Una invasión de libélulas sorprendió a los bañistas en la playa estatal de Misquamicut, ubicada en Westerly, Rhode Island, Estados Unidos.
Según relataron muchos visitantes, cientos de estos insectos comenzaron a llegar repentinamente y, al caer la tarde, ya se contaban por miles, creando un espectáculo tanto fascinante como desconcertante.
La reacción de los bañistas fue variada. Numerosas personas decidieron recoger rápidamente sus pertenencias y regresar a sus casas, mientras que otros optaron por quedarse y convertir la experiencia en un momento divertido, intentando capturar a las libélulas con sus toallas.
A pesar de lo inusual de la situación, hay un aspecto positivo: las libélulas no pican ni muerden, ya que no poseen aguijón venenoso ni mandíbulas prominentes. Estos insectos suelen encontrarse cerca de superficies acuáticas y se alimentan de mosquitos y otros bichos que sí pueden afectar negativamente a los humanos.
Las libélulas son reconocidas por ser uno de los insectos voladores más ágiles y veloces, con la capacidad de volar en todas las direcciones, incluso hacia atrás, y pueden alcanzar velocidades de hasta 55 kilómetros por hora.
A pesar de ser depredadores eficaces en el mundo de los insectos, son completamente inofensivas para los humanos y los animales domésticos.
Ginger Brown, experta en libélulas en Rhode Island, explicó que este fenómeno tuvo lugar fuera del período típico de migración, que ocurre normalmente entre mediados de agosto y mediados de septiembre.
“Es posible que estén trasladándose debido a la sequía de sus hábitats en pantanos y ciénagas”, dijo Brown a WBZ-TV. Además, destacó que las libélulas son cruciales en el ecosistema debido a su dieta, que incluye mosquitos y otras plagas.
Investigaciones publicadas en Biology Letters indican que las libélulas verdes, Anax junius, realizan una migración multigeneracional a través de América del Norte que generalmente pasa desapercibida.
Los investigadores analizaron muestras de alas de libélulas recolectadas durante 140 años y descubrieron patrones de migración que empiezan en los Estados Unidos, México y el Caribe, y se extienden hasta Nueva Inglaterra y el norte del Medio Oeste.
Estos estudios son vitales para entender cómo el cambio climático y la reducción de las poblaciones de insectos a nivel mundial podrían alterar estos ciclos de migración en el futuro.