Miquel dels Sants Oliver, el director de ‘La Vanguardia’ moderna
Figura clave
Centenario de la muerte del intelectual mallorquín
Hoy hace cien años moría en Barcelona Miquel dels Sants Oliver. Nacido en 1864 en Campanet (Mallorca), recibió una clara influencia cultural y política de su padre, un maestro de escuela que se implicó en los movimientos progresistas mallorquines y fue uno de los introductores del periodismo moderno en la isla, fundando el rotativo La Almudaina . Oliver fue un intelectual moderno, en el sentido más amplio de esta palabra a principios del siglo XX.
Desde 1906 y hasta el día en que murió, fue el director que convirtió La Vanguardia en el gran diario que fue haciéndose a lo largo del siglo XX, cabecera de referencia de Catalunya y, ya entonces, el de más ventas. Al frente de la empresa familiar estaba Ramón Godó Lallana, primer conde de Godó, hijo de don Carlos y sobrino de don Bartolomé, los hermanos que fundaron el rotativo como órgano del Partido Liberal en 1881. Ramón Godó convirtió el diario en una publicación moderna y, para controlar en todo momento todo lo que pasaba, fundó la famosa dirección tripartita: tres directores en torno a una mesa triangular, para que ninguno se sintiera por encima de los otros dos. De facto, Oliver fue quien dirigió el diario aquellos años y, según explica Gaziel en su Història de La Vanguardia , sintió el control del dueño.
Oliver publicó las crónicas aliadófilas de la Primera Guerra Mundial que Gaziel enviaba desde París
Sea como fuere, entre la visión empresarial de Godó y la visión periodística de Oliver, La Vanguardia , ya en la sede de la calle Pelai, se convirtió en el primer diario de Catalunya. Oliver, siguiendo la estrategia de su antecesor, Sánchez Ortiz, supo reunir en sus páginas a las plumas más importantes del momento, y publicó las crónicas aliadófilas de la Primera Guerra Mundial que Gaziel enviaba desde París. El joven periodista que se fogueó como corresponsal de guerra fue precisamente quien, cuando Oliver murió, lo sustituyó al frente del diario.
Pero el intelectual mallorquín no llegó por casualidad a la dirección triangular de La Vanguardia . Antes, entre Palma y Barcelona, había teorizado sobre una España no tan centralizada, con un regionalismo de cariz nacional, y también sobre el atractivo turístico de Mallorca, por lo que es considerado uno de los impulsores de la oferta que la isla ofrecía a los ciudadanos europeos.
En el campo periodístico, dirigió La Almudaina cuando murió su padre, y en 1899 aprovechó el nombramiento de Marian Aguiló como hijo ilustre de Palma para pronunciar, después de más de dos siglos, el primer discurso en catalán en la sala de plenos del Ayuntamiento. Ya en Barcelona, asumió la dirección del Diario de Barcelona , donde publicó su visión del problema nacional catalán, recogida en el libro Entre dos Españas . También fue defensor de Antonio Maura y del acuerdo entre conservadores y regionalistas.
En 1907, bajo los auspicios de Prat de la Riba, formó parte del grupo que fundó el Institut d’ Estudis Catalans. “Dentro del juego de representaciones y compensaciones –escribió Joaquim Molas–, Oliver podría ser el portavoz de Mallorca, el escritor ‘moderno’ o ‘modernista’ y, más exactamente, el ensayista de ideas conservadoras”, contrapunto de Pere Coromines. Después de la Setmana Tràgica y ante la falta de apoyo de la Liga a Maura, en 1914 presentó la dimisión como miembro del IEC. A partir de 1917, sin embargo, todavía encontró tiempo para presidir el Ateneu Barcelonès.
Después de un largo silencio desde su muerte el 9 de enero de 1920, hoy Miquel dels Sants Oliver es recordado a menudo como una figura clave de aquellos dos primeros decenios del siglo XX que han marcado nuestra historia reciente.