Las 7 vidas de Els Quatre Gats
Un lugar icónico
Un libro de Jordi Notó y una exposición en la galería Gothsland hasta finales de febrero rememoran la historia de un local emblemático
Joan Miró había ido cuando era niño a ver títeres y a comer chocolate con melindros a Els Quatre Gats, el mítico local de la calle Montsió de Barcelona. Más tarde asistió a clases de dibujo y participó en una exposición colectiva. Por eso no es extraño que cuando a finales de los setenta un grupo de jóvenes promotores se propusieron la reapertura del local, Joan Miró les dio todo su apoyo y les cedió dos cuadros que sirvieron para pagar deudas.
Esta es una más de las vivencias que acompañan la historia de Els Quatre Gats, el local que a finales del siglo XIX se convirtió en centro neurálgico de la bohemia catalana. Un espacio que ha sobrevivido con diferentes funciones hasta la actualidad y que ahora devuelve a la actualidad por la coincidencia de una exposición a la galería Gothsland (“ Barcelona i Els Quatre Gats, un gir vers la modernitat, abierta hasta el 28 de febrero) sobre los artistas que se reunieron en sus orígenes, y la edición de un libro sobre la historia del establecimiento: Els 4 Gats. Les set vides d’un local emblemàtic de Barcelona , de Jordi Notó (Ed. Viena), en el que se reproduce una foto inédita de Miró mojando un melindro en una taza de chocolate que le ofrecieron en 1979 durante una visita.
Entre 1897 y 1903 fue el local de la bohemia artística de Barcelona y renació en 1978
Miró fue dos veces en esta última etapa, acompañado del arquitecto Josep Lluís Sert y el notario Raimon Noguera. A los promotores les regaló una aguada, que había expuesto en la galería Maeght, y lo utilizaron para ilustrar la portada del único número que salió de la revista Quatre Gats , coordinada por Joaquim Molas y Joan Brossa (ahora con el libro se han puesto a la venta restos de aquella revista de 1978, de la que se imprimieron 2.000 ejemplares). Cuando los promotores le explicaron que lo habían tenido que empeñar con una entidad bancaria para pagar un crédito, Miró los obsequió con un segundo dibujo.
El periodista Jordi Notó ha querido recuperar la memoria con testigos de la época y material fotográfico inédito y lo ha hecho jugando con siete capítulos que se corresponden a las siete vidas de los gatos. La primera etapa se corresponde con la creación de la cervecería que lleva este nombre en los bajos de la casa modernista recién construida por Josep Puig i Cadafalch. Pere Romeu, recién llegado de París, llevó pronto a sus amigos los pintores Casas, Rusiñol, Meifrèn, Utrillo Pichot, Picasso y, según el autor del libro, se puede considerar el “primer after hours ” de la ciudad. Funcionó entre 1897 y 1903. Entre otros hitos, se considera que aquí nació la Associació Wagneriana y Picasso hizo la primera exposición en 1900. Posteriormente fue ocupado por el Cercle Sant Lluc, que lo tuvo abierto hasta 1936, y allí se dieron clases de dibujo y se mantuvieron las representaciones de marionetas. Durante la guerra civil fue incautado y se convirtió en Ateneu del PSUC y en la posguerra lo tuvo una empresa, que mantenía actuaciones en vivo y teatro bajo el nombre de Cuatro Gatos.
En los años cincuenta se instaló la empresa La Bisbal Confecciones Albert, que estuvo hasta 1981, con la crisis del textil. Cuatro años antes Pere Notó, hermano del autor del libro, había abierto ya un segundo Quatre Gats en un edificio de al lado. Y para la Mercè de 1983 se reabrió en el primitivo espacio, con las reproducciones hechas por Arranz-Bravo de los dos cuadros de Casas que lo habían hecho célebre: Tándem y Ramon Casas y Pere Romeu en un automóvil . El libro se extiende especialmente en esta etapa entre 1978 y 1989, en la que destacan también las actuaciones en directo de Quico Pi de la Serra, Tete Montoliu, Toti Soler, Santi Arisa, la grabación de discos a cargo de Conrad Setó y Josep M. Bardagí. El último capítulo, la séptima vida, fue la adquisición por parte del grupo Ferrer que lo ha dinamizado y todavía lo mantiene.