Marta Orriols: “Las políticas de conciliación son imposibles”
Literatura catalana
La novelista analiza los efectos de la maternidad en una pareja joven en ‘Dolça introducció al caos’
Entrevista a la autora sobre ‘Aprendre a parlar amb les plantes’
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¿Qué sucede cuando en una pareja de treinta años ella le dice a él: “Estoy embarazada. No lo quiero tener”? De entrada, sale una novela. Con esta premisa, Marta Orriols (Sabadell, 1975) vuelve a la primera línea literaria con Dolça introducció al caos (Periscopi), después del éxito y el reconocimiento de Aprendre a parlar amb les plantes.
“La novela trata de todas las variables que se escapan de nuestro control a la hora de tomar una decisión, en este caso la decisión de tener un hijo inesperado –explica la autora–. Habla de qué hacemos con todo ese dolor, de los deseos frustrados, una vez tomada la decisión. Qué habría pasado si yo hubiera tenido un tipo de vida diferente”.
Empecé a escribir la novela pensando en que todo recayera en Dani, para que el lector pudiera entender cómo las mujeres percibimos a veces los comportamientos de los otros en nuestras decisiones, que tendrían que ser únicamente nuestros”
Orriols focaliza la decisión en la figura del hombre, porque la mujer lo tiene claro. Él es guionista y ella es fotógrafa, Dani y Marta. “Empecé a escribir la novela pensando en que todo recayera en Dani, para hacer el juego de que el lector pudiera entender cómo las mujeres percibimos a veces los comportamientos de los otros en nuestras decisiones, que tendrían que ser únicamente nuestros”.
Orriols remarca que no es un libro a favor del aborto: “Es un embarazo no planificado y la decisión solo puede ser de ella. El libro es un grito a favor de eso, y el aborto solo es una fecha en el calendario. Es un reclamo de cómo una decisión tan personal como el hecho de ser madre acaba siendo una invasión de todo lo que piensan los otros, en este caso la pareja”.
Marta tiene treinta años y su carrera de fotógrafa empieza a consolidarse: “Tiene unas ganas enormes de proyectarse profesionalmente, algo que la llena tanto como ser madre. Hay un momento en que ella lo equipara. Esta maternidad más endulzada que nos han querido vender tiene cosas buenas, pero también pone fin a otras. Hay un contraste con el mundo profesional, y en el caso de una mujer siempre tienes que renunciar a algo”. Pero aunque lo tiene muy claro, “ella está en un momento de expansión total y lo que le pasa hace que todo se tambalee y que se encuentre entre la espada y la pared, sale lo mejor y lo peor”.
Esta maternidad más endulzada que nos han querido vender tiene cosas buenas, pero también pone fin a otras. Hay un contraste con el mundo profesional, y en el caso de una mujer siempre tienes que renunciar a algo”
Orriols cuestiona y analiza el momento actual a través de estos personajes: “El contexto social y político acaba influyendo en las decisiones personales. Es un entorno muy tocado por un sistema que va a la quiebra. Son dos personas jóvenes que tienen que hacer continuamente trabajos mal pagados, que tienen problemas para acceder a una vivienda digna a pesar de pagar una barbaridad... Todo ese malestar también atraviesa las decisiones personales”.
“La contradicción que comporta el hecho de ser madre me genera una ambivalencia de sentimientos bastante fuerte. Estoy muy contenta de ser madre, pero soy consciente de que me limita muchísimo profesionalmente”, explica la autora sobre la idea inicial del libro, en el que agradece a su madre la ayuda que le da con sus hijos cuando el hecho de escribir la monopoliza: “Si no fuera madre podría hacer muchas más cosas como escritora, podría hacer residencias, formarme más, y eso me acaba produciendo un sentimiento de culpa”.
Marta y Dani están entrando a la edad adulta y su compromiso se materializa con el tatuaje de unas estrellas. “Yo no voy tatuada –explica la escritora–, pero es algo que me parece tierno porque creo que como adultos quizá necesitamos esa magia del tatuaje, que puede funcionar como amuleto, en un contexto tan inflexible y material”.
Son dos personas jóvenes que tienen que hacer continuamente trabajos mal pagados, que tienen problemas para acceder a una vivienda digna a pesar de pagar una barbaridad...”
Los amigos van formando parejas y van cambiando, y Dani lo sufre: “A mí también me pasa. Que las personas que tengo muy cerca pasen a hacer otra cosa que altera la relación que teníamos me trastoca mucho”.
Dani también tiene una familia curiosa. Por una parte, su padre murió y su madre intenta suplir “la masculinidad” del Dani niño con un tío cuando van de vacaciones a Asturias, y por la otra la madre vive encerrada en un entorno religioso que la aísla del mundo real: “Ahora me doy cuenta de que la pérdida es un tema que me obsesiona, viniendo del libro que vengo, y supongo que son un poco mis demonios. De cómo la figura ausente del padre puede acabar definiendo la personalidad del protagonista”.
“Él busca que a través de los otros se acabe definiendo él” y por ello la posibilidad de ser padre podría ser la solución de sus problemas: “Tener un hijo ahora es lo que toca, piensa. Es eso que hacemos de proyectar en los hijos nuestras carencias y debilidades. Su madre está muy tocada por la pérdida y ya ha dejado de buscar su lugar en la vida, lo ha dejado para el más allá, y Dani se lo reprocha”.
Ahora me doy cuenta de que la pérdida es un tema que me obsesiona, viniendo del libro que vengo, y supongo que son un poco mis demonios”
Y Marta le reprocha a él que quiera tener un hijo “para sentirse completo”. La autora lo comenta: “Es una idea errónea de la maternidad, el hecho de que un hijo te complete. Y aquí he querido incidir en la figura paterna. La maternidad siempre recae en la mujer, pero hay algunos hombres que también asumen esa responsabilidad”.
El trabajo del Dani como guionista permite a la autora combinar la realidad de la novela con la ficción del guion, en el que proyecta la figura paterna y otros elementos personales. “Con la pandemia hemos visto cómo necesitamos la ficción, que nos expliquen historias para entendernos a nosotros mismos”.
Marta considera que su trabajo y tener un hijo son dos cosas muy grandes y no se pueden compaginar. “Las políticas de conciliación son imposibles e inexistentes en este país, y sientes la frustración de estar haciendo las dos cosas mal”, añade. “Marta es una mujer fuerte y decidida, y he querido hablar de estos abortos voluntarios porque creo que se habla poco de ellos”, concluye.