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Matt Dillon, catedrático en música cubana

Festival de San Sebastián

El actor neoyorquino presenta su documental ‘El gran Fellove’ y da una lección sobre la historia del ‘filin’ caribeño

Matt Dillon a su llegada al Festival de Cine de San Sebastián

Javier Etxezarreta / EFE

Matt Dillon lo sabe todo de la música afrocubana, y más en concreto de sus representantes en el exilio, según dejó claro este martes en el Festival de Cine de San Sebastián. El actor neoyorquino presentó en Zinemaldia El gran Fellove , documental sobre este gran músico isleño. Es el segundo largometraje que el intérprete de Drugstore Cowboy, La ley de la calle o Crash –por la que fue nominado al Oscar– dirige después de La ciudad de los fantasmas (2002)

El filme que Dillon llevó al certamen donostiarra, como “proyección especial” en su Sección Oficial, viene a saldar una especie de deuda sentimental del actor estadounidense con el cantante y compositor cubano Francisco Fellove Valdés (1923-2013), uno de los maestros de esa mezcla de ritmos isleños y jazz allí denominada filin . El artista hollywoodiense y el músico caribeño se conocieron en 1999 en México, donde Fellove vivía desde 1955.

Tal como relata en su película, Dillon había descubierto al cantante cuando, meses antes, se encontró con uno de sus discos en una tienda de La Habana Vieja. El álbum le encantó y entonces decidió buscar al autor.

Fue su amigo el contrabajista y empresario Joey Altruda quien localizó a Fellove en Ciudad de México para, enseguida, embarcarse con Dillon en un aventura que duraría años. Un periplo que traería consigo no sólo la cinta de homenaje que ahora presenta en Donostia sino también la grabación de un disco que en su momento no pudo publicarse pero gracias a la película podrá ver la luz en los próximos meses.

Entre los momentos más emotivos del documental rodado por Dillon está el encuentro sorpresa que él mismo le preparó a Fellove con el trompetista cubano Chocolate Armenteros , viejo amigo de la isla. Con él y otros grandes músicos, incluido Altruda, se grabó el álbum que seguirá a la película.

La obra de Dillon es algo más que un tributo a la figura de su ídolo, a quien volvió a ver en México un día antes de su muerte en el año 2013. “Es la historia de los cubanos que emigraron; la de los músicos que se marcharon de la isla, del mismo modo que Buena Vista Social Club es la película de aquellos otros que se quedaron”, dijo en la rueda de prensa de presentación de la cinta.

Dillon se revela también como un friki de los discos de vinilo

La productora del filme, Cristina Velasco, calificó de “intimidante” lo mucho que Dillon conoce de la música cubana y del país caribeño. “Pero él comparte esos conocimientos suyos no como un experto que acaba de aprenderlos sino como alguien que se sabe muy bien todas las batallas de los artistas, así como las relaciones de cada uno de ellos con los demás... Y además te lo cuenta como quien te abre un álbum con las fotos de su familia”.

Dillon se explayó sobre las revelaciones que Fellove y otros le hicieron acerca de las discriminación racial que sufrieron en la Cuba de los años 50. Un trato que a una parte de ellos les llevó a refugiarse en México, donde “no tenían ese problema y les daban buena acogida”.

El intérprete y director desveló también su faceta de friki de los vinilos, la cual queda patente en el documental cuando descubre el disco de Fellove entre un montón que compra en una tienda de la calle Neptuno de La Habana. “Uno no decide hacerse coleccionista sino que va comprando discos porque le gustan y un día se da cuenta de que sí, de que le encanta coleccionarlos”, explicó.