De galán cómico a director
Galardonado en dos ocasiones como mejor actor en el Festival de Cine de Berlín, en 1977 por El anacoreta de Juan Estelrich, y en 1985 por Stico de Jaime de Armiñán, en el 2005 la Berlinale le otorgó un Oso de Oro honorífico. Fernando Fernán-Gómez no pudo recogerlo personalmente, debido a su estado de salud, y quien lo hizo fue Emma Vilarasau, que actuaba con él en la película de Patricia Ferreira Para que no me olvides.La actriz catalana leyó un texto suyo que arrancaba así: "El actor de teatro no cuenta con que su trabajo sea visto y apreciado en países distintos al suyo. Su arte difícilmente traspasa las fronteras. Para el actor de cine la circunstancia es totalmente distinta". A pesar, añadía, de que "quienes trabajamos en cinematografías que son simplemente nacionales somos invisibles más allá de nuestras fronteras, aunque la suerte nos acompañe".
Fernando Fernán-Gómez abandonó en 1943 la compañía del dramaturgo Jardiel Poncela porque Cifesa le ofreció debutar en la película Cristina Guzmán.Aquel mismo año actuaba en ocho películas más, convirtiéndose en lo que se denominaba galán cómico, debido a su rostro excéntrico y a su vozarrón inconfundible. Pero no tardó, entre película y película alimenticia, en elegir obras al margen del cine comercial. Casos de sus trabajos a las órdenes de Edgar Neville (Domingo de carnaval,1945) o en la única película producida y dirigida en Barcelona por Llobet Gracia, La vida en sombras (1948), homenaje al cine dentro del cine. Podía interpretar naderías como La trinca del aire (Ramón Torrado, 1951) o cine religioso comoLamies es mucha (J. L. Sáenz de Heredia) y, al propio tiempo, embarcarse en aventuras del calado de Esa pareja feliz (1951), una joya de neorrealismo a la española, creada por Bardem y Berlanga.
En los años 50 debuta tras la cámara con Manicomio,codirigida con Luis María Delgado. Forzado, por razones económicas, a largas giras teatrales y numerosas películas, Fernando Fernán-Gómez siempre confesó no haber podido desarrollar la carrera de cineasta que realmente habría deseado. Como actor y director, su única baza comercial la jugó con La vida por delante (1958) y La vida alrededor (1959), que suponían una personal continuación de Esa pareja feliz.Pero en 1964 filmó una de las mayores y más reverenciadas rarezas del cine español: El extraño viaje,con Carlos Larrañaga y el director Jesús Franco, en funciones de intérprete. Más adelante vendrían Mi hija Hildegart (1977) y su homenaje a los cómicos en Viaje a ninguna parte.
Actor en estado de gracia con cineastas como Víctor Erice, en El espíritu de la colmena (1973), o con Carlos Saura en Ana y los lobos (1973), una nueva generación de cineastas empezó a requerir sus servicios de soberbio actor y gran histrión, también director de referencia.