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Terry Jones, los mejores gags del mundo

Obituario

El actor murió este miércoles a los 77 años

Terry Jones, en una imagen de archivo

ANDREW COWIE / AFP

Han pasado 40 años, pero nadie ha podido olvidar los gags bíblicos de La vida de Brian (1979). Brian era aquel joven afable que, por haber nacido en un pesebre contiguo al del Niño Jesús, era constantemente confundido con él. “¿Por qué las mujeres no pueden ir a las lapidaciones?”, le preguntaba Brian a su iracunda madre, que no era otra que Terry Jones . “¡Porque está escrito!”, respondía esta, antes de comprarse una barba postiza, para así pasar por hombre y acudir a tirar piedras, que también compraba a otro oportuno vendedor ambulante. “¡No es el Mesías! ¡Es un sinvergüenza!”, acababa gritando Jones a la multitud de seguidores, que Brian arrastraba hasta su casa en otro momento del filme. En España, fue la quinta película más taquillera de 1980, a pesar de haberse estrenado subtitulada en VO y sólo para un público mayor de 18 años. Un lustro después, volvería a causar furor en los videoclubs, ya en versión doblada y para toda la familia.

Terry Jones dirigió en solitario La vida de Brian , aunque la película había sido escrita y protagonizada, en múltiples papeles, por los seis miembros del grupo cómico conocido como The Monty Python, también formado por Graham Chapman (fallecido en 1989), John Cleese, Terry Gilliam, Eric Idle y Michael Palin. Juntos alcanzaron la fama, a finales de los años sesenta, con la serie de televisión Monty Python’s Flying Circus , que se prolongó hasta 1974. Era un imparable encadenado de sketches irreverentes, como el de la carne enlatada Spam , en el que Jones, esta vez disfrazado de camarera, la enumeraba como ingrediente de todos los platos del menú, evocando la miseria de la posguerra. De ahí que el correo basura que infesta nuestras bandejas de entrada reciba ese nombre. Spam. Otros gags eran recurrentes, como el de La Inquisición española, formada por Jones, Gilliam y Palin, que aparecía en cuanto alguien la nombraba… Con la censura se toparon en algunas ocasiones. La vida de Brian fue, por ejemplo, prohibida en Irlanda y en Noruega, cosa que obviamente sólo les hizo más célebres.

Jones y Palin se habían conocido haciendo teatro en la Universidad de Oxford, donde estu-
diaban literatura, y así empezó todo. Después del teatro y la televisión, llegó el cine. Primero con Se armó la gorda (1972), que no era más que un recopilatorio de sketches para el público americano, ansioso por descubrir la revolución del humor británico. Y luego llegaron Los Caballeros de la Mesa Cuadrada y sus locos seguidores (1975), codirigida esta vez por Jones y Gilliam. Entre los múltiples personajes de Jones estaba el pomposo caballero Belvedere, recordado por su curioso método de detección de supuestas brujas. Para asegurarse de no quemar a la mujer equivocada, elaboraba ante la turba enfebrecida una curiosa teoría según la cual una bruja pesaba lo mismo que un ganso. Bastaba pesarla, para saber si tenía que arder en la hoguera...

El sentido de la vida (1983), de nuevo codirigida por Jones y Gilliam, fue la última película de los Monty Python como tales, ya que, a pesar del éxito, John Cleese prefirió desmarcarse del grupo. De nuevo, todos daban vida a un montón de personajes distintos. Se recuerda especialmente al obeso Mr. Creosote, encarnado por Jones, que un malévolo Cleese cebaba y cebaba, hasta que por fin estallaba. Tras la separación amistosa de Monty Python, a Jones no le fue mal. Dirigió películas como Servicios muy personales (1987), Erik el vikingo (1989) o Viento en los sauces (1996), en las que seguían interviniendo sus compañeros, y pudo entregarse a otras pasiones, como la historia medieval o los cuentos infantiles. Todo hasta que en el 2015 le fue diagnosticado un raro tipo de demencia. Desapareció de la luz pública, y su vida se apagó, finalmente, el pasado martes a los 77 años, en el norte de Londres. John Cleese se despidió de Jones vía Twitter: “Entre todos sus logros, para mí el mayor regalo que nos hizo a todos fue dirigir La vida de Brian . Perfección”. Nunca mejor dicho. Perfección absoluta, y risas para la eternidad.

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