El Prado pone al desnudo su historial de desprecio a las mujeres en el arte
‘Invitadas’
El museo madrileño profundiza en la misoginia del Estado y de la propia pinacoteca, durante el siglo XIX y principios del XX, en la exposición ‘Invitadas’
El Prado abre su incierta temporada bajo pandemia general y confinamiento de Madrid con un gigantesco mea culpa por su pasado machista. A través de la exposición Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideologías y artes plásticas 1833-1931, el museo de la capital propone “un viaje crítico al epicentro de la misoginia” del Estado y de la propia institución durante el siglo XIX y los primeros decenios del XX. Una muestra “necesaria y ambiciosa” –dice su director, Miguel Falomir–con la que, entre este martes y el 14 de marzo, la pinacoteca trata de explicar y compensar en parte casi doscientos años de marginación y desprecio a las mujeres en el mundo del arte.
Un desnudo por el que su autora, Aurelia Navarro, terminó metiéndose en un convento al no soportar la presión por la controversia. Una obra de Isabel II, copia de un cuadro de Murillo con una plácida escena familia que la reina realizó cuando en la corte y en las calles la gente se preguntaba “sobre su virtud y su matrimonio” (año 1848). Una película en la que la considerada primer cineasta de ficción, Alice Guy-Blaché, plantea un mundo donde las mujeres dominan a los hombres y los relegan a las tareas del hogar...
Un desnudo por el que su autora terminó en un convento o una obra de Isabel II, copia de un Murillo con una plácida escena familiar que la reina realizó cuando la gente se preguntaba sobre su virtud y su matrimonio son algunas perlas de la muestra
Estas son algunas de las perlas de la exposición de 130 piezas en la que el Prado bordea la autoflagelación mediante un reconocimiento y examen minucioso de las políticas patriarcales y excluyentes de su historia..., si bien sólo hasta el año 1931. Un esfuerzo autocrítico que pasa, además, por sacar del armario decenas de obras hasta ahora ocultas para el común del público. En concreto, más de cien de las pinturas proceden de los depósitos no visibles del museo, y cuarenta de ellas han sido restauradas ex profeso.
“Invitadas son aquellas personas que no eligen cuándo llegan, dónde se sientan y hasta cuándo pueden estar en un lugar”, señaló el comisario de la exposición, Carlos González Navarro, en una presentación en la que también participaron el director del museo, Miguel Falomir, y el presidente del Patronato del Prado, Javier Solana.
Esa definición de “invitadas” está presente en las dos partes de las que consta la muestra: una primera dedicada a ilustrar al visitante sobre cómo el Estado imponía a las mujeres un papel secundario y subsidiario de los hombres a fin de proteger a éstos, y otra que presenta las distintas y muy limitadas formas de participación activa de las féminas en la creación artística.
Más de cien de las pinturas proceden de los depósitos no visibles del museo, y cuarenta de ellas han sido restauradas ex profeso
Como modelos o sujetos de la narrativa patriarcal, ellas eran las que se arriesgaban a caer en desgracia si se prostituían o se implicaban en un adulterio. Y como artistas o aspirantes a serlo, las que hacían copias o miniaturas, flores y bodegones como mucho, o bien cuadros de enjundia que se apropiaban y firmaban sus colegas, maridos o padres.
Entre los 17 temas y conceptos explicados en otras tantas secciones de Invitadas está por ejemplo la idea de “mujer caída” que, en España pero también en otros países de la Europa decimonónica, se esgrimía para advertirles de las consecuencias de una vida disoluta o ligera. El lienzo que sirve de presentación de la muestra en uno de los carteles, Falenas, de Carlos Verger Fioretti, es un claro exponente.
Era común que las mujeres representaran el manejo de lo irracional, a través de hechiceras o videntes, o fueran utilizadas como “alegoría de los vicios”, desde la pereza hasta la indigencia moral pasando por la Soberbia que Baldomero Gili y Roig pintó en forma de una dama con gesto altivo junto a un pavo real.
También hay en Invitadas algunos exponentes de rebeldía contra esos cánones. Es el caso de cuadros de Antonio Fillol como La bestia humana, donde una mujer llora ante el tipo que ha pagado por sus servicios sexuales o La rebelde, joven gitana a la que expulsan de un campamento por no atender a las exigencias del macho alfa.