La verdad detrás de las mejores películas de periodismo
Historias de cine
David F. Arranz desgrana los hechos reales que basaron ‘Primera plana’ y otros 99 filmes sobre bombazos periodísticos u otros hitos de la prensa y sus artífices
La historia de la magistral y tronchante película Primera plana (1974), de Billy Wilder, donde Jack Lemmon y Walter Matthau dan un scoop periodístico sobre un crimen cuyo reo está en capilla de la horca, no es una mera ficción como pudiera pensarse. El filme, tercera adaptación cinematográfica de la obra teatral del mismo título, se basa en la fuga real del convicto Terrible Tommy O’Connor, interpretado por Austin Pendleton, en vísperas de su ejecución: un hecho ocurrido en el penal de Cook County, en el Chicago de 1921.
Además, tanto Wilder como los autores de la obra original, Ben Hecht y Charles MacArthur, llevaron a sus textos la hazaña igualmente verídica del periodista del Chicago Tribune Tom Howard cuando, el 12 de enero de 1928, consiguió hacer una foto de las ejecuciones de Ruth Brown Snyder y Henry Judd Gray con una cámara oculta en su tobillo.
Por último, la relación entre el reportero Hildy Johnson (Lemmon) y su jefe del Chicago Examiner, Walter Burns (Matthau), se basa en la que el dramaturgo y también periodista Charles MacArthur había mantenido con su superior del Herald -Examiner, Walter Howey: todo un personaje que “llegó a tener en nómina a telefonistas de la comisaría, enfermeras en los hospitales, botones de hotel y policías de cada barrio de Chicago”.
Estos y otros muchos entresijos de un centenar de filmes sobre el cuarto poder los narra el escritor, periodista y profesor de la Carlos III David Felipe Arranz en su libro Las cien mejores películas sobre periodismo , que acaba de publicar con la editorial Cacitel. Estos son algunos de los relatos de trastienda de otras películas que reseña:
Ciudadano Kane (1941) . La obra maestra de Orson Welles, incluida en todas las listas de las mejores producciones en la historia del cine, dio mucho que hablar en su momento por ciertos parecidos y paralelismos con la biografía del gran empresario William Randolph Hearst. Al respecto, el autor del libro señala que, aunque Welles manifestó públicamente que no había retratado a Hearst, “hoy se sabe que efectivamente Charles Foster Kane es la encarnación en el celuloide del magnate de la prensa, quien intentó por todos los medios a su alcance evitar el estreno de la película”.
El cuarto poder (1952) . El tercer largometraje de Richard Brooks es una poderosa narración sobre la importancia de la prensa y la libertad de información en una sociedad democrática. Cuenta Arranz que los interiores del filme se rodaron íntegramente en la redacción, los despachos y la rotativas de The New York Daily News. Y añade que la actriz y coprotagonista Ethel Barrymore tuvo que ayudar varias veces a Humphrey Bogart a decir su parte de los diálogos “porqué él solía presentarse al rodaje completamente borracho después de dormir en las habitaciones del periódico para imbuirse del espíritu de aquellos periodistas”. La cinta se basa en la historia real de otro diario, The New York Sun, vendido en 1950 a la cadena Scripps Howard y luego absorbido por New York World-Telegram. Se trata del “primer rotativo en informar sobre sucesos del ciudadano común y en contratar a reporteros para que salieran a la calle a buscar historias”.
El dilema (1900). La excelente cinta de Michael Mann sobre un periodista (Al Pacino) que cuenta cómo una tabacalera añade una sustancia adictiva a los cigarrillos para enganchar más a los fumadores se fundamenta en un caso real. Esto es sabido. Como también lo es que el asunto se descubrió, probó y documentó gracias a un bioquímico que había trabajado en la empresa (Russell Crowe). Menos conocido es el hecho de que el fiscal del Estado de Mississippi encargado del caso, Michael Moore, participó en la película y se declaró encantado con su factura por haber “revivido los acontecimientos al ver el detalle con que se habían reproducido”. El científico auténtico, Jeffrey Wigand, quien asesoró al equipo del filme sobre lo ocurrido, tuvo que dedicarse a la enseñanza tras su denuncia. Lo mismo que el periodista y productor televisivo que desveló el asunto, quien tuvo que dejar el oficio para ponerse a dar clases en la Universidad de Berkeley.
Spotlight (2015). La obra de Tom MacCarthy sobre un escándalo de abusos de menores por parte de miembros de la Iglesia católica del Estado de Massachusetts es otro ejemplo magistral de fidelidad a una triste realidad. Incluso la recreación de los lugares en que se desarrollo el trabajo periodístico, por el que sus responsables del The Boston Globe obtuvieron el Pulitzer, fue “milimétrica”, dice Arranz. Michael Keaton se tomó tan en serio su papel que no descansó hasta conseguir hablar como el auténtico director de la investigación, Walter Robinson. Éste, a su vez, comprobó personalmente el trabajo del actor y “quedó maravillado”.
Todos los hombres del presidente (1976). Nadie ignora que el famoso filme de Alan J. Pakula relata la investigación periodística del caso Watergate. Tal vez se conoce menos el empeño personal que en el proyecto puso Robert Redford, protagonista del filme en el papel de Bob Woodward junto a Dustin Hooman en el de Carl Bernstein. Antes de que los dos periodistas del Washington Post tuvieran terminado el libro donde contaban los pormenores de su indagación, “Redford les compró los derechos del texto por 450.000 dólares con la intención de producir una película con su compañía Wilwoord Enterprise”, lo cual hizo finalmente junto con el propio Pakula.
La cantidad de intrahistorias de las películas sobre periodismo es, como puede comprobarse en el libro de Arranz, inmensa. Tal vez lo más interesante sea la constatación de lo bien que funcionan en ellas las historias reales. Parecen mentira.