El Fes Pedralbes levantó el telón con las canciones entregadas de Pablo López y muchas ganas de disfrutar
Escenarios
Un cambio nominal motivado por la situación generada por el coronavirus
El Festival Jardins de Pedralbes alzó anoche el telón transformado en Fes Pedralbes, un cambio nominal motivado por la situación generada por el coronavirus. Y un cambio también de contenido, ya que prácticamente el cartel de los dos escenarios se va a nutrir en las próximas semanas de músicos y grupos de la escena local y nacional. Con la excepción de Van Morrison, que, ya puestos, estará dos noches consecutivas.
Y sobre esto y otras cosas giraron las ya tradicionales palabras de bienvenida que dirigió Martín Pérez, director del Festival y responsable de la promotora organizadora, Concert Studio. Ayer sus brevísimas palabras sirvieron para pedir disculpas por el retraso del comienzo del concierto por razones logísticas y también para informar de que el festival proporcionaría este años 700 puestos de trabajo directos e indirectos. Aplausos más que merecidos.
Lo que no ha cambiado de la propuesta lúdico-gastronómico- musical es el espíritu y la filosofía que hay detrás de ella, que en esta edición sus responsables quieren remarcar, dada la dura excepcionalidad del día a día de estos días sin fin , valga la redundancia.
El momento en que arranca este Fes Pedralbes no deja de ser delicado en términos objetivos en lo que hace referencia a las medidas que se van tomando para evitar rebrotes. En este sentido, los protocolos, la disponibilidad y predisposición del personal y la lección bien aprendida brillaron en la tarde-noche de ayer en lo que se pudo ver y apreciar del engranaje organizativo.
El cantante ofreció un intenso recorrido por su repertorio a piano solo y adelantó temas de su nuevo disco
Uno delos aspectos más sensibles de esta recolocación de fichas ante un tablero tan diferente era la disposición del público asistente. Como se sabe, la habitual grada erigida frente al escenario principal este año ha sido sustituida por varios centenares de sillas. Ayer, ante el concierto inaugural que ofreció el popular cantante y pianista Pablo López, las 800 entradas que se habían puesto a la venta estaban agotadas, y esas fueron las sillas dispuestas a ras de tierra y emparejadas (aunque en la canción Mariposa instó al público a levantarse y a dar palmas) ante el escenario situado como siempre delante del Palau de Pedralbes. El resto de las entradas puestas a la venta hasta llegar al tope de las 1.300 iban destinadas a asistentes que únicamente accedieron a la zona del village.
Media hora después de la apertura de los accesos al recinto festivalero (que se ubica dentro de un parque público abierto el resto del día), es decir, a las ocho y media, Meritxell Neddermann y su piano se adueñaron del escenario del village. Con su teclado y sus aditivos electrónicos y su voz, fue desparramando el pop intimista que impregnan las canciones de su reciente y único álbum hasta la fecha, un In the backyard of the castle que suena mejor grabado que como lo ofreció ayer la música catalana.
Pop, presentaciones de canción a veces ininteligibles y un empleo de esos recursos electrónicos en dosis cambiantes fueron los ingredientes de una hora de concierto. La hermana mayor de Judit se desenvolvió a veces como si estuviera en casa y otras como si reflexionase en voz alta, cantó en inglés y catalán, y al final demostró que no lo hace mal como vocalista, aunque seguramente la de anoche fue una prueba demasiado dispersa. El público atento a su show se mostró cortés y agradecido, aunque se trataba de un público en su mayoría que en esa zona –village, sol de última hora de la tarde, excelentes puestos gastronómicos– estaba más pediente de otros menesteres .
Con Pablo López no hubo motivo, en cambio, de distracción. Vestido con camiseta oscura y pantalón blanco, cantó unas estrofas a cappella para sentarse al frente del piano de cola con muchas ganas. El cantante y compositor –ex triunfito y también coach de La Voz –, no ha tardado ni un segundo en volver a la carretera tras el confinamiento. Hace un año ofreció la gira 360 grados: piano y voz , y ahora regresaba a la ciudad con una propuesta adaptada a las actuales circunstancias. No por casualidad el espectáculo que ofreció se titula López, piano y voz (que dentro de unas semanas se podrá también degustar en el Festival de Porta Ferrada de Sant Feliu de Guíxols), y satisfizo de principio a final a la afición. El carismático músico, entregado como siempre, recorrió sus hits infalibles, miró al futuro y volvió a demostrar que sabe muy bien como meterse al incondicional en el bolsillo.