De los samplers a la inteligencia artificial: Robert del Naja analiza el momento de la creación electrónica

Miembro de Massive Attack

El Sónar+D inaugura el festival de música, tecnología y creatividad electrónica

Vertical

Robert del Naja, líder de Massive attack

Àlex Garcia

Había una sensación ayer en el estreno de la edición 26 del Sónar marcada en cierta medida por todos los acontecimientos que lo habían precedido. Una incertidumbre que de la misma manera que desembocó en la realización del festival, podía haber finalizado en un sentido opuesto. En cualquier caso, una situación de desconcierto, silencio y opacidad que ha afectado inevitablemente en el ritmo normal previo del Sónar, en su asistencia y venta de entradas.

En cualquier caso en la jornada de ayer el que levantó el telón fue el Sónar+D a la espera del estreno musical de hoy. Y fue precisamente una figura de este último ámbito el que protagonizó uno de los platos fuertes de la jornada. Robert del Naja es una referencia indiscutible de la escena musical de los últimos decenios dada su condición de colíder de la banda británica Massive Attack (magos del trip hop y de otros viajes, materializados en 12 millones de discos vendidos). Pero además de este aura musical hay que añadirle otras igual de destacables como la de productor, artista visual, autor de grafitis y máximos responsable visual de los espectaculares shows en directo del grupo de los últimos veinte años.

El icono del trip hop recordó que sólo el humano “puede explicar la historia y expresar la emoción”

Una presencia que ayer atrajo a un gran número de sonaristas y algún periodista, que no quisieron perderse su conversación con Andrew Melchior, máximo responsable tecnológico de Massive Attack, y con Peter Kirn, músico y director de la prestigiosa revista online CDM.

Tal como Del Naja recordó, su relación con Melchior se ha estado desarrollando desde hace unos cuantos años sobre el eje de la conexión entre música y tecnología, pero desde una perspectiva bastante insólita ya que nació en la creación de una app que les ha permitido dar una visión totalmente nueva e innovadora de su álbum Mezzanine.No en vano, las canciones de este icónico disco de la banda (aparecido originalmente en 1998) han adquirido en la actualidad un nueva vida interactiva.

Del Naja –del cual siempre se ha especulado que es quien está detrás del escurridizo artista callejero Banksy– recordó que “como banda nuestro primer contacto con la tecnología fue en 1997 cuando empezamos en Bristol a trabajar con samplers, después de haber tocado hasta entonces instrumentos en un garaje. Tardamos en comprarnos instrumentos electrónicos porque eran muy caro; los solíamos alquilar”.

El músico inglés dibujó un par de trazos para situar históricamente el momento actual de la relación entre música e industria: “creo que no hay ninguna duda de que la industria de la música dejó de ser la misma con la aparición del hip hop, y ahora está ocurriendo lo mismo con el protagonismo de la inteligencia artificial”. El maridaje, con todo, de la música y la tecnología parece fructífero y el entrevistador/músico Kirn lo sintetizó de forma clara: mientras la música desafía la tecnología y le obliga a ampliar sus límites, la tecnología ha estado y está suministrando herramientas a los músicos para crear nuevos lenguajes.

Uno de los padres del trip hop comentó al respecto que “trabajar con computadoras y máquinas es fascinante, porque cuando te equivocas, cometes un error, eso te da un feed back que te hace buscar más, otros caminos, más esfuerzo para conseguir el objetivo”. Y luego hay otro elemento muy interesante, comentó, ya que “ la aparente perfección que se supone que dan las máquinas lo que produce colateralmente es que la excentricidad sea algo casi inexistente, pero esa excentricidad es paradójicamente lo que hace que el músico humano destaque”.

Y tras anunciar que por el modo en que se consume actualmente música el grupo no volverá publicar álbumes sino ep’s, Del Naja y Melchior coincidieron plenamente, al sentenciar que con la tecnología “podemos crear vídeos, visuales inmersivos, espectaculares arquitecturas sensoriales, pero la parte fundamental de la historia se ha de explicar y la emoción se ha de expresar. Y eso la tecnología no lo puede hacer”.

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