La barcelonesa Bodega Amposta y el resurgir de buenas bodegas

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La cocina de Chema Martínez, en su día al frente de los fogones del Inòpia, ofrece interesantes platillos que trabajada con ligereza y muy buen producto

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BODEGA AMPOSTA . GUISANTES CON CALAMAR

Chema Martínez con Josep Barragán, uno de los socios del cocinero 

MANÉ ESPINOSA

Frente a los fogones de la Bodega Amposta está la batuta del chef Chema Martínez. Excocinero del Inòpia, Chema desembarcó en el local para ejercer de socio junto con los hermanos Jordi y Josep Barragán y Julio Fernández, aunque su trabajo principal consiste en impartir arte culinario a unas pocas calles del CaixaForum.

Cuando un local de ágapes recibe el nombre de bodega, el comensal piensa automáticamente en confort sensorial. Las bodegas nos remontan a viejos escenarios que fueron asfixiados por la posmodernidad y la globalización, pero, poco a poco, han ido resurgiendo empujadas por la necesidad de lo auténtico. La Bodega Amposta es un gran viaje al pasado, al presente y al futuro, entendiendo que lo clásico empieza a ser lo más disruptivo.

BODEGA AMPOSTA. OSTRAS

Las ostras de la Bodega Amposta 

MANÉ ESPINOSA

Disfruté mucho en la Bodega Amposta. Y la juerga gastronómica no tuvo intervalos de aburrimiento. Lo que me sirvieron, una cata elegida por el chef, dio el pistoletazo de salida con una ensaladilla al corte que, para los amantes de la rusa, lo tenía todo. Y es que parece fácil prepararla, pero es muy difícil encontrar una que valga la pena.

Mención aparte merecen las ostras Guillardeau con guisantes y huevas de trucha ligeramente aderezadas con soja. Y digo ligeramente porque la soja, que suele matar todo lo que baña, daba el toque justo para que la carne de las ostras y la untuosidad de las huevas embriagaran el paladar. También fueron remarcables la mojama de León con almendras, las anchoas cantábricas, los muslos de perdiz escabechados, el corazón de alcachofa con jamón y las croquetas de cecina con alioli.

Bodega Amposta

Dio el pistoletazo de salida una ensaladilla al corte que, para los amantes de la rusa, lo tenía todo

A cualquiera que le cantes esta lista de exquisiteces pensará que mi estómago estaba a punto de rebosar, pero todo estaba cocinado con la ligereza de los que aman la cocina y la saben contar como rapsodas del placer. Y aunque parezca mentira, aún me quedaba espacio para probar las dos cazuelitas estrella de la Bodega Amposta.

La primera consistía en unos guisantes con calamar, cebolla confitada y tocino ahumado. Una delicia por el mestizaje y la calidad de unos productos de primera, empezando por unos guisantes que recordaban a los que sirven en los buenos restaurantes del Maresme. Y la segunda por la mezcla de unos garbanzos con carabinero que sabían a profundidades marinas. Una delicia que me hizo desear vestirme de buzo y perderme como los náufragos que saben desaparecer sin dejar huella en el océano.

BODEGA AMPOSTA. ENSALADILLA AL CORTE

El plato de guisantes con calamar, cebolla confitada y tocino ahumado 

MANÉ ESPINOSA

Terminamos el festival con un postre de torrijas caramelizadas y helado de yogur y unas trufas de chocolate que endulzaron dos cafés solos.

Yo bebí agua. Mi acompañante, un xarel·lo del Penedès que hizo honores a la buena colección de vinos elegidos por Chema y sus socios. La Bodega Amposta es un lugar para volver, repetir o probar nuevas maravillas como el fricandó de la casa, un plato clásico catalán en peligro de extinción por culpa de las modas que prefieren lo estético a lo ético y que contiene todo lo que significa la cocina catalana para la cocina internacional. Puro arte.

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