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Ser normal como vosotros

Festivales de verano

El autor de ‘Taxi’ se sumerge en la fiebre del Barcelona Beach Festival en una edición en la que reina David Guetta

El público del Barcelona Beach Festival, regado durante una de las actuaciones cuando aún pegaba fuerte el sol

Hay un tipo disfrazado de pulpo naranja cerca del escenario danzando con todas sus patas a los sones del mexicano DJ Perro. Aún hay luz y sol en el escenario, pero empieza a soplar algo de brisa. El calor ha sido pegajoso, por lo que se agradece. Estamos en el BBF, Barcelona Beach Festival, esperando a David Guetta, al mochales de Steve Aoki o a Don Diablo. Si no te gusta la playa, los bañadores, bailar, beber, pegar botes y tener amigos con cuerpos tan sudados como el tuyo no te gustará el BBF. Pero si la respuesta es afirmativa, BBF es tu Festival. Y también está la música. Más que eso, la idea catártica de la muchedumbre alrededor del chamán que hace hablar a los objetos, a las tripas, al suelo bajo los pies. Si te mola eso, BBF es una experiencia de más de doce horas. Divertirse al aire libre, señores mayores, divertirse con lo básico: pura clase obrera. Dinero, fiesta, alcohol, sexo y el lunes a la máquina otra vez. Capitalismo lúdico, de fin de la cosecha. Y sin dinero en efectivo. Te recargan una pulsera en tuents y te roban en el bocata y en la Coca-Cola. Perdón, Pepsi.

Sonido golpeando a la muchedumbre, cantada y ejecutada por máquinas-hombre, voces de mañana resacosa de Siri, samplers, luces en medio de la oscuridad y golpes en el plexo solar, también manguerazos de agua, humo seco, nihilismo de madrugada, alcohol y cuerpos a la fresca y despedidas de soltera con novia y amigas llenas de purpurina. Hay quien no respeta la norma de los usuarios de bicicletas y son insultados por ellos, hoy ya empoderados y veloces pero éstos son masacrados por los de los patines. Aquí te querría ver, Charles Darwin.

“Por mucho que el tempo esté en un rango de 120 a 125 BPM no siempre es ****** (ininteligible)”, asegura un tipo en camiseta larga de los Celtics, bañador italiano, gafas de sol homologables y playeras ni tan siquiera dignas. Su compañera, callada, paciente, posiblemente dormida, no contesta. “No me digas que no, no jodas. De acuerdo, tuvo reverb y delay, duró entre 6 y 10 minutos, y sonó suave, sensual, cálido y envolvente pero por qué tiene que ser deep **** (ininteligible)”. Ella, entonces, sale del sopor, alza la mirada y se lo suelta: “Te avisé. Eres un capullo repetitivo y pesado”.

En la zona Hospitality, hamacas y toallas, espacio conquistado por hormigas diminutas y sordas alrededor de las papeleras. Kike D-Grace y JP Candela dando paso, emocionado, a Brian Cross y DJ Nano: “Barcelona, ¿dónde están los brazos?”. Chunga bunga ching chunga bunga y un coro ruso. Cruza delante de mí una familia numerosa y maravillosa, guapa, delgada, bronceada, con ropa cara caída del cielo sobre ellos. De repente, aparece un señor. Los críos echan a correr hacía él. La hija mayor se adelanta pero él la rechaza. “No molestes a papá” dice la mujer. A papá no se le puede molestar. Un clásico de todos los tiempos.

EN EL ESCENARIO

Un ignorante como yo duda cuándo actúa el dj y cuándo es el intermedio

Ronda Litoral dirección Llobregat, salida 26. Si uno durante su infancia se preguntó quién era esa gente tan extraña que los domingos acampaba en el aparcamiento del Carrefour en El Prat ahora ya puede aventurar una respuesta. Eran pioneros del BBF. El maletero del coche atronando una canción que levanta el tuyo del suelo. El grupo de tres heterosexuales, blanquitos y extrarradio, escuchando atentamente y con cara de transcendencia cuando un cuarto amigo sale del vehículo y suena la balada. El que la canta dice “ without you” y “ love” bastante veces. Quizás mil. Por algo es la balada. Los chicos se ponen algo así como tiernos. Muchas sillitas de camping, muchas toallitas de camping, muchas bebidas en neveritas de camping, mucho cuerpo de camping. Common people like you.

“Joder, ¿dónde está ese ruido?”. Si eres dj residente debes tener permitido decir tacos y enfadarte ante la pasividad del público. Un guiri larguirucho y calvorota, luciendo un traje de purpurina de cien colores, baila y se contonea por esa zona. Mola. Desde hace siglos en cualquier plaza de tu pueblo. También aquí. Dan ganas de venirse arriba, pero con lo que cuesta aquí un gintónic me quedo en zona intermedia. Además, un ignorante como yo duda cuándo está actuando el dj y cuándo es el intermedio y ponen música de ambiente.

EN LA ARENA

Si te gusta pegar botes con amigos tan sudados como tú te gustará el BBF

Una chica se sienta a mi lado y me dice que por quién he venido yo. Le digo que por David Guetta, más que nada porque una vez le regalé a mi hijo un cedé. Ella dice que viene por Don Diablo y por Armin van Buuren, que hace trance. Le digo que me gusta el trance. “¿Sí?”. “Sí, ya sabes, esos fraseos melódicos cortos de sintetizador, una suerte de house atmosférico, tempo de 125 y 160 BPM”. La chica se aleja asustada. El dj concienciado con que las tostadoras no respondan al catalán: “ Sabeu una cosa, sabeu una cosa…?”” Què ???”. Pero luego le tiemblan las piernas y se pasa a la lengua del Imperio: “Sois de puta madreeee”. Bueno, pues molt bé, pues adiós.

Anochece y voy a canjear los últimos tuents que tengo recargados en mi pulsera. En la barra, el tipo disfrazado de pulpo. No debe ser fácil ser un pulpo en estos tiempos que corren. No debe haber sido fácil en ningún tiempo.

Brazos arriba para DJ Avicii.