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La desigualdad comenzó hace 7.000 años con los arados tirados por bueyes

Arqueología

Las diferencias en la riqueza no surgieron con el paso de la caza a la agricultura, sino con la posesión de tecnología

La aparición de los arados tirados por bueyes fue el inicio de la desigualdad

Oxford University

Hace alrededor de siete mil años, las sociedades en toda Eurasia comenzaron a mostrar los primeros signos de divisiones sociales entre aquellas personas que tenían recursos y las que no. Investigadores de la Universidad de Oxford han delimitado el precipitado aumento de la desigualdad durante el Neolítico y han rastreado sus orígenes hasta definir que todo comenzó con la invención de los arados tirados por bueyes.

Los nuevos hallazgos desafían la creencia habitual de que la desigualdad surgió cuando las sociedades humanas hicieron la transición de la caza y la recolección a la agricultura. Según los científicos, no fue el cultivo “per se” lo que introdujo diferencias sustanciales de riqueza, sino una transformación de la labranza que hizo que la tierra fuera más valiosa y la mano de obra menos.

La transformación de la agricultura hizo que la tierra fuera más valiosa y la mano de obra menos

”Los arados eran los robots del neolítico tardío”, explica el economista Samuel Bowles. Los bueyes eran una forma de tecnología que ahorraba trabajo y llevaba a desvincular la riqueza del trabajo, algo fundamental en la desigualdad moderna. “El efecto fue el mismo que hoy: crecientes disparidades económicas entre quienes poseían esos robots y aquellos cuyo trabajo era reemplazado por los robots”, indica en un estudio publicado en la revista Antiquity .

Los expertos han usado nuevos métodos estadísticos para comparar la desigualdad de riqueza en diferentes tipos de sociedades, regiones y momentos de la historia. Su análisis de los datos de 150 sitios arqueológicos revela un fuerte aumento de la desigualdad en Eurasia desde alrededor de 4.000 a.C., varios milenios después de la aparición de la agricultura.

Los arados tirados por bueyes eran los ‘robots’ del neolítico tardío

”La sorpresa aquí no es tanto el momento en que despegó la desigualdad, sino que se mantuvo baja durante mucho tiempo”, dice la arqueóloga Amy Bogaard, autora principal de la investigación, en un comunicado. ”Hasta ahora se creía que las sociedades que adoptaron la agricultura se volvieron más desiguales, pero hemos observado que culturas que apostaron por los cultivos fueron notablemente igualitarias durante miles de años”, añade la economista Mattia Fochesato.

Antes del 4.000 antes de Cristo, las sociedades de Oriente Medio y Europa labraban un mosaico de pequeñas parcelas. Las familias cultivaban una variedad de granos de cereales, así como lentejas, guisantes y otras legumbres que debían cosecharse a mano. El suelo lo trabajaban también a mano, usando azadas y, en algunos casos también con la ayuda de ganado no especializado como vacas lecheras envejecidas.

Antes del 4.000 antes de Cristo, el suelo se labraba a mano, usando azadas o ganado no especializado

Entonces, algo cambió. Los agricultores que tenían los recursos suficientes para criar y mantener bueyes para tirar de arados especializados vieron nuevas oportunidades en el cultivo de tierras adicionales. Un solo agricultor, junto a un equipo de bueyes, podría cultivar diez veces o más tierras que un trabajador con una azada, lo que le permitiría adquirir más y más zonas para cultivar.

Aquellos que poseían tierra y bueyes también comenzaron a optar por cultivos más tolerantes al estrés, como la cebada o ciertos tipos de trigo, que no requerían mucha mano de obra. En el segundo milenio antes de Cristo, en muchos paisajes agrícolas, los campos se extendían hasta el horizonte, y las sociedades estaban profundamente divididas entre terratenientes ricos, que pasaban sus propiedades a sus hijos, y familias pobres o sin tierra.

Aquellos que poseían tierra y bueyes comenzaron a optar por cultivos que no requerían mucha mano de obra

Los expertos han identificado el mecanismo que impulsó este cambio. Su estudio revela una distinción clave entre los sistemas agrícolas donde el trabajo humano era el factor limitante para la producción, frente a los sistemas donde el trabajo humano era más prescindible, y donde la tierra era el factor limitante.

”Mientras la mano de obra era el instrumento clave para la producción, la desigualdad era limitada porque las familias no diferían mucho en cuanto a su número de integrantes”, explica Fochesato. “Pero cuando el aporte más importante pasó a ser la tierra, las diferencias entre las familias se ampliaron porque los terrenos y otras formas materiales de riqueza podían acumularse y transmitirse de generación en generación. Casualidad, fuerza o trabajo duro permitieron a algunas familias tener mucho más que otras. Y entonces surgió la desigualdad radical“, añade.

Una consecuencia de la desigualdad, señalan los expertos, es que las sociedades más desiguales tienden a ser más frágiles y susceptibles a la agitación política o al cambio climático. “Si hay oportunidades para monopolizar la tierra u otros activos clave en un sistema de producción, la gente lo hará. Y si no existen mecanismos institucionales redistributivos, la desigualdad siempre es el sitio en el que vamos a terminar”, concluye.

Las sociedades más desiguales tienden a ser más frágiles y susceptibles a la agitación política o al cambio climático

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