Es un hecho constatado: las personas pertenecientes a una escala social pobre, mueren antes que los ricos. Lo que es peor, con frecuencia suelen ser por causas evitables, ya que no se darían de existir medidas adecuadas de tipo social, como una política global de salud.
Catherine Boone era una mujer natural de Oregón (Estados Unidos), que falleció en enero de 2020 debido a una serie de problemas respiratorios que se complicaron más de lo esperado. La mujer vivía en la calle, por lo que no tenía acceso a servicios de primera necesidad, y cuando acudieron los servicios de emergencia para intentar salvarle la vida, fue demasiado tarde. Tenía sólo 49 años.
Lo que no sabía en el momento de su muerte es que ese trágico suceso podía haber sido totalmente evitable, porque Catherine sí tenía dinero para pagar las facturas del hospital y sus posibles tratamientos. Tenía dinero, pero no lo sabía: su madre le había dejado como herencia una cuenta en el banco a su nombre, con más de 730.000 euros, que indudablemente habrían dado un giro radical a su vida.
Ha sido su padre, Jack Spithill, quien ha revelado las trágicas circunstancias en que falleció su hija. En una entrevista al canal de noticias KGW News, el hombre cuenta que su hija vivía en la calle como consecuencia de sus problemas con las drogas y su delicada salud mental. Separado de su madre, Catherine vivió con ella durante mucho tiempo, hasta que decidió marcharse de casa. En 2016, la madre de Catherine falleció, y las cosas cambiaron radicalmente para su hija, que volvió a recaer en las drogas para sobrellevar su pérdida. Siguió en la calle, y comenzó con sus problemas de salud, ignorante de que su madre había dejado la suculenta herencia a su disposición en el banco.
Sus familiares intentaron encontrarla por todos los medios; la policía no daba con ella, e incluso se intentó hallar a la mujer a través de diferentes medios de comunicación o con un detective privado, sin éxito. Tampoco dieron con el paradero de los dos hijos de Catherine, desaparecidos.
Catherine, ajena a lo que sucedía, pasaba los días entre refugios acondicionados para la gente sin hogar y deambulando por las calles de Astoria. Sus problemas respiratorios y complicaciones provocaron su fallecimiento a comienzos de 2020.
En 2019, y tras más de tres años intentando encontrarla, un juez dictaminó que su cuantiosa herencia se enviara al Departamento de Tierras de Oregón, el organismo encargado de gestionar herencias no reclamadas hasta que encuentren a sus herederos. De momento, parece que los hijos de Catherine habrían reclamado la herencia que les corresponde; un dinero con el que, probablemente, la mujer habría tenido un destino completamente distinto.