Loading...

El Museo Sorolla exhibe sus obras más íntimas y espontáneas

Arte en miniatura

‘Cazando impresiones’ muestra más de 200 piezas en pequeño formato que reflejan “la primera mirada” del pintor valenciano

Panorámica de la exposición ‘Cazando impresiones. Sorolla en pequeño formato ’, que podrá visitarse hasta el 29 de setiembre

Emilia Gutiérrez

La Casa Museo de Joaquín Sorolla abrió al público este martes una gran exposición con 227 cuadros de pequeñas dimensiones del pintor valenciano. Se trata de “apuntes, manchas o notas de color” en las que el pintor valenciano plasmaba su primera mirada de un tema –lo llevara o no luego a un formato mayor–, así como el trabajo de cocina y making off de su producción. La muestra descubre así la faceta más espontánea e íntima del artista.

La singular muestra lleva por título Cazando impresiones. Sorolla en pequeño formato . Está comisariada por la historiadora del Arte y especialista en el autor María López Fernández, junto con Blanca Sorolla-Pons, la nieta del autor, y Consuelo Luca de Tena, directora del museo. Permanecerá abierta hasta el próximo 29 de setiembre.

Prolífico

Sorolla produjo unos 2.000 de estos óleos de pequeño formato, lo que supone una parte importante dentro de una obra de unas 4.500 piezas

Las obras, cuyo tamaño no supera los 20 X 30 centímetros, guardan siempre relación con algunos de los trabajos mayores que el pintor estaba realizando en cada momento, explica María López. Pero sólo unas pocas de ellas pueden considerarse estudios preparatorios. Así que los a veces minúsculos cuadros aquí reunidos, ejecutados sobre lienzo, tabla o cartón, pueden contemplarse casi siempre como creaciones terminadas. Sólo que con el valor añadido de que desvelan lo que los clásicos llamaban la “prima idea” del pintor.

Imagen de la exposición temporal en la Casa Museo Sorolla

Emilia Gutiérrez

En parte de estos óleos se aprecia más la voluntad de estudio o ensayo sobre algún elemento o aspecto formal de lo que Sorolla se traía entre manos, ya fuera la densidad de las sombras en la playa, el reflejo de luz de las olas con sol o con nubes, o bien la perspectiva del casco de un barco visto desde dentro... Otras veces, sin embargo, cuesta ver o intuir algo más allá de lo que se nos aparece como una pintura pequeña en superficie pero grande en calidad.

Sabemos que todas estas composiciones las llevó a cabo el artista “en sesiones cortísimas, de menos de una hora, sin vacilaciones ni arrepentimientos”, señala López. Lo que, viendo los resultados, da sobrada prueba del virtuosismo y la pulsión genial del pintor.

Una constante en su carrera

El pintor cultivó esta fórmula a lo largo de toda su vida: como estudiante en Valencia, bohemio en París y artista consagrado que frecuentaba las playas del Mediterráneo y el Cantábrico.

Hombre prolífico, Sorolla produjo alrededor de dos mil de estos óleos de pequeño formato, lo que supone una parte importante dentro de una obra de unas 4.500 piezas. Cultivó esa fórmula a lo largo de toda su vida: como estudiante en Valencia, como bohemio en París y como artista consagrado que frecuentaba las playas del Mediterráneo y el Cantábrico.

Imagen de la exposición temporal en la Casa Museo Sorolla

Emilia Gutiérrez

La exposición en el paseo General Martínez Campos de Madrid está organizada por orden cronológico. De ese modo se aprecia el diferente valor y la utilidad cambiante que Sorolla dio a sus miniaturas en las diferentes etapas de su trayectoria

Además, en cada una de las salas se expone una gran fotografía de algunos lugares donde colgó una cierta cantidad de esos cuadros: su taller en Madrid, convertido en lugar de encuentro y exhibición, una exposición en Nueva York, otra en París…

Aunque a menudo las pintaba para sí mismo, por el placer de hacerlas, Sorolla destinó muchas de estas piezas a regalos familiares, atenciones de cortesía y presentes a colegas o amigos cercanos. Pero no pocas de ellas las incluyó en grandes exposiciones y las vendió a buen precio. Pues no eran obras menores.

Es cierto que en los ambientes artísticos donde él se movía, el tamaño de las pinturas importaba. El prestigio y el dinero se obtenían con lo que se llamaba grandes machines, continúa María López. Pero también los “apuntes” podían llegar a cotizarse muy bien. La práctica no era por entonces cosa nueva ni mucho menos despreciada. No sólo contaba con cierta tradición, desde Tintoretto hasta Constable pasando por Rubens o Goya, sino que se hallaba en plena eclosión.

Imagen de la exposición temporal en la Casa Museo Sorolla

Nico Rodríguez / EFE

Junto al recuerdo de las notas de Goya, la España de Sorolla tenía muy frescos los ejemplos de Mariano Fortuny y Eduardo Rosales. Los dos dejaron un buen número de bocetos, apuntes al óleo y obras de pequeño formato muy valoradas en la época del valenciano por cuanto “parecían encerrar las enseñanzas de ambos artistas”, señala la comisaria.

Las “notas de color” de Sorolla podían encerrar asimismo un aprendizaje clave para el autor. O servirle como guía parcial o general para una obra mayor. O bien convertirse en objeto de recordatorio de un momento especial. Así, en uno de los pequeños óleos expuesto podemos ver el menú de una comida apuntado por el propio artista.

La muestra incluye una vitrina con algunos de los utensilios y herramientas especiales de los que los pintores de la época se dotaron para salir a la calle y trabajar en contacto con la naturaleza: tubos metálicos, entonces relativamente nuevos, una paleta plegable y una “caja de apuntes”, artilugio este último que se convirtió en emblema de la pintura al aire libre. El invento tenía dos partes unidas por bisagras metálicas: una inferior que servía como paleta y contenedor de colores, con un espacio para pequeños pinceles, y otra superior que permitía sujetar la tablita donde se pintaba. Todo lo necesario para “cazar impresiones”.

Imagen de la exposición temporal en la Casa Museo Sorolla

Nico Rodríguez / EFE

Si algo de cierto en que las mejores esencias se guardan en frascos pequeños, la exposición que se acaba de abrir en el Museo de Sorolla prueba que también lo esencial del arte cabe en espacios resumidos.