Loading...

Anna Ballbona: “Quiero naturalizar la periferia”

El libro del día

La novela ‘No soc aquí’ fue reconocida con el premio Llibres Anagrama

Versió en català, aquí

La escritora vallesana Anna Ballbona, que publica ‘No soc aquí’

Llibert Teixidó

Mila, una chica que tiene un don, crece en un pueblo donde antes todo eran campos, recuerda su padre, pero ahora está delimitado por un cementerio, un polígono y una autopista. Mila es la protagonista de No soc aquí , la nueva novela de Anna Ballbona (Montmeló, 1980), reconocida con el premio Llibres Anagrama (traducción castellana de Concha Cardeñoso: No estoy aquí, Anagrama). Finalmente desconfinado, el título llega a las librerías para reivindicar, la autora dice “naturalizar”, la periferia, esas poblaciones del entorno urbano, como muchas de su Vallès natal, que han quedado atrapadas entre vías férreas, polígonos industriales y autopistas. Mila afirma que no podrá ser nunca neorrural porque ella ya es rural de nacimiento. Su niñez se mueve entre la pila de lana de cuando esquilan las ovejas, y los hedores tóxicos de las industrias. La narración está llena de historias y anécdotas, tratadas con mucho humor e ironía, para reflexionar, sin que se note mucho, sobre el sentido de la maternidad. “No me gusta el tremendismo”. Como la Mila de Solitud , esta Mila también vive en un mundo que le resulta salvaje y la configura como persona.

“Es la historia de una mujer nacida a la que un embarazo con un punto de incertidumbre le provoca una extrañeza que viene de antiguo”, relata Ballbona

“La novela es la historia de una mujer nacida a finales de los setenta –explica Ballbona– a quien un hecho concreto, un embarazo con un punto de incertidumbre, le provoca una extrañeza que viene de antiguo. Es una extrañeza existencial hacia los orígenes. Empieza a hilar recuerdos y episodios de infancia y adolescencia para intentar conjurar esa extrañeza del embarazo y del hecho de sentirse extranjera en el mundo donde nació”. Mila dice que escribe su libreta “para poner orden en la vida”, leemos en la novela. “El embarazo es la palanca que hace que empiece a pensar qué ha heredado y, de todo eso, qué dará y qué dejará de dar”, puntualiza la autora. El lector recorre la vida de esa chica hasta que va a la universidad, la primera de su familia que “ensancha paredes y fronteras”, y va de Erasmus a París. Conocerá a chicos como Jonás, y acabará viviendo con Simó, con quien se plantea la maternidad. Tiene una debilidad por los nombres bíblicos, le dice una amiga. Mila sintió el impulso de huir de esa periferia, pero ahora se percata de que pertenece a aquel mundo, a aquellas repeticiones, a aquellas maneras de hacer y de decir; y que no es necesario que renuncie ni que sienta la vergüenza que sentía cuando era niña”, dice la autora. Todo eso es lo que piensa Mila pensando en Bruna, la hija que está en camino.

“En la periferia se dan muchos clichés culturales y, en cambio, es variada y poco etiquetable”, aclara la escritora

Porque Mila veía que había pocas fotos de ella de cuando era pequeña y llegó a pensar que era adoptada. Además, los pocos testimonios gráficos muestran a una criatura más bien fea, con una cabeza “como la del anuncio del Netol”. Todo ello enlaza con el título, No soc aquí , “porque ella se ha sentido espectadora de su propia vida y no ha acabado de ser la protagonista”, dice la autora. La libreta que escribe Mila ante la maternidad es justamente para centrarse, “para dejar de huir hacia delante, para dejar de sentirse desclasada.” Ballbona reivindica la periferia: “Se dan muchos clichés culturales y, en cambio, es variada y poco etiquetable. A veces sólo se habla de delincuencia o se trata con condescendencia. Es un lugar con particularidades, con un mundo agrario que se va pero aún resuena, y está rodeado de un urbanismo feroz, tanto de cemento como mental”.

Anna Ballbona, escritora

Llibert Teixidó

La galería de personajes curiosos, “seres semifantásticos”, tiene un punto de fábula, que da a la novela un toque mágico que ayuda a “naturalizar” ese lugar, a retratar su atmósfera: la tía solterona; el curandero llamado el Hombre de Allí Arriba, que diagnostica que Mila tiene un don; Pau el Esquilador, un gran narrador; el abuelo con la pierna ortopédica que lo sobrevive... “Los mayores estaban muy presentes y mandaban mucho”, dice. La autora fija la historia en un espacio que no quiere identificar y considera que esta aproximación a la periferia es más concreta que en su novela anterior, Joyce i les gallines . “En este lugar pasa todo, el miedo y las alegrías. No es un lugar que esté detrás y escondido, y lo he querido mostrar con normalidad; normalizarlo en la fealdad que tiene”. De hecho, los “hedores tóxicos” del principio se acaban convirtiendo en “aromas tóxicos”. “Me encanta jugar con estos contrastes, que son reales aunque parece que no encajan en el lugar y el tiempo, pero pasan, y lo puedo certificar”, confiesa, pero recuerda, como lo hace a lo largo de la novela, que todo es una ficción, a pesar del objetivo de fijar un lugar y unos personajes que tienen mucho de real. Sobre los recuerdos que escribe, Mila dice: “Sólo vale la pena entretenerse en ellos para hacer literatura”.

Etiquetas