“Casi un capricho y una experiencia de libertad”. Así ha explicado Pedro Almodóvar lo que ha supuesto para él The human voice, su último trabajo, un corto de media hora protagonizado por la actriz británica Tilda Swinton que ha presentado este jueves en el Festival internacional de cine de Venecia. La Mostra se ha rendido ante la reinterpretación del director español de una obra teatral homónima del francés Jean Cocteau, que aborda la historia de una mujer desesperada que espera en su apartamento la llamada de su amante que le acaba de abandonar.
Almodóvar ya había explorado La voz humana en La ley del deseo (1987) y quería adaptarla con Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988), pero entonces le salió “una comedia disparatada donde el amante no llegaba a llamar y por lo tanto no había lugar para el monólogo telefónico”. Con este último trabajo, su primera producción en inglés, Almodóvar devuelve a Venecia el León de Oro honorífico que le otorgaron el año pasado: la ha rodado –en julio– y montado en tiempo récord, y terminado días antes del festival.
El director reinterpreta una obra de teatro de Jean Cocteau sobre la desesperación de una mujer abandonada
En The human voice el personaje de Swinton –del que se desconoce el nombre– mira pasar el tiempo junto a las maletas que se supone que su ex amante tiene que recoger, y con un perro con el que comparte el duelo. El director moldea el texto de Cocteau con su sello más personal para imprimirle modernidad, porque considera que en el clásico la protagonista era demasiado sumisa, y quería añadir el deseo de venganza. La narración del dolor de una mujer abandonada “al borde de la locura” ha sido muy fértil para Almodóvar, pero ha hecho una promesa: “Es la última vez que volveré a molestar el texto de Cocteau”.
El director asegura que The human voice forma parte del ciclo que empezó con Julieta y siguió con Dolor y gloria, y ha explicado que el mes que viene empezará ya a preparar la preproducción de su próxima película. También ha revelado que recientemente ha escrito otros dos textos para dos cortos que formarán una especie de trilogía con el presentado hoy, uno de 45 minutos y otro de entre 15 y 20. El primero será un western y el segundo, una obra distópica que abordará las salas cerradas de cine.
El corto es también fruto del “idilio” entre Almodóvar y Swinton, que ha seguido el camino del director y fue homenajeada ayer con el León de Oro a su carrera. La intérprete ha contado que trabajar con el español ha sido un “sueño hecho realidad” porque era un deseo de un amigo suyo, un monje escocés que hace doce años rezó para que se unieran en una producción. “Pensé que era imposible porque ni soy española ni hablo español”, ha bromeado ella, que se acercó por primera vez a una obra almodovariana precisamente con Mujeres al borde de un ataque de nervios.
El idioma era el mayor reto al que tenían que enfrentarse ambas partes. Swinton, para adaptarse a un rodaje y a un equipo completamente en español. Almodóvar, al dirigir por primera vez en inglés. El director escribió el texto en español y luego lo tradujo, pero le dio completa libertad para cambiar algunas expresiones. “Me costó un poco de trabajo dirigir en otro idioma –confiesa–, pero en el momento en que ella se adueñó del personaje era un espectáculo total. No la había oído nunca con esa musicalidad”.
Ir al cine, la receta para combatir la “reclusión” que provoca el confinamiento
A sus 70 años y después de una prolífica obra, Almodóvar no piensa en jubilarse. Desde Julieta (2016) se siente inmerso en un nuevo ciclo, “que se debe exclusivamente a la biología”. “De un modo consciente estoy derivando a una narración mucho mas contenida –ha dicho– donde los elementos son cada vez nuevos pero trato de ir lo más profundamente que puedo”. Una misma experiencia de sobriedad que le acompañó con Dolor y gloria (2019) y que busca seguir investigando.
Y lo hará haciendo cine, porque precisamente cree que es lo que se necesita en el mundo de la pandemia. El director español más internacional ve que el confinamiento ha demostrado hasta qué punto la gente depende de la ficción para entretenerse. El otro lado de la moneda es que “nos ha hecho ver la casa como un espacio de reclusión”, desde donde se puede comer, enamorarse, pedir comida o trabajar. A él le parece “peligroso que las empresas hayan descubierto que el trabajador puede trabajar en casa y es más barato”. “No me gusta que esa reclusión continúe y por eso propongo ir al cine como contraposición. Ir al cine es iniciar una aventura, tienes que vestirte, pensar qué imagen quieres dar a los demás, salir a la calle y y meterte en un lugar oscuro donde compartir emociones con desconocidos”, piensa. “Como director de cine, para mi es importantísimo oír respirar al espectador para ver cómo funciona la película. Si se pone Netflix no tengo esa sensación”.
¿Y su mayor ilusión? “La primera seguir vivo, la segunda seguir vivo y haciendo cine. La tercera es estar en Venecia hablando con todos vosotros y compartiendo estar vivo y trabajando con Tilda Swinton”. Vuelve Almodóvar.