerpos de los difuntos con agua y luego los impregnaban con manteca animal, sangre de drago, corteza de pino o polvos hechos con piedra pómez. Todo ello bien mezclado con rocas desencantes que evitaban la putrefacción.
Durante 15 días, la carne humana se secaban al sol. En arena quemada durante el día y expuesta al humo de una hoguera durante la noche. Pasadas las dos semanas, se envolvía el difunto en pieles de ganado. “Más y mejores dependiendo de su nivel social”, se explica en el documental. Finalmente, las momias se depositaban en lo más profundo de las cuevas ubicadas en los puntos más inaccesibles de la isla.
La momia del Barranco de Herques (o Barranco de los Muertos) es la mejor conservada de mundo. Sorprende por su pelo abundante y rizado, de un tipo que no se ha encontrado en otras personas embalsamadas. Incluso hay quien pensaba que era una pieza de madera, especialmente por su color.
Clase alta
El hombre embalsamado del Barranco de Herques tenía unos 45 0 50 años y murió entre el 1160 y el 1260
Fue Luis Román, gobernador de Tenerife en 1764, quien se la llevó durante una visita a la cueva de las mil momias para mostrarla a la corte. Actualmente está expuesta en el Museo Arqueológico Nacional y gracias a una impresión en 3D del cráneo el escultor Juan Villa Herrero ha podido realizar una reconstrucción facial para mostrar el aspecto que tuvo en vida.
El individuo embalsamado era un hombre que pertenecía a la clase alta guanche y que vivió entre el 1160 y el 1260 después de Cristo. Tendría alrededor de 45 o 50 años cuando murió, según han desvelado los análisis realizados. No tenía ningún problema en los dientes y tampoco se ha encontrado fractura alguna en su cuerpo. Eso ha sorprendido a los investigadores, dado que la sociedad guanche era muy agresiva.
“La patología que más llama la atención (en esa cultura) es la traumática pero, sobre todo, más que por accidentes, por violencia”, señala Conrado Rodríguez-Maffiotte, director del Museo Arqueológico de Tenerife. “Solo estudiando los cráneos ya podemos ver un porcentaje altísimo de la población, especialmente masculina, que presenta lesiones por fractura”, añade.
Los exploradores castellanos redescubrieron unas islas que imaginaban deshabitadas. Los rasgos rubios y de ojos claros de algunos aborígenes desconcertaron a los conquistadores. Muchos de los isleños tenían, además, una fuerza y una complexión física extraordinaria que les asemejaba a “gigantes”. “Esta momia (del Barranco de Herques), que actualmente mide 162 centímetros, pudo alcanzar en vida una altura de 170 centímetros”, afirma Teresa Gómez.
Los restos guanches más antiguos datan del siglo I y II después de Cristo. Los análisis de ADN han permitido desvelar que estos aborígenes son genéticamente “similares” a las muestras bereberes encontradas en Marruecos y que datan del Neolítico tardío. “El hecho de que existan algunos individuos rubios con los ojos claros se debe a las inmigraciones prehistóricas desde Europa hasta el norte de África”, apunta la doctora Rosa Fregel.
La hipótesis es que los bereberes, que se extendían desde el Sáhara Occidental hasta Libia (e incluso habrían entrado en contacto con la cultura de Egipto) se habrían rebelado contra el dominio romano y algunos de sus miembros fueron desterrados a las Canarias. Eso explicaría por qué los guanches no tenían ningún conocimiento sobre navegación, aunque sí contaban con sus propios reyes (Menceyes) y las mujeres tenían derecho a separarse de los hombres.
Documento históricos apuntan que en el Barranco de Herques, ubicado entre los municipios de Güímar y Fasnia, había una cueva con 600 o 1.000 momias guanches. Pero hasta ahora no se ha podido encontrar donde estaba exactamente. Lo que sí se sabe es que muchos de estos espacios fueron saqueados a lo largo de los años y que sus momias fueron vendidas a museos o colecciones privadas.