Loading...

El pintor que venció a Hitler y Stalin

‘La sombra del pasado’

El oscarizado director y guionista Florian Henckel narra las peripecias de un artista nacido en la

Tom Schilling en un fotograma de 'La sombra del pasado', de Florian Henckel

WANDA FILMS

La película arranca en la exposición de Arte degenerado que los nazis montaron en Múnich en 1937 para tratar de degradar a creadores de la talla de Kandinsky, George Grosz, Max Ernst o Paul Klee.

El futuro artista y personaje principal de la cinta, Kurt Barnert (Tom Schilling), es entonces sólo un crío a quien su excéntrica tía confiesa que a ella sí que le gustan los cuadros que el guía de la muestra está descalificando. Kurt ignora por supuesto hasta qué punto los elementos de esa escena marcarán su vida y su porvenir como pintor en la que será una sorda batalla contra el totalitarismo político y humano, así como contra los traumas familiares derivados del ejercicio del terror.

El director y guionista Florian Henckel, ganador del Oscar a la mejor película extranjera del 2006 con La vida de los otros, se basó en la movida biografía de Gerhard Richter para contar la epopeya personal de una victoria del arte sobre el totalitarismo en sus versiones más cruentas en el sigo XX: las dictaduras de Hitler y Stalin.

En La sombra del pasado , al igual que en la historia real de referencia, la querida tía del protagonista, Elisabeth May (Saskia Rosendahl), sufre un trastorno que los médicos-asesinos de las SS diagnostican como esquizofrénica y señalan como motivo suficiente para recluirla primero y liquidarla poco después.

Con el tiempo, Kurt se enamora perdidamente de una mujer, Ellie Seeban (Paula Berr), cuyo posesivo padre, el profesor Carl Seeband (Sebastian Koch), resulta ser el doctor que determinó la eliminación de su tía. La acción transcurre entre Dresde (Alemania del Este) y Dusseldorf (Alemania Occidental).

Fotograma de 'La sombra del pasado', de Florian Henckel, con el actor Sebastian Koch en primer plano

WANDA FILMS

La cinta, de tres horas de duración, trata sobre la búsqueda y consecución de la libertad plena –muy costosa en este caso– como condición ineludible para la creación artística. “Sin libertad absoluta sencillamente no hay arte”, sentencia el cineasta en una charla con La Vanguardia durante la presentación del filme en Madrid.

“Una de las características comunes a todas las dictaduras –continúa Henckel– está en los esfuerzos de sus dirigentes por controlar los medios informativos y el arte”. ¿Por qué el arte? Pues por la sencilla pero a la vez sutil razón de que se trata de “una forma de ver el mundo”. De manera que al manipular la creación artística –razona el realizador– se indica al público cómo tiene que percibir la realidad. Poca broma.