Egoísmo y desolación
El hoyo
Dirección: Galder Gaztelu-Urrutia
Intérpretes: Iván Massagué, Antonia San Juan, Zorion Eguileor, Emilio Buale
Producción: España, 2019. Duración: 94 minutos. Drama/Ciencia ficción. HHH
Concebida inicialmente como una obra teatral, en su paso por la pantalla ha conservado cierto formato escénico. El hoyo es una arriesgada y desafiante ópera prima del cineasta bilbaíno Galder Gaztelu-Urrutia. No concede tregua al espectador, aunque para el público acostumbrado a un cine más banal, tal vez resulte una película algo tediosa y repetitiva en algunos tramos. En un futuro impredecible y abierto a grandes peligros para lograr sobrevivir, hay quienes viven en un gigantesco edificio dividido en infinidad de niveles. En cada uno de ellos hay dos personas y una plataforma con comida que sube y baja, siendo arrebatada por quienes están en los niveles más altos. Una metáfora sobre el desnivel social que cada vez nos distancia más a unos de otros, aunque aparentemos ignorarlo.
En el reciente Festival de Sitges, donde obtuvo cuatro galardones, incluido el de mejor película, su director Galder Gaztelu-Urrutia manifestó que “las analogías de El hoyo son múltiples: la lucha de clases, el norte y el sur, ricos y pobres…”. En este misterioso lugar, tan simbólico de las verdades que ocultamos, es donde decide ingresar voluntariamente el joven protagonista, llamado Goreng, del que Iván Massagué (tuvo que adelgazar doce quilos para interpretar el personaje) realiza una formidable recreación tragicómica. Porque, ciertamente, humor y drama van complementándose a lo largo de una película que parece previsible, aunque repleta de giros inesperados. En este espacio cerrado, representado por el inmenso hoyo, va desarrollándose una acción que a veces quizás pueda parecer estática, pero que contiene giros tan imprevisibles como la propia vida que nos rodea. La lujosa cocina donde se elaboran los restringidos menús es otro escenario paralelo y contrastado.
El hoyo era una modesta ópera prima que parecía condenada a una breve vida en pocos cines, pero su paso por el Festival de Toronto y el galardón conseguido allí le abrió una prometedora ruta. Contra todo pronóstico inicial, el director Galder Gaztelu-Urrutia tiene un amplio horizonte por delante. Su película se lo merece.