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Mijaíl Piotrovski: “Si no sale el proyecto de Barcelona, buscaremos otra ciudad”

Entrevista

Director del Museo del Hermitage de San Petersburgo

Mijail Piotrovski, director del museo Hermitage de San Petersburgo

Ignacio Orovio

No suena a amenaza, suena a obviedad: si Barcelona no quiere que el Hermitage instale aquí una de sus franquicias, buscarán otra ciudad. El director del Museo del Hermitage, Mijaíl Piotrovski, atiende a La Vanguardia en su despacho del maravilloso palacio de Invierno, sede histórica y principal de una institución que emprendió años atrás una política de expansión con “sputniks”, como los define el propio director. Sedes del Hermitage en la propia Rusia y en otros países (Holanda, Italia, Reino Unido...) con los que la casa madre se financia.

¿UN PROYECTO SÓLIDO?

“La duración del proyecto dependerá del interés que haya en la ciudad”

Hoy, la relación del museo y Barcelona se visibiliza en la preciosa Carlota que el escultor Jaume Plensa acaba de instalar a la entrada del edificio imperial.

El futuro inmediato

“Nosotros vamos exclusivamente a aquellas ciudades donde nos esperan”

La posibilidad de que un Hermitage se instale en Barcelona se remonta al 2012. Siete años. La ciudad analiza con recelo esta posibilidad, temerosa de que, como ha ocurrido en otros lugares, el proyecto fracase y acabe costando dinero público. Hace menos de un mes, este diario explicó que el gobierno municipal está pendiente de tres informes –urbanístico y de movilidad, económico y cultural– para pronunciarse. El grupo Museo Hermitage Barcelona SL prevé invertir 50 millones de euros en un nuevo edificio en el puerto encargado al arquitecto Toyo Ito de 14.700 m2, entre exposiciones (4.500), auditorio (368) restaurante (974), tienda (476) y otros.

EL ENCAJE EN EL ECOSISTEMA

“Para Barcelona sería interesante un museo que no repita lo que hacen los otros”

¿Cuál es el papel de la casa madre en proyectos como el de Barcelona?

Se enmarca en nuestra estrategia de Gran Hermitage, de museos satélites. Nuestro gran objetivo es que todo el mundo tenga acceso a nuestras colecciones, y por eso estamos construyendo depósitos abiertos al público e implicándonos en proyectos como este.

Algunos no han funcionado.

Hemos tenido centros en Amsterdam, Italia, Kazán, Viborg, Siberia, Londres, en Las Vegas con el Guggenheim. Ahora tenemos planes también en China. En algunos sitios hemos estado siete años y han tenido que cerrar por falta de recursos, porque es un sistema muy móvil, flexible, no constante, o puede cambiar de órbita, como los satélites.

¿Ustedes lo lideran o sólo lo apoyan?

La iniciativa es de la institución que lo financia. Nosotros estamos al tanto de todo para empezar nuestra actividad cuando haya donde desempeñarla.

¿En qué punto se encuentra?

Hemos negociado con la administración local para saber si es interesante para la ciudad y llegamos a la decisión de que había que probarlo.

Pero el Ayuntamiento lo está estudiando todavía.

Nuestro principio radica en que vamos a los sitios donde nos quieren ver, a aquellos sitios que aportan una infraestructura y una financiación. Lo que aportamos nosotros es el contenido. Tenemos firmados acuerdos con las autoridades catalanas y de Barcelona.

¿Y ahora?

Estamos esperando a que se pueda construir el edificio para aparecer nosotros. Nosotros podríamos elegir otro lugar. Si no sale este proyecto, buscaremos otra ciudad.

Parece que tengan que convencer a la ciudad de su importancia...

Creo que podemos dar a conocer nuestras buenas colecciones, como hacemos en otros lugares. Considero que la creación del museo en el puerto de Barcelona puede reducir la presión turística en otras zonas.

Ese es un temor de los vecinos.

Todas las ciudades aspiran a tener más y más turistas, aunque entiendo que esa presión puede ser molesta, como pasa en Barcelona o en Madrid alrededor del Prado.

Algún director de museo alega que un sputnik no encaja en el sistema...

Precisamente. Considero que para Barcelona sería interesante una institución que no repita lo que hacen las otras. Tenemos nuestro propio discurso. Seríamos una posibilidad, por ejemplo para los turistas que llegan por vía marítima, de acceder a un centro cultural que ahora Barcelona no tiene. Es un beneficio mutuo.

¿El puerto es un buen sitio?

En el puerto no hay focos de inte-rés cultural en este momento.

Pero eso mantiene frío al Ayuntamiento...

