Nuestros gestos y movimientos dicen mucho -a veces, incluso demasiado- de nosotros mismos. A la hora de comunicarnos, nuestro cuerpo es capaz de expresarse incluso mejor de lo que podríamos hacerlo con palabras.
El lenguaje corporal es uno de los aspectos más importantes a observar si queremos saber las intenciones reales de una persona. Los gestos, la postura e incluso el tono de voz; todo influye a la hora de aportar información o nuestros verdaderos sentimientos. Por eso, a la hora de saber si alguien siente atracción por nosotros -o si somos nosotros los que nos sentimos atraídos por alguien-, también hay determinados gestos que nos delatan, hasta de manera inconsciente.
Los gestos más significativos están relacionados con nuestras expresiones faciales. Todos somos capaces de reconocer la alegría, la tristeza o el enfado, con una sonrisa o una cara de enfado. Sin embargo, también hay que prestar atención a otros detalles mucho más delatores.
Señales como mirarse el uno al otro durante unos segundos más de lo esperado, sonreír de una manera especial, mirar la boca de la otra persona mientras habla o mantener una distancia más próxima con la otra persona son comportamientos que delatarían esa atracción e interés por la otra persona.
Una mirada fija muestra una actitud segura de sí misma, pero orientada hacia la boca de una persona demuestra interés por lo que está compartiendo. En momentos de conversación, además, conviene mirar también la posición de sus piernas: si están cruzadas y apuntando hacia la persona que habla, muestra interés y el deseo de abordar el tema de conversación. Lo mismo con los brazos; abrir los brazos mostrarán una apertura o bienvenida, mientras que cruzarlos indicarán desacuerdo.
Las miradas son clave: cuando más prolongadas, mayor atracción y deseo por interactuar. Pero ojo, esto no significa que aquellos que apartan la mirada rápidamente no quieran saber nada de ti: en ocasiones esas miradas rápidas se asocian a la timidez, sobre todo si están acompañadas de una sonrisa.
Saber leer este tipo de gestos puede ayudar a disimular la atracción que sentimos hacia la otra persona
Las alteraciones en la voz también pueden ser señales delatadoras, sobre todo en cuestión de estados de ánimo. Si alguien está alegre, el tono y timbre de su voz es más alto; mientras que la tristeza da un tono y timbre de menor volumen y más opaco a la voz. Reírse también es importante, pues crea un ambiente relajado. Si es una risa nerviosa, podría ser síntoma de timidez o incluso ansiedad por estar en presencia de alguien que atrae mucho.
Los movimientos en la conversación también son indicadores del interés del interlocutor. Si se inclina hacia la persona que habla, muestra un deseo por reducir la distancia. Precisamente la distancia podría marcar el tipo de relación que alguien desea tener con una persona. Según un estudio realizado por el antropólogo Edward T. Hall, existirían cuatro tipos.
- Distancia íntima. Suele usarse para tocar, abrazar o susurrar a una persona con la que, por lo general, mantenemos una relación íntima.
- Distancia personal. Es la distancia que mantenemos con nuestros seres queridos.
- Distancia social. La utilizamos con amigos menos conocidos y personas con las que mantenemos relaciones cordiales y profesionales “obligatorias” (comerciantes, etc.).
- Distancia pública. Es la distancia común en situaciones académicas.
Es posible modificar la postura corpora para cambiar la actitud
Las buenas noticias son que se puede trabajar con la postura corporal para educar la actitud. El lenguaje corporal ofrece pistas sobre los sentimientos de una persona y, a través de él, puedes aprender a reconocer estas señales que te aporten información acerca de si la otra persona también siente el mismo interés hacia ti.
Los expertos dicen que forzarse a sonreír puede hacer que una persona “aprenda” a vivir más feliz; del mismo modo, tratar de modificar nuestra postura corporal puede favorecer en un cambio de actitud y desarrollar más seguridad en uno mismo.