¿Cuál es la obra de arte más robada, expoliada incluso por los nazis?
El reto
Y mañana: ¿Cuál es la actriz que ha lucido más vestidos en una película?
El reto de ayer: ¿Por qué Patrick Swayze y Jennifer Grey se llevaron fatal en el rodaje de ‘Dirty Dancing’?
Dicen de ella que fue la última y espectacular obra de arte de la Edad Media. Otros, en cambio, afirman que se trata de la primera gran pintura del Renacimiento, al menos nórdico. Y allí sigue, en una frontera, entre el fin de un periodo y el inicio de otro, atrapada entre un alfa y un omega que, en realidad, solo sirve para clasificar, porque lo realmente importante de este inmenso políptico es la maestría de sus autores y la fascinación que siempre ha causado, desde el primer momento en que se expuso en la catedral de San Bavón de Gante acabada de pintar, en 1432, hasta la actualidad, inmersa en un proceso de restauración que ha levantado alguna polémica.
Hasta tal punto ha sido codiciada esta obra que se la considera la más robada de la historia. Hasta siete veces, según calculó Noah Charney, el autor de El ladrón de arte, en un libro dedicado exclusivamente a esta maravilla de la pintura flamenca. Detrás de este récord se encuentra un retrato de Rembrandt, sustraído hasta cuatro veces de la Pinacoteca Dulwich de Londres.
Hasta siete robos
La desventura de la pintura que nos ocupa empezó ya en 1566, cuando se desmontaron las doce tablas pintadas al óleo que la integran para protegerla de los ataques iconoclastas de los calvinistas. Pero eso no era nada comparado con lo que le esperaba. A principios del siglo XIX, por ejemplo, Napoleón entró en acción y se llevó las tablas centrales al Louvre como botín de guerra mientras que las laterales fueron vendidas. Unos años más tarde, algunos paneles pasaron a formar parte de la colección del rey de Prusia Federico Guillermo III. Hasta que tras la I Guerra Mundial, el tratado de Versalles devolvió las tablas a su lugar original en la catedral de Gante.
El robo más significativo llegaría en 1934, cuando desapareció uno de los paneles inferiores, el que hace referencia a Los Jueces Justos. Nunca se logró recuperar. El que ahora aparece en su lugar es una copia realizada en 1945 .
Ahora bien, su último gran robo llegó con los nazis. De la misma manera que Napoleón, Hitler también se obsesionó por esta inmensa pintura. Llena de simbolismos, creía que albergaba la clave para encontrar los Arma Christi, es decir, los instrumentos de la pasión de Cristo a los que les otorgaba poderes sobrenaturales, como la cruz, la corona de espinas o la lanza, que aparecen representados en manos de ángeles en el panel central. Tras la II Guerra Mundial, los Monuments men lograron recuperar el conjunto pictórico del interior de la mina de Altaussee, el famoso almacén de obras expoliadas por los nazis.
En la actualidad, el retablo La adoración del Cordero Místico, también llamado Altar de Gante, ejecutado por los hermanos Van Eyck, sigue en su lugar, con su famosa tabla central, dedicada al Cordero Místico, recién restaurada. Tantas vicisitudes habían ensombrecido el rostro del Agnus Dei, hasta tal punto que tras el lavado de cara ahora incluso parece que sonría.