Yo no noto frialdad alguna. Hay procedimientos concretos, complejos, pero en todos los países hay burocracia. Ya tenemos la experiencia de crear centros en un país todavía más estricto, como Holanda, donde preguntaron la opinión a cada uno de los vecinos. Todo se hizo de acuerdo con la normativa, claro, y hoy en Amsterdam somos un punto de interés importante, en una ciudad donde lo que precisamente no faltan son focos de interés. Nosotros vamos exclusivamente a aquellas ciudades donde nos esperan y donde nos quieren ver.

¿Se lo replantean?

Nosotros hacemos un esfuerzo importante de organización para crear un nuevo museo. Iremos si nos quieren.

Seguramente la mayor parte de la ciudad está encantada con
la idea.

Claro. Así lo entiendo y por eso seguimos adelante.

El fallecido Jorge Wagensberg, a quien se encargó la dirección, tenía un proyecto que acercaba el arte a la ciencia. Sin él, ¿en qué línea trabajan?

Quiero decir que su muerte para nosotros fue un duro golpe a nivel humano, y también para el proyecto, porque había planteado unas líneas muy interesantes. Pero tenemos que seguir adelante con el proyecto, aunque sin Wagensberg quizás es difícil continuar en esa línea. Tenemos que hablar con nuestros socios para escoger la estrategia más adecuada a partir de ahora.

¿Tienen ya alguna idea?

Lo estamos pensando. El proyecto de Wagensberg era diferente a lo que solemos hacer, y seguramente tendremos que buscar algo así para Barcelona. En nuestro programa habitual en otras ciudades tenemos exposiciones por ejemplo sobre Catalina la Grande, Pedro el Grande, sobre pintura francesa del XIX o el XX. Tenemos que pensar algo especial para Barcelona.

¿Tiene pensada ya alguna exposición concreta? Tienen tres millones de piezas y una buena colección de pintura española, no sé si sería una buena idea...

No lo creo... ustedes ya conocen la pintura española. Pero realmente es una colección muy buena tanto por contenido como por historia.

Hay dudas sobre la solidez financiera del proyecto.

Yo creo que es muy viable, pero no puede ser rápido. Es cultura, no es comercio. Hay posibilidades enormes, pero la duración del proyecto dependerá del interés que haya en la ciudad.

¿El número de visitantes indica la buena salud de un museo?

Un museo no es mejor si tiene más visitantes. Cada museo debe decidir cuánta gente quiere tener, dentro de unas medidas de seguridad y de comodidad en el acceso a la cultura.

Usted lleva treinta años dirigiendo este museo. ¿Cómo ha cambiado?

A finales del XIX se convirtió paulatinamente en un museo universal. A principios del siglo XX derivó hacia el modelo enciclopédico, donde estaban todas las culturas del mundo. Desde finales del XX ya es un museo global, con exposiciones en distintos países, con mucha actividad pública, jornadas, difusión del conocimiento. Este edificio tiene muchas ventanas, porque es un edificio histórico, y eso es un hándicap. Queremos preservar estas características para que no se convierta en un museo estándar, y para eso hay que innovar. Seguir como éramos, pero atender a lo global.

Existe un debate en los museos sobre la presencia femenina. ¿Aquí también?

Esa misma pregunta me la hicieron en el Prado hace poco. Tengo una respuesta fácil. El Hermitage puede que tenga una de las mejores colecciones del mundo de artistas femeninas, así que es fácil. Ya hace veinte años que nosotros hicimos en Washington una exposición de pintura femenina. En nuestra línea de arte contemporáneo ya ni siquiera existe ese debate.

¿Vendería una obra para financiarse?

Categóricamente, no. Nosotros no somos dueños de este acervo cultural. Nos lo legaron generaciones anteriores y debemos conservarlo. El hecho de que el gobierno soviético vendiera obras en los años veinte fue un crimen. Considero que los museos americanos y su estrategia de compra y venta no tiene sentido.

¿Compraría un Banksy?

Mmmm. Depende del coste. Si fuera poco, sí.

¿Rechazaría algún tipo de patrocinador por motivos éticos?

Es una pregunta complicada. Nosotros siempre lo pensamos dos veces antes de decir que sí o que no. Creo que se exagera cuando está mal visto aceptar el dinero de las petroleras porque afectan al medio ambiente, y todos vamos en coche. Quizás si nosotros lo rechazamos se lo lleva otro museo. Pero esta pregunta no tiene tanto sentido porque no son tantos quienes ofrecen dinero a los museos. La pregunta clave es si los museos deben ser totalmente públicos. Para mí, sí.