Meloso enlace artístico
Escenarios
Dudamel y María Valverde ponen a prueba su amor en el altar de Peralada
No debía de resultar fácil ser Gustavo Dudamel anoche, en el escenario del Auditori del Parc del Castell de Peralada. Tampoco ser María Valverde, la actriz española con la que se ha casado el reconocido músico venezolano (el director de orquesta que más dinero gana de la profesión). Y no debía de ser fácil porque esta pareja, que ahora está de moda en el mundo de la cultura y el couché –y que escenifica esos vínculos culturales nunca lo suficientemente estrechos entre España y Latinoamérica–, tenía por delante un reto mayúsculo, tanto en lo artístico como en lo personal: trabajar juntos por primera vez sobre un escenario. Y entenderse.
Cierto que se habían conocido gracias a su arte. Ella rodaba Libertador, el drama histórico hispano-venezolano de Alberto Arvelo para el que Dudamel compuso y dirigió una banda sonora con referencias a Shostakóvich y a John Williams o Ennio Morricone... Y surgió el amor. Amor que les urge a pasar el mayor tiempo posible juntos. Y a disfrutar de sus éxitos...
Con su voz dulce, la actriz iba buscando con fantasía los diferentes personajes de la obra de Shakespeare
Y qué mejor que compartir esa gloria en un mismo escenario y con un proyecto que lleve su sello y que, de ser un acierto, les abra una senda para otras aventuras conjuntas. De modo que, por mucho que Dudamel tuviera más que ensayada la pieza y por mucho que Valverde se relajara horas antes en la piscina del Peralada Golf, jugando con el hijo de su pareja, la presión sobre sus espaldas debía de ser mayúscula al salir a lidiar con ese Sueño de una noche de verano de Mendelssohn. La siempre impecable Mahler Chamber ponía el temple y el ritmo mientras Valverde se disponía a recitar textos de Shakespeare. En una traducción, por cierto, del poeta José María Valverde...
Apareció con su tez clara, descalza y vestida de hada, de niña grande, de rosa palo. Y atrapó las miradas hasta que irrumpieron las ensoñadoras proyecciones que había dispuesto el mismo Alberto Arvelo, el amigo venezolano del Dudamel. Con su voz dulce –algo veloz–, la actriz iba buscando con fantasía interpretar los diferentes personajes de la obra... hasta acabar dando voz al duende Puck que narra la historia. Se apagaron las luces frontales y Valverde y Dudamel aprovecharon la penumbra para besarse como si la marcha nupcial hubiera ido por ellos.
Musicalmente sonó a noche de verano, clara y luminosa en cada pasaje –muchos de ellos populares–, y visualmente a la inocencia inquietante que convierte esta historia en un cuento. Mendelssohn es ahora, junto a Schumann, el compositor de cabecera de Dudamel. La soprano Mercedes Gancedo, la mezzo Lídia Vinyes y el Cor de Noies del Palau pusieron voz a la movida etérea. Y acabó la noche con la Academia de la Mahler Chamber entrando a la medianoche con Mahler.